Después de la construcción de una nueva presa en el río entre los años 2006 y 2009, única en el mundo por su doble funcionalidad para el flujo de las aguas del río y del mar, este espectáculo natural ha quedado tan controlado que a partir de ahora la subida de la marea, dos veces al día, garantiza casi totalmente que el perímetro exterior del monte se encuentre rodeado de agua en el momento más álgido de la pleamar. Y mejor que no le sorprenda en las arenas próximas a la abadía, en las que antiguamente perecían ahogados cientos de peregrinos medievales, los llamados miquelots, al intentar llegar caminando desde la isla de Tombelaine, el peñasco de granito situado a tres kilómetros de la abadía que servía de refugio y descanso antes de acometer la etapa final hasta el monasterio. Ahora todos los días un helicóptero realiza un vuelo de reconocimiento del área poco antes de que toda la zona quede completamente inundada y. aunque parezca mentira, el proceso es tan rápido que a más de uno le pilla desprevenido y como mínimo queda empapado antes de asistir desde la isla a uno de los grandes espectáculos de la naturaleza que brinda el mar. Casi en un abrir y cerrar de ojos, con las corrientes de agua llegando de un lado y de otro, todo queda sumergido menos el monte, siempre erguido y desafiante frente el Atlántico. Estas grandes mareas en la bahía de Saint-Michel se producen cada dieciocho años, cuando las fuerzas de la Luna y el Sol se conjugan durante el equinocio. En la actualidad este fenómeno natural solo lo supera en el mundo otro similar en las aguas de la bahía de Fundy, en la costa atlántica del Canadá. Obviamente, los antiguos peregrinos no podían imaginar la dimensión y la fuerza de estas mareas, cosa que ahora sí vigila y regula el Servicio Hidrográfico y Oceánico de la Marina francesa, encargado de medirlas con una tabla que oscila entre coeficientes de 20 a 120. Por ejemplo, el pasado 21 de marzo alcanzó el parámetro 119, siendo esta marea del siglo muy parecida a la que se dio por última vez en 1997. La próxima de este nivel se producirá en 2033. Hoy por hoy, tras las obras realizadas en el entorno, se garantiza que los flujos de agua en los alrededores del monte estén siempre en coeficientes extraordinarios entre 100 y 119 y que la diferencia de altura entre la marea alta y la baja se sitúe alrededor de los 14 metros, por lo que el emblemático monumento vuelve a ser casi todos los días una isla en la cota más alta de la pleamar...
Javier Carrión. Viajar, enero de 2016
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