viernes, 18 de marzo de 2016

La voix humaine

Hubo un tiempo en el que una conversación telefónica era un acto íntimo, privado, casi secreto. Hoy esas mismas llamadas se han convertido en una plaga que nos azota con saña en vagones de metro o de tren, en autobuses, salas de espera, aviones a punto de despegar o recién aterrizados, bares, cines, teatros, auditorios: vivir se ha convertido en una permanente escucha involuntaria, e indeseada de infinitas conversaciones telefónicas. Los días transcurren oyendo secretos y mentiras ajenos  que, como modernos Bartlebies, preferiríamos no haber escuchado. Escrita en 1927 y estranada em la Comédie-Française en 1930, Jean Cocteau concibió  La voix humaine como una suerte de diálogo monologado: solo vemos y oímos a la mujer, pero sus silencios y sus reacciones han de caracterizar también al hombre mudo e invisible que habla con ella ala otro lado del teléfono. Tras la renuncia de Hans Werner Henze, Francis Poulenc convirtió la pieza teatral en 1958 en una "tragédie lyrique en un acte", estrenada al año siguiente en la Opéra Comique por Denis Duval, su última musa y compañera de recital tras la retirada de Pierre Bernac: ella acababa de ser, por ejemplo, la Blanche de su ópera Dialogues de Carmélites. Una mujer sin nombre (Elle la llamaba simplemente Poulenc) ríe, grita, llora, susurra, enloquece, se angustia, se enfurece, haciéndonos participar de sus secretos y sus mentiras. Ha intentado quitarse la vida (y la música que acompaña  el relato de las 12 pastillas que ingirió es un vals lento y triste en Do menor) y nos recuerda invitablemente a otras mujeres trastornadas: la Isolda del tercer acto de la ópera de Wagner, la Salomé de Strauss y, sobre todo, la amante -también innominada- de Erwartung de Schönberg....Anna Caterina Antonacci hace una moderna reencarnación del "recitar cantando" de los primeros operistas. Su tendencia es a primar el segundo verbo sobre el primero, aunque sus mejores frases fueron las musitadas con un hilo de voz. Es una gran actriz con un físico perfecto para el papel, tuvo al público pendiente de cada uno de sus gestos. Antes cantó La Dame de Monte Carmelo, un breve monólogo de otra mujer desengañada y suicida. En total fueron solo cincuenta minutos de concierto, pero de altísimo voltaje.....
Obras de Poulenc. Auditorio Nacional, 9 de marzo de 2016
Luis Gago. El País, viernes 11 de marzo de 2016

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