Objetivo cumplido. Por fin en la plaza del Obradoiro, pero la peregrinación aún puede continuar . Algunos lo hacen desandando el camino hacia Sarria; otros deciden explorar nuevos horizontes poniendo rumbo al norte, buscando el fin del mundo en Finisterre. Hay otra opción que también mira la mar, alejada de los abruptos acantilados de la Costa da Morte. Es la que se abre a la ría de Arousa por la que, según reza la tradición, llegaron los restos del apóstol Santiago en una barca de piedra hasta Iria Flavia. Es la Ruta Marítimo-Fluvial Jacobea del Mar de Arousa y río Ulla -la Translatio- por la que miles de peregrinos llevan décadas navegando para acercarse a Compostela. ¿Y por qué no hacerlo al revés?
Unos llegan y otros van y la letanía del "buen camino" se adueña de un pantalán en el que confluyen nacionalidades y acentos de todo el planeta, Por allí anduvo Manuel Miranda, un gaditano que sumó su peregrinación número 28 y que esta vez eligió la ruta portuguesa acompañado de otros Amigos del Camino de Chipiona. Partieron con el objetivo de promocionar la Vía de la Plata entre Cádiz y Sevilla, radiando sus andanzas a diario para la emisora de su ciudad y agradecidos a la Guardia Civil por haberles sellado la Compostela en Armenteira. A pocos kilómetros de Santiago y ávidos de cruzar el Pórtico de la Gloria, contaban que lo mejor del viaje fue surcar el río Ulla. La Voz de Galicia no iba a ser menos, pero opta por hacerlo surcando el mar.
Embarcamos en el Palleiro Cuatro, un catamarán de veinte metros de eslora que realiza este itinerario desde al año 2014. Nos recibe la tripulación con una invitación a café y bizcocho casero y así arranca una travesía que descubre un remanso de paz en el que en esta época del año se cruzan infinidad de aves con cañaverales y eucaliptales como telón de fondo. Aun en los días más ventosos, este cauce ofrece un refugio que facilita una navegación tranquila; desde cubierta, dejando que la brisa sacuda el rostro, o a buen recaudo en el interior, con la banda sonora de A Santiago voy de los Tamara o la música de raíz de Treixadura. Toca relajarse y disfrutar. Santi Domínguez está en el puente con una mano en el timón y la otra en el micrófono para contar que estamos haciendo el único viacrucis marítimo que existe en el mundo. Son 17 cruceiros de piedra en los que Santiago, Teodosio, Atanarso y otros personajes bíblicos asoman para recibir al viajero ávido de descubrir una tradición secular en la que irrumpe el moderno puente ferroviario del AVE y los aerogeneradores de viento que empequeñecen Xiabre. Son los contrastes de este Mar de Santiago que se hace ría a la altura de Catoira descubriendo al viajero un paisaje insólito a sus ojos: los rañeiros aran Os Lombos del Ulla en busca de las preciadas almejas y un poco más allá -dejando atrás las islas de Cortegada, Malveiras y Con Balnco- se extiende un laberinto de estructuras flotantes en las que crece el rico mejillón gallego. Son las bateas a las que el pasaje se podrá acercar para ver la faena en vivo y directo. Es lo que más le llama la atención a la gente, explica Santi: ver como se extrae el marisco en su propio medio y navegar por un mar que parece un lago. Ya queda poco para llegar a Vilanova de Arousa, donde se invita al peregrino a un ritual de nuevo cuño: bautizar la concha de vieira en el mar jacobeo.
Mónica Irago y Martin Miser. La Voz de Galicia, sábado 26 de noviembre de 2022.
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