Marc Chagall |
Orquestada cronológicamente en tres actos o espacios, la nueva exposición parte con uno de los retratos más icónicos del artista ruso. Mi prometida con guantes negros, una excelente demostración de lo enclaustrado y encorsetado que se encontraba el arte de Chagall al llegar a París, centrado en sus amoríos. Pintada en 1909, dos años antes de llegar a la Ciudad de la luz, la obra nos transmite una sensación de inquietud y tensión completamente distintas de uno de sus primeros trabajos parisinos, la célebre Habitación amarilla. En este segundo cuadro, dos hombres y un buey se sientan a la mesa con la puerta abierta y un tercer vaso, "como esperando a alguien, esperando al propio pintor", explica la comisaria Lucía Aguirre, "es una celebración".
Meret Meyer Graber, nieta de Chagall y presente en la inauguración, se mostró "contenta" por poder mostrar el arte de su abuelo reunido en España y explicó su relación personal con el autor: "Tenía todos los manierismos del artista tópico y era pintor antes que abuelo. No le conocí hasta los 30 años y siempre fue muy reservado con su arte. Sí es cierto que, cuando pude hablar con él, descubrí una persona muy sensible y cuidadosa. Quería que su arte trascendiese a su tiempo", confesó...
Matías Rebolledo. Bilbao. Papel. El Mundo, viernes 1 de junio de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario