domingo, 30 de octubre de 2016

En los jardines de dudas

Madame Récamier. 1802 François Gerard
 Acantilado ha reeditado recientemente Retratos de mujeres de Sainte-Beuve (Boulogne-sur-Mer 1804- Paría 1869). Son catorce textos publicados, por primera vez, en formato libro, en 1844. Catorce retratos, desde Mme de Sevignée hasta Mme de Récamier pasando por Mme du Deffand que representan esa singularidad francesa que fueron los salones del XVIII. Sainte-Beuve, el crítico literario más relevante del siglo XIX, considera que "la más alta manifestación de la cultura francesa es el universo de los salones de Mme du Deffand en la Francia prerrevolucionaria  o el de Mme Récamier en su propio siglo". Él mismo asistía con frecuencia al salón de la princesa Matilde, prima de Napoleón y al de Mme de Récamier. Esa idea de crear un espacio de conversación, encuentro y tolerancia en torno a una mujer arranca del Hôtel de Rambouillet, hogar de la marquesa del mismo nombre, donde nació el primer gran salón. Un espacio de reunión en el que tanto hombres como mujeres podían interaccionar y comunicar ideas y sentimientos con libertad. Malherbe, La Rochefoucault, Bossouet, Corneille participaban con frecuencia en los debates sobre literatura, filosofía, o sobre cualquier acontecimiento social. Siguiendo este modelo los salones alcanzaron su cenit hacia 1750. En el salón de Mme de Récamier, Chateaubriand, Boileau, Benjamin Constant, entre otros, discuten sobre sobre filosofía, política, arte. Ambientes refinados donde también se cultiva el teatro, la música y la galantería. "Jardines de dudas" asi define Cioran los salones del XVIII. 

Con motivo del tercer centenario del nacimiento de Voltaire (21 de noviembre de 1694) fueron muchos los homenajes que se dedicaron al filósofo en España. La mayor parte de ellos promovidos por las asociaciones de profesores francés con la colaboración de la Embajada de Francia. La mayor parte de ellos animados por Fernando Savater que un año antes había publicado El jardín de las dudas, finalista de los premios Planeta en 1993 La Asociación de Galicia organizó el primero de estos actos conmemorativos que luego se multiplicaron en cadena por toda España.  Voltaire fue un gran escritor de cartas, se conservan unas 20.000 dirigidas a todo tipo personajes públicos y privados y esa es la forma que Savater escoge para organizar su novela: la correspondencia entre el filósofo, ya anciano y una dama francesa, Caroline de Beauregard, condesa de Montoro, residente en España a la que cuenta su vida. Ella a su vez le describe cómo es esa España del siglo XVIII en lucha contra la rutina y los prejuicios. En una de las cartas, a petición de la condesa de Montoro, Voltaire le habla de su relación con Mme de Châtelet. Emilie Letonnelier de Breteuil, de esmerada educación, siempre mostró un gusto predominante por las matemáticas y la física.  Además de dominar el latín, traduce a Newton, a Locke y Poe. Se habían encontrado en 1730 cuando el filósofo regresa de Inglaterra. Juntos y debido a los problemas que suscitan los escritos de Volataire se trasladan al castillo de Cirey, propiedad del esposo de Emilie. Lo remodelan, instalan una enorme biblioteca y un laboratorio convirtiendo el salón de Cirey en el centro de la ciencia newtioniana. Donde hay también tiempo para la buena mesa y la diversión. Soirées con con funciones de títeres, linterna mágica y sobre todo teatro, la gran pasión de Voltaire. Y aunque Savater haya escogido como título el aforismo de Cioran,  en la novela hay muchas más certezas que dudas que va desgranando a través del discurso de Voltaire: el antifanatismo, la concepción laica del estado, la tolerancia, la ironía portadora de sentido, la razón incrédula, los principios de la Ilustración.
Arturo Pérez Reverte en Hombres buenos nos describe otro salón prerrevolucionario en el capitulo La tertulia de Saint-Honoré, el salón de Marguerite Ducenis.


La moda de los salones llegó a España pero aquí fueron sobre todo espacios de diversión y de recreo sin connotaciones científicas ni políticas. El salón de la duquesa de Alba era el más divertido y ameno. Competía con el de la duquesa de Benavente una gran impulsora de este arte de reunión entre las mujeres del siglo XVIII. Los grandes escritores del época se reunían en los cafés . La tertulia fue la fórmula que se impuso para la discusión literaria y política. En cuanto a las mujeres, salvo casos aislados, es en la primera mitad del siglo XX cuando surgen los primeros grupos o corrientes de pensadoras y artistas que tanto en su vida personal como en en el campo de las ideas y el arte fueron un anticipo de la mujer actual. Me refiero al movimiento de las llamadas Sin sombrero coetáneas de la Generación del 27  y de las que hemos sabido poco.(Las Sinsombrero, Tania Balló, Espasa, 2016). Entre ellas: María Teresa León, Maruja Mallo, María Zambrano. Otro foco de esas precursoras fue El Lyceum Club Femenino sobre el que hace unos años. J.A.Marina escribió La conspiración de las lectoras. Una asociación que "conspiraba por adelantar el reloj de España". Su objetivo era la defensa de los intereses de la mujer, ofreciéndoles un espacio de encuentro, promoviendo la educación cultural y profesional. Un club aconfesional y apolítico. A diferencia de las Sin sombrero que actuaban al lado de los hombres, para pertenecer al Lyceum era condición indispensable  ser mujer. A él  pertenecieron entre otras María de Maeztu, Victoria Kent, Hildegart.

Un largo camino recorrido, en el que se dieron pasos de gigante  desde la Transición hasta hoy. España actualmente, cuenta con mujeres notables en todos los campos del saber: humanidades, ciencia , arte. Como muestra y para terminar este paseo en los jardines de dudas, voilà/ he aqui un libro muy interesante escrito por una mujer filósofa: Elogio de la duda de Victoria Camps.

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