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Enmanuel Carrére |
Emmanuel Carrère, tal vez el más brillante de los "aduaneros" que ejercen hoy en la frontera que separa la ficción y la no ficción (a falta de un mejor término"), desveló en la jornada inaugural de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) "dos o tres cosas concretas" sobre su experiencia como escritor: que el poder que uno tiene sobre las "criaturas reales"implica una responsabilidad mayor que en el terreno de la novela; que él, por suerte, aún no ha llegado nunca tan lejos como para ser "golpeado o demandado" por ninguno de sus personajes, pese a que algunos, eso sí, acabaron por odiarle; y que si es difícil tratar las vidas ajenas, tampoco es fácil gestionar la propia en ese género "antes conocido como autobiografía y hoy, como autoficción". El autor de Limónov prefirió tirar del hilo confesional a ofrecer "una teoría de la literatura" -"no tengo ninguna", se excusó-, en su discurso de aceptación del Premio FIL, de Literatura en Lenguas Romances. Lo hizo ante un auditorio abarrotado, que se fue llenando desde tres horas y media antes de su conferencia, con la clase de expectación popular que hace de la gran cumbre de la literatura en español algo único. Carrère escuchó los discursos que le precedieron sentado en una mesa repleta de personalidades políticas y literarias. Eso incluyó a dos premios Cervantes (Fernando del Paso y el más reciente Sergio Ramírez) y a un escritor mexicano, Jorge Volpi, que ofreció un agudo repaso a la trayectoria del francés. Y también a Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, invitada de honor a la FIL...
Carrère fue vitoreado con su recuerdo a la figura del escritor Juan Rulfo, que habría sido centenario este año que termina. El encuentro "a los veinte años", con sus libros Pedro Páramo y El llano en llamas, una obra breve pero de "enorme poder de irradiación", "fue una de las experiencias más fuertes" de la vida del autor ...
Iker Seisdedos. Guadalajara. El País, domingo 26 de noviembre de 2017
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