La novela Los hijos de la libertad, del superventas Marc Levy, llega al cómic. Un monumento dibujado a la resistencia. Cuesta creerlo, sin embargo, todo ocurrió de verdad. Lo dice el autor, Marc Levy, así que habrá que fiarse. Incluso cuando el relato de Los hijos de la libertad, llevado al cómic por Alain Grand, roza lo asombroso. Así, un grupo de judíos deportados por los nazis y amontonados en un tren es ametrallado por un avión aliado, convencido de atacar mercancías. Entonces Raymond, padre de Marc y protagonista de la historia, cuelga una camisa ensangrentada por una ventana. De milagro el piloto entiende y acalla sus disparos. Todos salvos. Bueno, es un decir. Porque, pese a su trazo tan vivo, Los hijos de la libertad (Planeta Cómic) construye un relato que alterna alegrías y dramas. En sus 176 páginas, reviven las memorias de Raymond, su hermano Claude y la 35ª brigada, una treintena de jóvenes que luchó a golpes de guerrilla contra la ocupación nazi de Toulouse."No es un libro sobre la Resistencia sino sobre la acción de resistir; no sobre la guerra, sino sobre los destellos de humanidad de esos hombres y mujeres. Trata de coraje, hermandad, libertad y el significado de la palabra amor, relata el escritor (Boulogne-Billancourt, 1961). Todo ello hacía falta en la Francia de 1943, víctima del avance de Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Tras la ocupación nazi, el país quedo divido en dos: el norte bajo la dominación alemana, y el sur, con el gobierno-títere de Vichy. Allí, frente el silencio de muchos y la colaboración de otros, un grupo de niños - en su mayoría extranjeros, de judíos huidos de sus países a españoles refugiados-, decidió plantar cara en Toulouse a los nazis. En Los hijos de la libertad cuenta su peculiar día a día: una viñeta muestra una cena entre risas, o un enamoramiento; una página después hay disparos y bombas. La obra fue un exitazo en Francia. Normal: con superventas como Ojalá fuera cierto y más de 23 millones de copias vendidas. Levy es uno de los autores franceses más leídos....
Tomaso Roch. El País, domingo 14 de junio de 2015
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