Axtérix, el minúsculo galo cuya estatura era inversamente proporcional a su astucia y generosidad, se mueve en la viñeta a tal velocidad que parece impulsado por las alas de su inseparable casco. En realidad, el viento que lo propulsaba nacía de la mano de Albert Uderzo, el dibujante de cuyo lápiz nació y continuó dando vida a lo largo de una de las series de mayor éxito de la historia del cómic. Uderzo, junto al guionista René Goscinny, creó a una pareja inolvidable. Astérix y Obélix, además de una amplia galería de personajes inolvidables, a los que mantuvo activos durante 24 álbumes y otros ocho en solitario, cuando además del dibujo asumió el guión tras la muerte de Goscinny en 1977. También siguió muy de cerca la continuidad de sus criaturas en manos de Jean-Yves Ferri y Didier Conrad, hasta que la edad y los achaques lo apartaron definitivamente del mundo de la historieta. Ayer falleció a los 92 años, a causa de un ataque al corazón.
Nacido en el seno de una familia de emigrantes italianos -los romanos de sus libros eran, en teoría sus antepasados-, Uderzo canalizó su talento natural para el dibujo a través de su complicidad con Goscinny, primero con diversos personajes, pero a partir de 1959 como responsables de la revista Pilote, en cuyo primer número también se estrenó Astérix: sus aventuras por entregas fueron un éxito inmediato. En 1961 se publicaron como álbum, inaugurando una serie de ventas millonarias que fue difundida en más de un centenar de idiomas, en gallego, uno de sus primeros traductores fue Eduardo Blanco Amor...
Uderzo fue también un ejemplo para coétaneos y nuevas generaciones. Ayer Miguelanxo Prado recordaba que Ásterix y Tintín fueron lecturas infantiles, cuando jamás habría pensado que se acabaría dedicando al cómic...
Xesús Fraga. La voz de Galicia, miércoles 25 de marzo de 2020
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