domingo, 23 de octubre de 2016

El Château de Fontainebleau, 2

La galería de Diana
Ensoñados en la chispeante gracia de Delay paseamos el palacio de puntillas para asombrarnos con su buen estado de conservación. Entre mesas imperiales y habitaciones de Napoleón, salones de recepción con techos tallados por Ambroise Perret en 1558, escritorios de ébano de Luis XIV, la capilla de San Saturnino, la galería de Diana o el exquisito salón Luis XIII -que nació aquí mismo en 1601- con cuadros y techo del pintor flamenco Ambroise Dubois, descubrimos o imaginamos escenas de adulterio, así como personajes históricos de leyenda. Francisco I, que lo utilizaba como pabellón de caza; Enrique II; Catalina de Médecis; Enrique IV o la propia Margarita de Valois, a quien tanto le gustaba Boccacio y su literatura y que se casó varias veces. Simone de Beauvoir escribió sobre ella:"Fue la escritora que mejor sirvió a la causa de su sexo, que propuso contra la licencia de las costumbres un ideal de misticismo sentimental y de castidad sin mojigatería, tratando de conciliar amor y matrimonio para honor y dicha de las mujeres. Margarita escribió el Heptamerón en 1542, conjunto de 72 historias atrevidas y breves contadas a lo largo de siete días por diez viajeros retenidos por el mal tiempo en una abadía. Una clara imitación a Boccaccio y su Decamerón (1351). A la salida , en la tienda de souvenirs , destaca por encima de todos, uno: la escultura del perro Bleau a tamaño natural que parece dispuesto a salir a las 11 hectáreas del Grand Parterre y, por supuesto, a perderse de nuevo en el bosque que aguarda tras el jardín inglés y que tan determinante fue en el siglo X1X para escritores románticos y para pintores paisajísticos. Y es que el bosque de Fontainebleau es un taller con las dimensiones de la naturaleza que transitaron Corot, Millet, Renoir, Sisley, Bazille y posteriormente Seurat, Redon, Derain o Picasso, además de ser la escenografía del cuadro-manifiesto de Monet Déjeuneur sur l´herbe/Almuerzo en el campo, emblema de la vida moderna. Y si apetece vivir una anacrónica experiencia, conviene saber que en un rincón del mismo palacio se encuentra el Cercle du Jeu de Paume de Fontainebleau, donde se pueden tomar clases de este tennis ancestral, el deporte más antiguo de los que se practican en Francia. Y para terminar acudiremos a la Fromagerie Barthélémy para comprar la célebre mousse aérea y condenadamente voluptuosa (mitad crème fraîche, mitad fromage blanc) llamada fontainebleau, y comercializada por este ilustre fromagier con tienda en París (Rue de Grenelle) y en el 92 de la Rue Grande de Fontainebleau. En abril, el periódico Le Monde dedicó una página a este vicio capaz de llevar a la perdición al más sensato.....
Use Lahoz. El País. El Viajero, viernes 21 de octubre de 2016

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