viernes, 27 de abril de 2012

Al día: El gran combate del siglo XVIII


 El historiador Philipp Blom disecciona la pelea entre el radicalismo de las Luces, personificado en Diderot o Hume, y el diabácolico Rousseau. La Ilustración fracasó porque basicamente dejó intacto el edificio teocrático del antiguo régimen. Sus héroes: Denis Diderot, David Hume o el barón d'Holbach, que representa el auténtico radicalismo de las Luces, perdieron la batalla frente al "diabólico" Rousseau y los "soft ilustrados" Kant y Voltaire que se limitaron a "coger el pensamiento cristiano y securalizarlo, pero dejando intactos los reflejos culturales", lo que permitió a la burguesía  asentarse en las estructuras de poder del siglo XIX librándose, en lo civil, de la parte más farragosa del dogma. Esta es la tesis del último libro del historiador austriaco Philipp Blom (Hamburgo, 1970), Gente peligrosa. El radicalismo olvidado de la Ilustración Europea (Anagrama). Blom que ya había visitado el siglo XVIII en Encyclopédie y el arranque del siglo XX en el brillante Años de vértigo, ha regresado al Siglo de las Luces para hurgar y deleitarse en las huellas de los salones literarios del París de la Ilustración para señalarnos a los traidores culpables de este fracaso: el primero de todos, Jean Jacques Rousseau, un antiilustrado, "el primer romántico" que es "el padre de las dictaduras, del totalitarismo".
J.M.Martí Font, Barcelona. El País, jueves 26 de abril de 2012

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