Hélène Langevin-Joliot rodeada de jóvenes estudiantes |
Quedamos con Hélène en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, donde su abuela Marie ocupa un lugar destacado en la exposición Mujeres Nobel. Hélène aparenta menos de los noventa años que tiene. Su mirada es curiosa y sus pasos ágiles. Viste pantalones, camisa de algodón y chaqueta de lana, todo muy sencillo. Sobresale un pañuelo anudado a su cuello. "Es de Hermès, muy antiguo, regalo de mi tía Ève", nos aclara.
Confiesa Hélène que lo que más le ha marcado fue vivir la II Guerra Mundial, mucho más que pertenecer a una familia con cinco premios Nobel, aunque llevar ese ADN familiar también le ha supuesto mucha presión social. La guerra fue un tiempo difícil para ella porque su madre estuvo enferma de tuberculosis entre 1935 y 1948 y no remontó hasta que se descubrió la estreptomicina. A su abuelo no lo conoció, tenía 7 años cuando murió su abuela Marie, una mujer cariñosa y dulce que jugaba con ella en el parque, la llevaba a pasear por la orilla del Sena, y la envolvía de amor y ternura. Fue a partir de los 15 años cuando empezó a tener conciencia de la importancia del trabajo de su abuela y de la repercusión que tenía el decir su nombre o el de sus padres en todo el mundo...
Hélène terminó el bachillerato con muy buenas notas. En su casa se hablaba de ciencia continuamente , y ella pensaba que era un trabajo fácil, así que se dejó llevar por aquel impulso y por la sensación de poder ser feliz a través de su profesión... "Nunca he pertenecido a ninguna asociación feminista"..."Yo estoy ligada con el comunismo desde un punto de vista intelectual"...
Al termina la guerra, Hélène comienza a trabajar en el laboratorio; se casa, tiene dos hijos y compagina la maternidad con su trabajo. En su familia la igualdad se da por hecha. "Cuando llegó en los años 60 el movimiento feminista para la igualdad entre hombre y mujer, yo ya la tenía desde que nací...Yo he descubierto los problemas de la mujer para incorporarse a la ciencia y a la igualdad hace unos 30 años, porque nunca lo había vivido...
Hoy la vida de Hélène Langevin-Joliot transcurre plácidamente en su casa de las afueras de París."Sigo leyendo todas las revistas científicas y últimamente me interesa mucho el movimiento llamado La unión racionalista. Fui presidenta de este movimiento de 2004 a 2012. y sigo siendo la directora de la sección científica. Intentamos llevar la ciencia al público en general y especialmente a la juventud"..."Se trata de compaginar la ciencia con las humanidades, esa es la fórmula perfecta...
Paloma Sanz. El Mundo. Fuera de serie, domingo 7 de mayo de 2018
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