Se refiere el creador al pequeño reducto de personas que abandona el teatro, generalmente durante la primera media hora del espectáculo. Ocurrió cuando Tragédie se vio en los Teatros del Canal en 2015, dentro del Festival Internacional Madrid en Danza, y en casi cada una de las plazas que pisó durante años desde 2012, con las entradas agotadas. En 2014 se vio también en el Teatro Central de Sevilla. Como si esas sombras que se alejan en la penumbra del patio de butacas fueran parte de la propia coreografía. "La gente tampoco se marcha en desbandada, puede ser el 1%, pero lo entiendo, es lógico y también saludable. Hablamos de arte y uno acepta que los demás se quieran quedar o irse. Pero no voy a cambiarlo por ellos".
Lo que ha cambiado en esta nueva versión de Tragédie, "los detalles, y todo está en los detalles", aclara, se ha hecho para actualizar el cómo y el por qué de un discurso que, de algun modo, sigue irremediablemente vigente: esa búsqueda de la felicidad a través de la tragedia de ser humano. "En la primera versión sentí que había una separación de género (nueve bailarines y nueve bailarinas), y he necesitado romper con lo binario. De aquellos primeros 18 intérpretes de 2012 quedan 6, los 12 restantes son nuevos y tienen una edad entre los 19 y los 62 años. También hay nuevos ajustes en el sonido, en la iluminación...".
Cuenta Dubois que dejó de montar Tragédie por un par de razones. La primera, que ya no dirigía el Ballet du Nord, colectivo con el que la llevó por medio mundo. La segunda, por una especie de respiro existencial y artístico. "Mucha gente me pedía la obra y me negaba, tanto tiempo con ella... Este año he sentido que el silencio llegaba a su fin , pero en esta década han pasado muchas cosas y tenía que cuestionarla para que pueda seguir hablando del presente y del mañana de la humanidad"...
Mercedes l. Caballero. Madrid. El País, jueves 15 de diciembre de 2023.
No hay comentarios:
Publicar un comentario