lunes, 20 de abril de 2020

Los profesores de Saint Denis

Los profesores de Saint Denis
La tradición del cine francés con su educación es inexpugnable. En todas las épocas y encualquier sitio, en el cine popular y en la vanguardia, desde Cero en conducta hasta La clase pasando por Los 400 golpes, por citar tres delas esenciales. En los últimos años, de todos modos, la cantidad quizá se haya ido incrementando por una mezcla entre las dificultades reales de su sociedad y la evidente demanda de los espectadores. Los profesores de Saint Denis, segundo trabajo de la pareja de directores formada por Mehdi Idir y Grand Corps Malade, seudónimo de Fabien Marsaud, es la última en llegar y se sitúa a medio camino entre la producción de acerado componente social y la película de aspiraciones populares sin demasiadas complejidades.
Ambientada en un complicado colegio del extrarradio donde se ha tomado la decisión de colocar a los alumnos más problemáticos en un mismo grupo (el gueto que no moleste, que concentre las preocupaciones en un único grupo y, supuestamente, deje avanzar a los demás), Los profesores de Saint Denis se bifurca en varias ramas argumentales que, por un lado, no la dejan profundizar del todo en ninguna, aunque, por otro, se acabe ofreciendo una gama social y cultural de notable atractivo: profesores, alumnos, círculo de amistades e incluso padres.
Mejor cuanto más sincera y menos forzada, tanto en su humor, no siempre natural, como en su dirección y montaje, con esos subrayados ralentís en los instantes más dramáticos, la película de Idir y Marsaud tiene su mejor baza en los indicios de contaminación mutua entre grupos: cuando algunos profesores , por familiaridad, hartazgo o dejadez, comienzan a comportarse de un modo tan caprichoso, mezquino e irresponsable como el de los chicos...
Es ahí, junto al tratamiento del interesante grupo de educadores criados en ambientes igual de cuestionables, pero que sacaron la cabeza con voluntad de superación, donde la película apunta mejores señales. Lo que hace de ella una obra quizá más interesante  para poner en un aula y establecer un diálogo con todo tipo de sensibilidades sociales y culturales, que una gran película para el público más cinéfilo.

Javier Ocaña. El País, 17 de abril de 2020

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