En dos dedicatorias de sendos regalos entre una pareja en forma de libros se puede esconder no sólo la raíz de ese amor; también la probable razón de su fracaso. O incluso el secreto de su éxito a pesar de lo inconciliable de sus orígenes, de sus gustos, de sus estilos, de su educación, de sus objetivos. Él firma para ella:" Para mi peluquera kantiana". Ella firma para él: "Para mi gatito filósofo". En ellas hay implicaciones sociales, y por supuesto, implicaciones sobre la ética y la estética. "Todo es materia filosófica", dice a sus alumnos el protagonista masculino de la muy interesante No es mi tipo, dirigida por el belga Lucas Belvaux. Empezando por la relación sentimental entre un escritor y filósofo, estirado e hipercontrolado, culto, complejo y vanidoso, y una peluquera vitalista y colorista, adicta al karaoke, espontánea, carnal y feliz. El tercer vértice del triángulo de No es mi tipo no es una persona sino un lugar: Arras, a dos horas de París, una pequeña ciudad de provincias, gris y aburrida, donde todos se conocen, con fácil traducción a la española, que ejerce de lugar de castigo para el profesor ("yo soy muy parisino"). Desde el precioso plano desde dentro de la peluquería, con su gran escaparate, que alcanza de soslayo a un recién llegado a la ciudad que podría, la fuerza del destino, no llegar a entrar nunca, No es mi tipo muestra sin juzgar, reflexiona sin explicar, y deja la respuesta al espectador, incluso con un final equívoco y quizá no del todo satisfactorio. Amor, entorno, sociedad, carácter y consecuencias. Una encantadora película para pensar.
Javier Ocaña. El País, 7 de enero de 2016
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