Marcel Proust |
Las cartas entre Proust y Rivière acaban de ser publicadas en España por Ediciones La Uña Rota, con traducción, prólogo y notas de Juan de Sola. Es solo una pequeña parte de la correspondencia producida por Marcel Proust, un grafómano que vivía encerrado con sus enfermedades y prefería comunicarse por escrito; Philip Kolb, recopilador de la correspondencia proustiana, calcula que el escritor envió unas 100.000 cartas a lo largo de su vida. En el diálogo entre Proust y Rivière, el primero va desvelando las claves de su obra, su perfeccionismo obsesivo y su prodigiosa capacidad de observación.
La correspondencia empieza en 1914 y acaba en 1922, con la muerte de Proust a los 51 años. Rivière no le sobrevivió mucho tiempo: murió en 1925, de tifus, a los 38 años.
En cuanto leyó el primer tomo de En busca del tiempo perdido, Rivière se entusiasmó. Convenció a los responsables de la NRF para que rescataran la edición de Grasset pagada por Proust y se comprometieran a publicar el resto de su obra; el propio André Gide, responsable de haber rechazado el manuscrito en NRF, entonó un mea culpa: dijo que jamás podría perdonarse el error. Rivière, por tanto, fue descubridor, impulsor y patrocinador de una de las obras culminantes de la literatura del siglo XX. "Si no tuviera creencias intelectuales, si simplemente buscara rememorar y solapar recuerdos con los días vividos, no me tomaría, enfermo como estoy, la molestia de escribir", le dice Proust a Rivière. "¿ Se puede usted creer que ni siquiera pienso que la inteligencia sea lo primero en nosotros?" (...)Yo antepongo el inconsciente, que aquélla está llamada a aclarar, pero que es lo que constituye la realidad, la originalidad de una obra", le dice Rivière cada vez más fascinado por Sigmund Freud...
Enric González. París. El Mundo, miércoles 6 de diciembre de 2017.
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