En mis dos recientes viajes a Francia apenas si he tenido unos minutos para curiosear en alguna librería y proveerme de algunos libros con los que me hubiera gustado volver. En Paris, imposible; los cortos espacios de tiempo libre que concedíamos a los alumnos siempre coincidían sin librerías a la vista o a horas en que estaban cerradas. En Tartas solo había una pequeña Maison de la Presse con varios best-sellers en el “présentoir”. Por eso me consideré una afortunada cuando durante la visita de Burdeos, después de una breve escapada para ver a una amiga, al regresar a mi cita con el grupo, pasé delante de La machine à lire, la librería que prefiero de la ciudad. La recordaba en el barrio de la Place du Parlement pero no exactamente en el lugar donde la encontré. Y allí, enseguida empecé a recibir señales de libros conocidos, recientes o no tanto, que por alguna razón no había leído en su momento pero que esperaba leer. Tuve que disciplinarme y decidirme, sin tiempo que perder. Un roman russe parecía estar esperándome, he aplazado en varias ocasiones su lectura; a su lado, en la misma sección de novedades sucumbí ante dos desconocidos que sin embargo me decían algo: Avant de Pontalis en Gallimard et L’Urgence et la Patiente de Philippe Toussaint. Los dos los escogí por sus títulos. Más tarde supe porque me resultaban familiares.
Emmanuel Carrère, el autor de un Roman russe es uno de los escritores más considerados en el actual panorama literario francés: “Carrère se está convirtiendo, a sus 51 años, en el autor francés más poderoso, un nuevo Dostoievski”, Jean François Kervéan. La novela se publicó en 2007 en P.O.l..éditeur/ en Anagrama, 2009. En una novela rusa el autor se escoge como tema. Es un relato autobiográfico de dos años esenciales en la vida del escritor. Varias historias se superponen como las matrioshkas, las muñecas que escoden otra en su interior: los viajes a Rusia para llevar a cabo el proyecto del film Viaje a Kotelnich; la historia de amor con Sophie; la infancia de Carrère, su relación con su madre. La novela familiar con sus zonas de sombra, su abuelo, un emigrado ruso que se instala en Francia, en Bordeaux al poco de estallar la Revolución Rusa , un desaparecido en condiciones enigmáticas en 1944, en el momento de la Liberación , sospechoso de haber colaborado con los nazis. La historia de una familia perseguida por un fantasma que los cubre de miedo y de vergüenza.
Para Baptiste Liger(Lire, 2007), hay algo que une todas estas pista, probablemente, el sentimiento de humillación; el autor parece estar de acuerdo. “Si, probablemente sea eso. Mi abuelo sufrió una humillación. Yo también, con mi relato en le Monde”.El autor escribió para Sophie una nouvelle / relato, erótica que publicó en Le Monde en el verano de 2002, que forma parte de Una novela rusa como un episodio fundamental de su historia con Sophie.
En Letras Libres, Juan Manuel Villalobos se pregunta: “¿qué hay detrás de Una novela rusa? Hay un libro sincero, violento, brutal, el striptease de un escritor-egoísta, egocéntrico- pero que desvela a quien quiera leerlo un mundo desprotegido, frágil, de vidas solitarias y violentas pero también ternura, amor y comprensión.”
Emmanuel Carrère es hijo de Hélène Carrère d’Encausse, la secretaria perpetua de la Académie Francesa , historiadora especialista de Rusia, Gran Cruz de la Legión de Honor. Descubrí primero a la madre que al hijo, leyendo alguno de sus textos cuando preparaba las Jornadas de la Asociación “La France que nous aimons” pero tardé en relacionarla con su hijo. Y es precisamente esa relación entre madre e hijo, conmovedora, que subyace a lo largo de la novela para culminar en las últimas páginas del libro, una carta que escribe a su madre desde Kotelnitch; páginas tiernas, luminosas, llenando de sentido esta novela rusa que no es más que el libro que escribió para ella: “Le livre est fini, maintenant. Accepte-le. Il est pour toi” ./ “El libro está terminado, ahora. Acéptalo. Es para ti.”
C.G.T.
C.G.T.
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