...capturar un momento antes de su inevitable desaparición. |
Muchas de las imágenes que se exhibieron entonces, y otras de las que contribuirían a subrayar su prestigio como precursor de la modernidad, fueron realizadas antes de que el artista cumpliera los 18. De hecho, su prematura y creativa sensibilidad comenzó a manifestarse a los seis o siete años, cuando comenzó a fantasear con poder atrapar imágenes con tan sólo el rápido abrir y cerrar de sus ojos. Un procedimiento al que que dio el nombre de piège d'oeil (la trampa del ojo) y que manifestaba un propósito que conservaría de por vida: capturar un momento antes de su inevitable desaparición.
Fue su padre, Henri Lartigue, quien, al comprender la frustración del niño ante el intento, le regaló su propia cámara fotográfica, una voluminosa cámara de placas, construida por J.Audouin, sin obturador y fijada en trípode. Así, entregado a un acto de pasión el autor, lograba retener aquellos fugaces instantes, y de forma obsesiva convertía instintivamente todo lo que le complacía o sorprendía en motivo de su obra. Sus padres, su hermano mayor, Zissou, su institutriz, la caída de su prima mientras conduce un kart, los días en la nieve, o las divertidas anécdotas de un día de verano en la playa; todo ello refleja las gratas vivencias de un joven testigo de aquel espíritu de optimismo que caracterizó el fin de siècle en Francia.
Gloria Crespo Maclennan. Babelia. El País, 19 de abril de 2020
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