Lorient |
El bellísimo artículo que Francisco Laporta dedica al gran Maestro comienza con la descripción del entierro, en el cementerio civil de Madrid, el 20 de febrero de 1915, de don Francisco Giner de los Ríos : "Todos, (Azcárate, Cossío, Azorín, Unamuno, Machado, Ortega, Azaña, Emilia Pardo Bazán, Juan Ramón), todos quedaron como suspendidos en una honda sensación de orfandad...La muerte de Giner dejó a la cultura española sin aliento, sin calor, sin luz. Aquel hombre incomparable había sido su más importante referencia moral durante medio siglo. Y la más decisiva incitación educativa de la España contemporánea....Había dicho suavemente su gran verdad a todos los maestros hambrientos y desasistidos de España : que el oficio de educar era la más importante empresa nacional. Una lección que aún nos sigue repitiendo y que tenemos que aprender de nuevo una y otra vez."
En la síntesis del trabajo que aparece en la publicación se reproduce con mucho acierto las lineas generales del estudio: La distribución de los alumnos en tres grupos, (los acontecimientos, las huellas de los acontecimientos, el reflejo de esa etapa histórica en la enseñanza). Las tres fases de la elaboración (sensibilización e información, reflexión y formulación de enunciados, elaboración de conclusiones) que se corresponden las dos primeras a las dos semanas de la duración de la estancia en Bretaña, la tercera, otras dos semanas posteriores al viaje. Hay también muestras de los cuestionarios y fichas de trabajo que se le facilitaron a los alumnos. Un relato de una de las visitas realizadas, la de la base submarina de Keroman firmado por la alumna Ana Carballo y la conclusión de Ana López Suevos, un texto que me conmovió al leerlo ahora, treinta años después, por su calidad literaria: la claridad en la exposición de las ideas. la delicadeza, la elegancia del estilo... Buen trabajo, queridos alumnos.
El paisaje de Bretaña y la baja Normandía como fondo. Además de las visitas siempre con el objetivo del tema del trabajo que hicimos en Lorient, hubo un viaje dentro del viaje. El fin de semana nos desplazamos a los lugares más memorables de los hechos: las playas del desembarco y dos de los cementerios. Pasamos la noche en un albergue cerca del Mont Saint-Michel donde al día siguiente, hicimos nuestra primera parada, muy de mañana. De allí a Arromanches con su Museo Memorial frente a la playa infinita. Probablemente lo que más nos impresionó a alumnos y profesores fueron los dos cementerios en cuya visita fue decisiva una pedagógica luz que los acompañó. Las blancas tumbas del Cementerio Americano, en St. Laurent, en lo alto de un promontorio sobre las playas del desembarco, resplandecían bajando hacia el mar, mimadas por el sol que se ocultó por completo, por la tarde, en el Cementerio Alemán de´Le Cambe, ya de por sí oscuro con sus tumbas de piedra gris invocando la muerte.
Si tuviese que condensar lo que viví en esta experiencia en un momento, en una imagen, no lo dudaría. Mientras los alumnos acompañados por los profesores franceses que colaboraron con nosotros, subían a visitar el Mont Saint-Michel, espero sola, abajo, al nivel del agua. Es uno de los primeros días de un suave marzo. Solo hay silencio y un horizonte rosado que se refleja en la bahía, tiñendo a la vez también de un rosa tenue el islote rematado por las torres de la abadía. Un instante de plenitud, el desorden del mundo vuelto armonía, un gracias a la vida.
Me uno a Laporta de nuevo para hacer mío el pensamiento con el que cierra su artículo: "Para Giner de los Ríos había que transmitir en la educación la idea de que la propia vida ha de ser vista como una obra de arte, como la realización libre y capaz de las ideas que cada uno se forja en el espíritu, la plasmación de un proyecto personal. En eso consistía ser dueño de sí mismo. Y a eso se entregó en la Institución Libre de Enseñanza."
Carmen Glez Teixeira
El paisaje de Bretaña y la baja Normandía como fondo. Además de las visitas siempre con el objetivo del tema del trabajo que hicimos en Lorient, hubo un viaje dentro del viaje. El fin de semana nos desplazamos a los lugares más memorables de los hechos: las playas del desembarco y dos de los cementerios. Pasamos la noche en un albergue cerca del Mont Saint-Michel donde al día siguiente, hicimos nuestra primera parada, muy de mañana. De allí a Arromanches con su Museo Memorial frente a la playa infinita. Probablemente lo que más nos impresionó a alumnos y profesores fueron los dos cementerios en cuya visita fue decisiva una pedagógica luz que los acompañó. Las blancas tumbas del Cementerio Americano, en St. Laurent, en lo alto de un promontorio sobre las playas del desembarco, resplandecían bajando hacia el mar, mimadas por el sol que se ocultó por completo, por la tarde, en el Cementerio Alemán de´Le Cambe, ya de por sí oscuro con sus tumbas de piedra gris invocando la muerte.
Si tuviese que condensar lo que viví en esta experiencia en un momento, en una imagen, no lo dudaría. Mientras los alumnos acompañados por los profesores franceses que colaboraron con nosotros, subían a visitar el Mont Saint-Michel, espero sola, abajo, al nivel del agua. Es uno de los primeros días de un suave marzo. Solo hay silencio y un horizonte rosado que se refleja en la bahía, tiñendo a la vez también de un rosa tenue el islote rematado por las torres de la abadía. Un instante de plenitud, el desorden del mundo vuelto armonía, un gracias a la vida.
Francisco Giner de los Rios |
Carmen Glez Teixeira
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