La posible salida en libertad del protagonista El adversario propicia una revisión crítica de la icónica obra de Emmanuel Carrère. Un condenado sale en libertad después de cumplir su pena, y resulta que el condenado también es el protagonista de una novela. ¿Es un personaje? ¿O una persona? El efecto es inquietante. Jean-Claude Romand podría salir de la cárcel en los próximos días en libertad, si así lo deciden los jueces. Suponemos que retomará una vida discreta y normal, tras pasar la mitad de su vida adulta inmerso en una ficción gigantesca y atroz, y la otra entre rejas.
Hay otro Jean-Claude Romand además del real: el personaje de la novela El adversario . Este es el título del libro en el que el escritor francés Emmanuel Carrère cuenta la historia del hombre que durante 18 años engañó a su familia y a sus amigos -a todo el mundo- haciendo creer que era un médico ilustre y un alto funcionario de la Organización Mundial de la Salud en Ginebra. El Jean-Claude Romand personaje es el protagonista de la obra que consagró a Carrère como un autor central en las letras francesas contemporáneas. El impacto del libro -relato real, o novela sin ficción, por decirlo al modo de Javier Cercas- al publicarse en el año 2000, no se ha diluido. La posible salida de prisión de Romand -fue condenado a cadena perpetua por matar a sus padres, a su esposa y a sus hijos en enero de 1993- es un epílogo a una historia cuyo significado no se agota en una lectura y varía con el tiempo.
El antecedente más citado de El adversario es A sangre fría, de Truman Capote, novela de ficción -así la llamaba su autor- sobre el asesinato de una familia de granjeros en Kansas. Las diferencias son evidentes. Capote pretendía ser objetivo, como una cámara fría y omnisciente; Carrère narra en primera persona e implicándose en la historia. Capote pretendía hacer una crónica periodística en la que nada era inventado, pero fabricaba escenas y conversaciones: engañaba; Carrère cuenta lo que sabe y cómo lo sabe: el foco es más limitado -el narrador no lo ve y oye todo-, pero más honesto y verosímil.
Podría argumentarse que el antecedente de El adversario es otro, menos evidente que A sangre fría: El extranjero, de Albert Camus, también la historia -en este caso ficticia- de un asesinato y una condena. Ambos libros se parecen por su brevedad y también por los abismos existenciales a los que ambos relatos arrojan. Y por los protagonistas Mersault y Romand, dos hombres solitarios, enigmáticos, arrastrados en su vaivén vital por qué fuerzas. Uno mató porque hacía calor y el sol pegaba fuerte; el otro, porque un día no se presentó a un examen y esto abrió las compuertas a una catarata de mentiras que desembocó en una matanza. El adversario y El extranjero se parecen incluso en las fuentes de inspiración. La frase corta y seca de Camus en su novela es la de la novela policíaca norteamericana de los años treinta; el relato periodístico de Carrère bebe del periodismo de revistas como The New Yorker y de Capote...
Marc Bassets.Babelia. El País, sábado 22 de septiembre de 2018
Leer y tejer empieza mañana una semana larga de vacaciones. a partir del 8 de octubre retomaremos nuestra cita diaria. Hasta pronto.
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