lunes, 5 de diciembre de 2022

Una mirada conmovedora a la preadolescencia

Lukas Dhont ha contado que sintió el vértigo de la segunda película después del éxito de Girl, historia de una adolescente trans que quiere ser bailarina como la obtuvo la Cámara de Oro en Cannes en 2018. Perdido, se refugió en la casa de su madre. Fue ella quien el dio un valioso consejo: su nueva película debía contar lo que no se atrevió en la primera, el lugar exacto del dolor que, autobiográfico o no, era suyo.

Es difícil encontrar un momento de mayor fragilidad y a la vez esplendor que la preadolescencia y Close, la segunda película de este prometedor cineasta belga de 31 años, lo resume de forma conmovedora a través de la carrera que arranca con el vuelo de un juego infantil y culmina con la mirada de un niño ya adulto. Entre ambos se expande un infinito mar de flores, metáfora de esas flores rotas de las que habla esta desconsolada película.

Close se alzó con el Gran Premio del Jurado en el último festival de Cannes. Era una de las películas con mayor consenso, un drama demoledor sobre la amistad truncada de dos chicos que son como hermanos hasta que entran en el instituto. Con una sensibilidad a flor de piel, Lukas Dhont filma la llegada en bicicleta de sus dos personajes el primer día de clase, un plano que se abre a la panorámica  del bullicio y la excitación de su nueva realidad: un patio de recreo en el que, sin una sola palabra o gesto de más, todo está dicho. Ya no están solos y el juego se acaba. Un microcosmos que podría ser, desde propuestas diferentes, la otra cara de la ópera prima de la también belga Laura Wandel, Un pequeño mundo (2021), que ofrecía una devastadora inmersión en el bullying de un patio de recreo a través de la mirada de una niña pequeña que descubre la violencia que sufre su hermano acosado.

La valentía de aquella cría se mide ahora  con esa crueldad preadolescente cuya necesidad de aceptación desemboca en traicionarlo todo. Pero Close no es una película sobre el bullying, su tema es la sombra de la masculinidad desde la ternura de la masculinidad. Un pulso interior invocado en esos partidos de hockey de hielo en el que uno de los chicos desfoga sus miedos y su culpa.

Lukas Dhont hace un notable equilibrio. Con un pie en la tradición del cine social belga más admirable se adentra en el melodrama. De hecho, la música y los colores saturados de las floresdel campo juegan un papel emocional clave que rompe de forma explícita con esa tradición.

El cordón umbilical con los hermanos Dardenne se establece a través de la madre del crío más vulnerable de Close, interpretada por Émilie Dequenne. Tanto ella como Léa Druckerson son, junto a sus dos hijos, los cuatro pilares de una película interpretada con una delicadeza asombrosa.

Elsa Fernández Santos, El País, viernes 25 de noviembre de 2022.

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