domingo, 20 de noviembre de 2016

Estampas de la Historia de Francia en Cineuropa

Salón Teatro
Es noviembre  con sus tardes cortas y oscuras. Orballa. No importa. En la Rúa Nova, casi siempre silenciosa, un murmullo va y viene de unos soportales a otros, ahora repletos. Somos los fieles, los que esperamos la sesión de las seis. En unos minutos se abrirán las puertas del Teatro Principal. Dentro, la magia otra vez. Un invitado, que casi nunca falta, François Ozon, nos espera  con Frantz. Alemania. Después del Armisticio de 1918. En un pueblecito con sus casas à colombages. Anna va todos los día al cementerio, a llevar flores blancas a la tumba de Frantz, su prometido. Allí se encuentra con un joven francés también ante la tumba. Es Adrien, un amigo de Frantz en París. Ella informa a los padres de Frantz con los que vive. En el pueblo siguen considerando a los franceses enemigos y aunque la herida es muy reciente, el deseo de saber sobre la vida de su hijo es más fuerte que sus escrúpulos y lo invitan a cenar. Su presencia y el relato de los días vividos juntos en París son un gran consuelo para los padres. Anna y Adrien afianzan su amistad. Pero un día Adrien se va después de desvelar su identidad a Anna. Es ahora Anna la que irá a París en su busca. Es el tema recurrente del director, la identidad, su suplantación, nada es lo que parece, la mentira y la cobardía.  Esos personajes tan conmovedores, tan creíbles me lo hicieron entender y comprenderlos, algo a lo que me resistía en otras de sus películas. Pero no solo es lo que ocurre, al parecer inspirado en un film de Lubitsch sino el modo de contarlo, de una belleza apabullante. El uso del color: el blanco y el negro es el pasado y los días tristes del presente. El color los días de París que evoca Adrien: El Louvre, los cuadros de Manet, los cabarets, las lecciones de violín de Adrien a Frantz  así como los momentos felices del presente que parecen abrirse para Anna y Adrien... Paula Beer, bellísima (Anna ), es la gran revelación con su fragilidad y su fuerza . Y la música y los poemas de Verlaine. No se la pierdan.


Dos días después y en el mismo lugar, el libro de la Historia se abre tres siglos antes ofreciéndonos una estampa, casi pasada por alto hasta ahora: La muerte de Louis XIV. El director Albert Serra nos sitúa ante la agonía del Rey como si fuese un cuadro de la época. Versalles, una habitación en penumbra solo iluminada por una vela que nos permite ver las arrugas de su rostro, el estremecimiento de sus mejillas, el temblor de las manos. Mientras a su alrededor van y vienen cortesanos, médicos, representantes de la Iglesia, criados, que se desplazan de un modo casi imperceptible. El contraste entre la idea que nos hacíamos de ese Rey tan poderoso, despótico y amante de todos los placeres y la imagen que ahora se nos ofrece es enorme. El director consigue mostrar el lado más humano del Rey Sol: el cariño que siente por sus perros; la conmovedora despedida de su nieto, el Delfín, o su deseo de ver a Mme de Maintenon. Solo un momento de luz, cuando suena la música de Mozart. Sorprende así mismo el grado de aceptación del Rey que es consciente de su deterioro, de la incapacidad de los médicos, de su muerte cercana. Casi sin rebelarse, sin quejarse, sintiendo que su vida se termina. Si el objetivo del director era"retratar la banalidad de la muerte" lo ha conseguido con creces, mostrándonos, del modo más contenido, que sólo la muerte nos iguala. 

Suite Armoricaine de la directora Pascale Breton nos devuelve al mundo de hoy. Una universitaria que vive en París, Françoise Draison, regresa a Bretaña para impartir un curso de arte en la Universidad de Rennes. En sus clases invita a sus alumnos a explorar lo que está oculto en los cuadros que ha seleccionado, entre otros Les bergers d'Arcadie de Nicolas Poussin o un paisaje de Patinir Chéron traversant le Styx. En Rennes recuerda su juventud en la misma facultad  y al mismo tiempo su infancia bretona en un pueblecito del Finistère. Todo ello le llevará a replantearse su vida, a tomar un nuevo camino. Tuve la suerte de asistir a la sesión del viernes 18 en el Salón Teatro. Se abrió con la presencia de la directora  y del actor Kaou Langoët que interpreta el papel del protagonista masculino Ion. En las breves palabras que nos dirigió la directora mostró su agradecimiento por haber sido invitada a venir a la proyección de su película y sobre todo la agradable  sorpresa al descubrir que: "Il y avait une autre Bretaña en Galice...../ Había otra Bretaña en Galicia....." Interesante título para otro día pensaba cuando iba hacia mi coche con unas cuantas castañas calientes en la mano recién compradas en la maquinilla de tren de la esquina....

Carmen González Teixeira

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