sábado, 21 de marzo de 2015

Giner de los Rios en Bretaña

Lorient
El maestro de la educación interior, un artículo firmado por Francisco J. Laporta, publicado en El País, Cuarta Página, miércoles 18 de febrero, 2015, me hizo recordar el Premio Giner de los Ríos que recibimos 21 alumnos del Instituto Eduardo Pondal conmigo como coordinadora en 1986, por un trabajo llevado a cabo durante un intercambio escolar en Bretaña, en el Collège Kerolay de Lorient. Se conmemoraba ese año, en la primera semana de mayo de 1985, el final de la Segunda Guerra Mundial. La coincidencia en las fechas, en los escenarios (Bretaña y Normandía fueron  el  objetivo principal de las operaciones militares por tierra, mar y aire), y también  los  actores. Con nuestra  estancia en  Lorient  me  pusieron en bandeja  la  ocasión  de
intentar un trabajo de grupo, fuera de las aulas, relacionado con la lengua y la cultura que aprendían y de un gran valor formativo. Y me lancé sin pensarlo dos veces. Hoy me pregunto cómo logré una respuesta tan entusiasta por parte de aquellos adolescenes de los que hoy he perdido  la pista, de casi todos. Al menos de dos tengo noticias: Anabel Osorio, hoy neuróloga en una clínica de nuestra ciudad que formaba parte del grupo, es la madre de un alumno excelente, Martiño Rial, de mi clase actual de 3º S. Ana López Suevos que firma  la conclusión seleccionada del proyecto,  es Magistrada  en los Juzgados de Santiago. Hace dos o tres años, en un momento de desánimo, de esos en que uno se pregunta si habrá valido de algo lo que hemos hecho en nuestra vida, estoy ya en etapa de balance, hice limpieza en el armario donde voy guardando los archivos y el trabajo del premio desapareció con un montón de papeles que consideré caducados. Menos mal que encontré, en la biblioteca del Instituto, la publicación que hizo el Ministerio: Premios Giner de los Ríos a la innovación educativa. 1983/1986, financiada, igualmente que los premios por por la Fundación Banco Exterior. El premio de 500.000 pesetas lo recibí de manos de Boyer y con él costeamos un viaje a París con el grupo ganador.
El bellísimo artículo que Francisco Laporta dedica al gran Maestro comienza con la descripción  del entierro, en el cementerio civil  de Madrid, el 20 de febrero de 1915, de don Francisco Giner de los Ríos : "Todos, (Azcárate, Cossío, Azorín, Unamuno, Machado, Ortega, Azaña, Emilia Pardo Bazán, Juan Ramón), todos quedaron como suspendidos en una honda sensación de orfandad...La muerte de Giner  dejó a la cultura española sin aliento, sin calor, sin luz. Aquel hombre incomparable  había sido  su más importante referencia moral durante medio siglo. Y la más decisiva incitación educativa de la España contemporánea....Había dicho suavemente su gran verdad a todos los maestros hambrientos y desasistidos de España : que el oficio de educar era la más importante empresa nacional. Una lección que aún nos sigue repitiendo y que tenemos que aprender  de nuevo una y otra vez." 
En la síntesis del trabajo que aparece  en la publicación  se reproduce con mucho acierto las lineas generales del estudio: La distribución de los alumnos en tres grupos, (los acontecimientoslas huellas de los acontecimientos, el reflejo de esa etapa histórica en la enseñanza). Las tres fases de la elaboración (sensibilización e información, reflexión y formulación de enunciados, elaboración de conclusiones) que se corresponden  las dos primeras  a las dos semanas de la duración de la estancia en Bretaña, la tercera, otras dos semanas posteriores al viaje. Hay  también muestras de los cuestionarios y fichas de trabajo que se le facilitaron a los alumnos. Un relato de una de las visitas realizadas,  la de la base submarina de Keroman firmado por la alumna Ana Carballo y la conclusión de Ana López Suevos, un texto que me conmovió al leerlo ahora, treinta años después, por su calidad literaria: la claridad en la exposición de las ideas. la delicadeza, la elegancia del estilo... Buen trabajo, queridos alumnos.
El paisaje de Bretaña y la baja Normandía como fondo. Además de las visitas siempre con el objetivo del tema del trabajo que hicimos en Lorient, hubo un viaje dentro del viaje. El fin de semana  nos desplazamos a los lugares más memorables de los hechos: las playas del desembarco y dos de los cementerios. Pasamos la noche en un albergue cerca del Mont Saint-Michel donde al día siguiente, hicimos nuestra primera parada, muy de mañana. De allí a Arromanches con su Museo Memorial frente a la playa infinita. Probablemente lo que más nos impresionó a alumnos y profesores fueron los dos cementerios en cuya visita fue decisiva una  pedagógica luz que los acompañó. Las blancas tumbas del Cementerio Americano, en St. Laurent, en lo alto de un promontorio sobre las playas del desembarco, resplandecían bajando hacia el mar, mimadas por el sol que se ocultó por completo, por la tarde, en el Cementerio Alemán de´Le Cambe, ya de por sí oscuro con sus tumbas de piedra gris invocando la muerte. 

Si tuviese  que condensar lo que viví en esta experiencia en un momento, en una imagen, no lo dudaría. Mientras los alumnos acompañados por los profesores franceses que colaboraron con nosotros, subían a visitar el Mont Saint-Michel, espero sola, abajo, al nivel del agua. Es uno de los primeros días de  un suave marzo. Solo hay silencio y un horizonte rosado que se refleja en la bahía, tiñendo a la vez también de un rosa tenue el islote rematado por las torres de la abadía. Un instante de plenitud, el desorden del mundo vuelto armonía, un gracias a la vida. 
Francisco Giner de los Rios
 Me uno a Laporta de nuevo para hacer mío el pensamiento  con el que cierra su artículo: "Para Giner de los Ríos había que transmitir  en la educación la idea de que la propia vida ha de ser vista como una obra de arte, como la realización libre y capaz de las ideas que cada uno se forja en el espíritu, la plasmación de un proyecto personal. En eso consistía ser dueño de sí mismo. Y a eso se entregó en la Institución Libre de Enseñanza." 
Carmen Glez Teixeira




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