sábado, 4 de abril de 2020

Abril en París, cerezos en flor

Ya estamos en abril. Abril en París, cerezos en flor es el primer verso de un famoso standar de jazz, April in Paris. El tema original se añadió a última hora a un fracasado musical de Broadway de 1932. Lo compuso un ruso emigrado, Vernon Duke, autor de Autum in New York, y escribió su letra E.Y.Harburg, consagrado por El mago de Oz y su Over The Rainbow.
Count Basie lo resucitó en los 50 con tal éxito que dio pie a versiones de todos los grandes del jazz, de Bill Evans a Winton Marsalis, pasando por Charlie Parker, Sinatra, Thelonius Monk, Sara Vaughan, Glen Miller o Doris Day, protagonista del acaramelado film homónimo. La versión más célebre es la Ella Fitzgerald y Louis Armstrong.
En este abril de 2020, los cerezos han florecido en París pero no hay "mesas festivas bajo los árboles", como dice la canción. Ni en ningún otro sitio. A las ocho de la tarde, tras ráfagas de aplausos, los vecinos se saludan de ventana a ventana, un gesto inusitado hace 15 días. Poco después un toque de queda, París se vacía del todo. Y se sumerge en un silencio monástico, de pueblo pequeño, de ciudad fantasma. Un silencio que nos hubiera parecido relajante antes del confinamiento cuando el runrún del tráfico, salpicado de golpes impacientes de klason y de estridentes sirenas de los vehículos de emergencias, nos irritaba. Sólo queda el estruendo del camión de la basura, la vida sigue.
Cuando no habían cerrado los muelles del Sena, se oía el agua chocar contra los petriles de los puentes. Se oyen las campanas de las iglesias y el carillón del ayuntamiento. Y a los pájaros alborotar al amanecer.
Hoy, como cada primer miércoles de mes, a las 12 en punto, las sirenas de alerta sonarán durante 141". Antes nadie reparaba en ellas, con los críos saliendo ruidosos del colegio. Hay 4.500 en toda Francia, una red creada en 1954 para advertir a la población de un bombardeo y desde 1973 de riesgos nucleares, bacteriológicos o químicos. En caso de peligro inminente, deben emitir tres secuencias de 141". Qué metáfora tan fácil. Su ulular durante 66 años ha sido inútil. Cuando el Covid-19 llegó en silencio, las sirenas no sonaron y ningún gobernante vio venir la epidemia hasta que se le amontonaron los muertos.
Disfrutemos del silencio. De estar en familia. "Nunca conocí el encanto de la primavera/hasta abril en París"... cuando estuve confinado en casa mientras florecen los castaños.

Iñaki Gil. El Mundo, miércoles 1 de abril de 2020

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