Dos exposiciones en Madrid y en Málaga recuerdan a la fotógrafa francesa. Laure Albin Guillot fue la reina de la fotografía francesa durante dos décadas, entre los años 20 y 40 y algo más allá, y sorprendentemente, su obra y su figura se eclipsaron en la segunda mitad del siglo XX. Después de la Segunda Guerra Mundial, lo que se valoró fue la vanguardia de entreguerras, la modernidad rompedora, la creación y las biografías personales unidas a la bohemia azarosa o al compromiso, y Laure Albin Guillot quedó fuera de foco. En 1996, una exposición en el Museo de Evreux recuperó su obra, y el rescate definitivo se produjo hace apenas dos años con una gran muestra de sus fotografías en el Jeu de Paume, que, precisamente, trataba de reflexionar sobre la cuestión del clasicismo, de redescubrir los valores y sugerencias alojados en él tras primar durante décadas los vectores de ruptura manifiesta. La exposición Son modernas.Son fotógrafas, reúne en el Centro Pompidlu de Málaga, hasta el 24 de enero, más de 140 imágenes de una veintena de mujeres artistas de la cámara que trabajaron en el período de esplendor de Albin Guillot, quien tiene una destacadísima presencia. La casualidad ha querido que en la galería madrileña Casa Sin Fin, y hasta el 9 de enero, se exhiban un montón de fotos de Albin Guillot contrastadas con cinco imágenes de Robert Doisneau,¡Y tan contrastadas! Doisneau -el de El beso (1950), frente al ayuntamiento de París- era 33 años más joven que Laure Albin Guillot, perteneció a una generación de fotógrafos totalmente distinta en sus medios, intereses y técnicas. Albin Guillot también tuvo unos objetivos y un modo de vida muy diferentes a los de sus compañeras acogidas en la excelente muestra del Pompidou malagueño, si bien compartió con algunas de ellas la dedicación al desnudo, al retrato, a la moda, a la publicidad, a la ilustración. No al reporterimo ni al testimonio, ni a la fotografía callejera. Albin Guillot fue una fotógrafa más bien de estudio, y cuando salía de él, sus fotos de calles o interiores de edificios no pretendían fijar el suspiro momentáneo de una escena furtiva, sino algo más inmanente y estático....
Manuel Hidalgo. El Mundo, sábado, 2 de enero de 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario