jueves, 16 de diciembre de 2021

Las entrañas de Annie Ernaux

Annie Ernaux

Annie Ernaux  (Lillebonne, Francia, 1940) lleva desde los 16 años escribiendo un diario. Religiosamente, sin cesar. A estas alturas de su vida serán ya decenas de volúmenes los que hablen de sí misma. Uno podría pensar que en seis décadas de narraciones caben muchos "bajé al super", "hoy no hice nada" o "me corté pelando patatas", pero no es el tipo de diario que escribiría Ernaux. "Siempre he tomado nota de los sentimientos, los hombres, los familiares, mi madre, mis hijos...Me acostumbré a anotar las emociones fuertes. Pero la vida vacía no la escribo nunca. Nunca escribo lo que hago en el día, eso no me interesa".

Imaginen la cantidad de páginas que habrá escrito reflexionando sobre los acontecimientos que más marcaron su vida. Un ciento o dos. Sin embargo, aquellas anteriores a 1962 las hemos perdido para siempre. Sus primeros papeles los dejó olvidados en la casa familiar y un día, tras leer lo que que su pequeña Annie había escrito en ellos -vivencias adolescentes, escenas sexuales y un largo etcétera-, su madre decidió quemarlos. "Olvidarlos allí fue un error por mi parte", aseguraba.

Las obras que la francesa ha publicado desde 1974 son, en conjunto, una autobiografía fragmentada en pequeñas dosis. Todas se basan en su memoria, que Ernaux escarba para rescatar historias personales. Y es gracias a sus anotaciones, algunas fotografías y los objetos que aún guarda, que va tejiendo su pasado.

Con Perderse, (publicado en Francia en 2001 y traducido ahora al castellano por Cabaret Voltaire) Annie nos regala íntegramente uno de esos diarios, el que se escondía tras las páginas  de Pura pasión. En aquella novela narraba la obsesión con un diplomático ruso que la llevó a parder la conciencia sobre sí misma. Es una historia de fragilidad en la que Annie recuerda como se sintió aquellos días en que se dejó llevar por un sentimiento que la idiotizó. 

En Pura pasión conocimos el deseo posproducido, comentado por una Annie del futuro a la que el tiempo ya había ayudado a ver la historia desde otra perspectiva. Ahora, en Perderse, leemos de una forma más desnuda a la Annie de aquel presente turbio y descontrolado...

La obsesión de Ernaux por referenciar sus anotaciones es también la obsesión de alguien que busca colocarse lo más cerca posible de la verdad y mantenerse fiel a lo que sería en aquel momento...Escudarse tras un diario es también una forma de hablar sin tapujos. Decía Ernaux que es ahí "donde se escribe con la brutalidad del momento. Donde somos menos políticamente correctos". Abrir la puerta a esa intimidad, en la que todos pensamos cosas que no nos atreveríamos a decir en alto, es su seña de identidad...

Belén Araújo. La voz de Galicia, viernes 5 de noviembre del 2021.

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