2 otoños, 3 inviernos, (dirección: Sébastien Betbeder,Francia, 2013), cuenta una historia de amor, desamor y posible o imposible reconstrucción en 40 fragmentos numerados, divididos por una cesura en el centro de la película que determina el orden creciente o decreciente de los factores. Puede sonar raro, pero es puro juego: un juego casi oulipiano, un mecano del sentimiento que mantiene la presencia de una constante -el actor Vincent Macaigne, en las antípodas del galán romántico al uso- con otra película francesa reciente -La chica del 14 de julio, (2013, dirección: Antonin Pertjatko)-....Privilegiando el fragmento y la fuerza del detalle insignificante y revelador, la película permite a sus personajes romper reiteradamente la cuarta pared, ya sea en el transcurso de una escena narrativa o descontextualizando sus figuras sobre un croma tan evidente como irresistible. 2 otoños, 3 inviernos, es posiblemente la película más fresca en cartel.
Jordi Costa.El País, viernes 13 de marzo de 2015
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