jueves, 26 de noviembre de 2015

Nunca cambia nada

La mayor enseñanza de Sin presente, la segunda novela de Lionel Tran, es que los lamentos de cada generación se parecen mucho unos a otros. Cada generación cree que es la más maltratada de la historia y cree al mismo tiempo que será capaz de cambiar el mundo. Y ninguna de las dos cosas son nunca ciertas. Lionel Tran nació en 1971, en Francia, y cuenta en esta novela una historia que se parece bastante a su propia vida. En 1989, en plena era Mitterand, un grupo de jóvenes artistas buscan su ifentidad en el arte y en los márgenes de las convenciones sociales. Son hijos de los héroes de Mayo del 68 y han vivido por lo tanto a la sombra de la revolución frustrada. Saben de primera mano que debajo de los adoquines no había playas. Han recibido una educación progresista y han habitado un mundo razonablemente próspero. Sin embargo, sus sueños son menguados y se van volviendo nihilistas. Creen no sólo que no haya futuro para ellos, como suele ser habitual en los jóvenes de cualquier época, sino que ni siquiera hay presente. El título, eficaz y algo despiadado, lo apunta desde el principio. La novela es áspera y no tiene ni una sola concesión a las emociones. Y eso, que sin duda es una de sus virtudes, se convierte también en su mayor debilidad. Lionel Tran se suma a esa tradición tan francesa del objetivismo, que desde Marguerite Duras a Claude Simon tiene muchos ángulos diferentes. El autor mira y describe, enumera, reproduce diálogos o titulares de prensa pero nunca enjuicia ni glosa la realidad. Fotografía los hechos - los hechos que el mismo ha seleccionado- sin reflexionar sobre ellos. Algunos opinan que ésta es una forma de tratar al lector como una persona adulta capaz de hacer su propia elaboración literaria; yo, en cambio, creo que es casi siempre una forma de dejar el trabajo sin completar, pues lo que al lector le interesa -incluso al adulto- es la mirada inquisitiva del autor..... En Sin presente hay, en todo caso, una perplejidad existencial de alto vuelo: "Quizá no hayamos tenido la suerte de conocer al guerra, quizá hubiera sido mejor nacer en una época más dura, en la que tuviéramos menos opciones, en la que nos hubiéramos visto obligados a luchar para sobrevivir"...
Luisgé Martín. El País, Babelia, 21-11-15

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