domingo, 6 de noviembre de 2016

Va, pensiero...

"...vamos a matar la cultura...Y en ese caso, nuestra patria sería , en verdad,
bella y perdida...  y nosotros con ella..."  Muti en la Ópera de Roma.
Llegó noviembre y con él la tan discutida huelga de los deberes. Se que me estoy volviendo machacona con este tema pero no lo puedo evitar. He sido hija, madre y sigo siendo profesora. De las tres condiciones la que más se extiende en el tiempo es la de profesora a pesar de mi avanzada edad y cuando casi todos los colegas de mi generación se han jubilado. Y lo hago esta vez contenta porque, por una vez, parece que se impone el sentido común. En primer lugar, la convocatoria ha tenido menos repercusión mediática en este primer fin de semana . Las noticias y los artículos de opinión o entrevistas a expertos coinciden en el rechazo de esta medida de presión a la escuela. J.Antonio Marina en Ideas su colaboración semanal en "El Mundo", plantea la siguiente pregunta:"¿Se dan cuenta del disparate que supone enfrentar a sus hijos con sus maestros? Una norma básica que deben poner en práctica todos los padres, si quieren mejorar la educación de sus hijos, es que en casa SIEMPRE se habla bien de la escuela. Si hay fallos es en la escuela, o en los órganos competentes donde hay que dar la batalla". (El Mundo, domingo 6-11-2016).
 En el mismo diario se publicó ayer un artículo de opinión:"Los niños de Esparta trabajan", firmado por Jorge Bustos. Un periodista al que vengo siguiendo hace un cierto tiempo porque gusto de su estilo y comparto sus opiniones. Me llamó la atención su título, lo leí y como me identifiqué por entero con  el texto, quise saber algo más del periodista y gracias a internet descubrí que estudió Clásicas y Teoría de la Literatura en la Complutense. Y aunque tiene la edad de mi hija su artículo me llevó a mi infancia y adolescencia: "Todo lo bueno que me ha pasado se lo debo a aquellas tardes de condena de seis a nueve, de lunes a viernes, más los trabajos ocasionales de los domingos cumplidos bajo el carrusel deportivo que mi hermano ponía en la radio". Yo también tuve un hermano y un padre apasionados por el fútbol, la musiquilla que acompaña a los partidos me devuelve la imagen de mi padre pegado a la radio o de mi hermano jugando en el suelo con las chapas, mientras yo hacía los deberes. Y qué decir de las referencias al mundo clásico que el texto me sugiere y de las que también les he ya hablado aquí. Pero hay algo más en este artículo que tanto he apreciado: "El interés y aun el conocimiento son consecuencia del esfuerzo y no al revés, pues uno empieza a disfrutar cuando conoce lo que estudia, pero no conoce nada hasta que no vence la pereza de ponerse a estudiarlo"... "Todo didactismo verdadero es autodidactismo".También esta última afirmación la experimenté cuando, ya en mi primer destino de profesora, preparaba las oposiciones, y descubrí que los estudios universitarios no habían sido más que pistas para abrirme camino en el inmenso mundo del saber. 


Inger Enkvist, hispanista sueca experta en culturas educativas, abre su artículo, también en "El Mundo" con fecha de hoy con la siguiente frase: "Hoy las escuelas son guarderías para adolescentes". Es autora entre otros muchos libros de La buena y la mala educación. Su discurso no casa muy bien con el de los entusiastas de la nueva educación que creen que los niños se aburren en clase por culpa de un sistema que no ha cambiado tan rápido como la tecnología. Señala varios factores que contribuyen a que hoy la educación haya dejado de ser "un ascensor social": las teorías permisivas que se han extendido en el Estado del bienestar como cuandos se dice que el aprendizaje debe ser divertido y si no es así los alumnos pueden rechazarlo. Teorías negativas para todos pero sobre todo para los alumnos de familias más desfavorecidas que tienen menos oportunidades de aprender en casa. También aborda en este libro lo que ocurre en Francia, en los colegios e institutos de las banlieues de París y otras grandes ciudades y que define como aterrador con adolescentes que apenas se sitúan en el mundo. La autora lo atribuye a la influencia  de grupos de intelectuales sobre políticos y profesores defendiendo que Occidente sería opresora y que su cultura sería excluyente. Y precisamente esa es la tesis del libro Les Déshirétés de François-Xavier Bellamy ya mencionado en otro de mis artículos y del que sigo aplazando un comentario para no extenderme demasiado en mis líneas de hoy. Voy  a referirme a su prólogo en el que describe una escena que muestra que aún no todo está perdido mientras sigan alzándose voces como la que  ese dia se oyó .
 12 de marzo de 2011, Ópera de Roma, Riccardo Muti dirige el coro de los Hebreos de Nabucco y en medio de los aplausos, demandas de un bis.  El director acepta, y en el silencio recobrado, toma la palabra. Mirando al público, sin micro, sin notas, sin puesta en escena. "Ya no tengo treinta años, he vivido mi vida; pero como  un italiano que ha recorrido el mundo, siento vergüenza de lo que ocurre en mi país. Acepto pues vuestra petición de un bis para el Va, pensiero. No es solamente por la alegría patriótica que siento, sino porque esta noche, mientras el coro cantaba "Oh mis país tan bello y perdido", pensé que, si continuamos así, vamos a matar la cultura sobre la que la historia de Italia está construida. Y en ese caso, nuestra patria sería en verdad bella y perdida... y nosotros con ella..." "Yo, Muti me callé desde hace demasiados años. Ahora me gustaría... que le diésemos un sentido a este canto; puesto que estamos en nuestra casa, el teatro de nuestra capital, con un coro que canta magníficamente, si lo desean, les propongo que se unan a nosotros para cantar todos juntos"...

Carmen Glez Teixeira

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