En la guerra de las mascarillas, vale todo. |
La noticia ha sido revelada por L'Express. El producto, crítico en la lucha contra el coronavirus, pertenecía a la empresa sueca Mölnlycke, un gigante especializado en productos desechables, que pertenece al poderoso grupo familiar Wallemberg, florón del capitalismo nórdico.
La multinacional distribuye desde una plataforma logística de Lyon. Y allí estaba el envío llegado de China al puerto de Marsella. Dos días antes, el presidente de la República, Emmanuel Macron, había firmado un decreto que permite al Gobierno requisar todo producto necesario en la lucha contra la epidemia.
Dicho y hecho. El Secretariado General de la Defensa y la Seguridad Nacional (SGDSN), órgano asesor del primer ministro, considera que la gestión de los stocks de mascarillas son asunto que concierne a la seguridad nacional, ergo suyo. El presidente, al fin y al cabo, había declarado la guerra al virus en una alocución solemne desde el Elíseo.
"Nuestros interlocutores lloraban por teléfono. Tenían necesidad de las mascarillas. Era terrible", explica al semanario una fuente anónima de la mutinacional.
Alertado el Gobierno de Suecia y sus servicios diplomáticos, la SGDSN cedió tras dos semanas de tira y afloja. Pero lo que L'Express pone en boca de un cuadro del organismo gubernamental es muy feo:"De hecho, tenemos instrucciones de no requisar toda la producción con el fin de dejar un poco a los amigos", eso es, los países europeos.
Así que Francia dejó, finalmente, llegar a sus destinos finales, España e Italia, dos millones de mascarillas. Se quedó con el resto, destinado a Francia y a la reexportación.
A raíz del incidente, la empresa sueca evita que sus mercancías circulen por Francia. Las recibirá en puerto belga para distribuir desde plataformas logísticas de este país y de la propia Suecia.
Inaki Gil.París. El Mundo, jueves 2 de abril de 2020.
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