Imagen de Tori et Lokita |
Lokita, de 16 años y Tori, de 11, se buscan la vida en Lieja, sin otra ayuda que su indisoluble vínculo, esperando los papeles que legalicen su situación; haciéndose pasar por hermanos, a merced de la burocracia y de las mafias que los explotan. "No hay realismo sin imaginación", dijo alguien que no conseguimos recordar y de eso encontramos mucho aquí, con todos los pequeños detalles tiernos y duros de la vida cotidiana de la pequeña pareja -¡esa canción que cantan ingenuamente en el karaoke, que no es otra cosa que la crónica de su propia existencia!-, expuestos con la sabiduría y la paciencia del que sabe mirar y escuchar. La intimidad de la miseria es puro lirismo en las pequeñas cosas de la supervivencia diaria de estos niños.
Los Dardenne han encontrado oro puro en los dos chicos debutantes del filme. Pero la película no sería nada sin la mano maestra y firme de los directores, dignos herederos del Bresson de Mouchette, el Ken Loach de Kes, el Pialat de A nuestros amores, el Truffaut de Los 400 golpes, el Rossellini de Alemania año cero...
A pesar de un final aparentemente despiadado, la sensación agridulce de esta película nos acompañará mucho tiempo. Estamos ante una obra de utilidad y belleza infinitas.
Eduardo Galán Blanco. La Voz de Galicia,, sábado, 12 de noviembre de 2022.
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