martes, 5 de junio de 2018

Chagall Ruso, Chagall Judío, Chagall Desatado

Marc Chagall
De siempre recomendable visionado, el documental Don't look at me es un excelente perfil de la televisión pública francesa con David Lynch como protagonista. El realizador, genio y enigmático por castigo, contaba en 1993 lo tedioso que le resulta explicar su obra: "Uso el lenguaje más como sonido que como significado", decía entonces con hastío. Lynch americano, presbiteriano y demócrata. De igual carácter arisco con su producción artística, era uno de los genios que alumbraron las vanguardias del siglo XIX: Marc Chagall (Rusia, 1887) llegó a afirmar que interpretar era "restringir el arte" y que explicar su obra no era más que "una excusa para denostarla". El pintor, cuyos cuadros se encuentran repartidos por buena parte de las pinacotecas más importantes de Occidente, es el protagonista absoluto de la nueva exposición del Guggenheim de Bilbao. Chagall. Los años decisivos, 1911-1919 reúne las obras clave de ese periodo y es un repaso por los años de ebullición del artista al llegar a París. A través de 86 obras, vemos como Chagall pasó de ser Mark Zajárovich Shagálov a codearse con Modigliani o Apollinaire y vivir la vida bohemia previa al estallido de la Primera Guerra Mundial.
Orquestada cronológicamente en tres actos o espacios, la nueva exposición parte con uno de los retratos más icónicos del artista ruso. Mi prometida con guantes negros, una excelente demostración de lo enclaustrado y encorsetado que se encontraba el arte de Chagall al llegar a París, centrado en sus amoríos. Pintada en 1909, dos años antes de llegar a la Ciudad de la luz,  la obra nos transmite una sensación de inquietud y tensión completamente distintas de uno de sus primeros trabajos parisinos, la célebre Habitación amarilla. En este segundo cuadro, dos hombres y un buey se sientan a la mesa con la puerta abierta y un tercer vaso, "como esperando a alguien, esperando al propio pintor", explica la comisaria Lucía Aguirre, "es una celebración".
Meret Meyer Graber, nieta de Chagall y presente en la inauguración, se mostró "contenta" por poder mostrar el arte de su abuelo reunido en España y explicó su relación personal con el autor: "Tenía todos los manierismos del artista tópico y era pintor antes que abuelo. No le conocí hasta los 30 años y siempre fue muy reservado con su arte. Sí es cierto que, cuando pude hablar con él, descubrí una persona muy sensible y cuidadosa. Quería que su arte trascendiese a su tiempo", confesó...
Matías Rebolledo. Bilbao. Papel. El Mundo, viernes 1 de junio de 2018

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