domingo, 16 de octubre de 2016

Tapices de Bayeux y de Angers, narradores de historias

El artículo de César Antonio Molina : La conquista de Inglaterra en 58 escenas, publicado este viernes en El viajero, del que dí noticia en el blog, me trajo a la memoria dos viajes de los que conservo un grato recuerdo. Los dos relacionados con tapicerías memorables. Tan grato recuerdo que me devolvieron las ganas de escribir en estos días en que estoy sumida en la parte más desagradable de mi trabajo, la jerga administrativa, la anti-literatura  de los documentos que debemos elaborar a principios de curso, una especie de lenguaje cifrado lo más alejado de nuestro trabajo con los alumnos. Precisamente esa era mi intención comentarles algunos de los excesos de "palabrería  pedagógica" que sufrimos los profesores y que ninguna ley ataja, más bien al contrario, la incrementan como si sirviesen para medir la calidad, la innovación del profesorado. El relato sobre la visita a Bayeux de C.A. Molina resucitó el lado más hermoso de mi profesión, descubrir y poder compartir con los alumnos las joyas que la historia ha ido sembrando.  Estuve en Bayeux  en 1986 con un grupo de alumnos. En Angers en 1998 con un grupo de profesores En Bayeux vimos la Tapicería de la Reina Mathilde. En Angers la Tapicería de la Apocalipsis. 

A primeros de marzo del 86, cuando nos dirigíamos a las playas del Desembarco, con el grupo de alumnos que luego obtendrían el premio Giner de los Ríos del que ya les he hablado en otra ocasión, hicimos una parada en Bayeux. La Tapicería de la Reina Mathilde formaba parte de mi imaginario desde hacía tiempo, desde que la descubrí durante mis estudios en Salamanca. La idea que me hacía de ella no podía estar más lejos de la realidad. Probablemente me deje seducir por el nombre  que encerraba en sí una historia, una reina que había tejido un tapiz sobre una batalla,  y no presté mayor atención ni a la forma ni a lo que narraba. Mi sorpresa fue enorme cuando ví algo tan delicado, expuesto en una vitrina circular de cristal de 70 metros de largo  por 50 centímetros de ancho. Unas proporciones que nada tenían que ver con lo que imaginaba. Tampoco es un tapiz aunque se le llame así. Un finísimo bordado sobre un lienzo de lino blanco o crudo, no recuerdo bien,  con hilos de varios colores, azul, rojo, verde, amarillo y sus diferentes tonos. No hay una confirmación definitiva sobre su autoría  así como sobre el lugar donde se realizó. Me decido por la reina Mathilde, esposa de Guillermo. La veo inclinada sobre la labor, con sus damas de compañía que la ayudan, bordando minuciosamente, los personajes, sus ropas, los castillos, los navíos, hasta un cometa.... Un trabajo de años para contarnos la conquista de Inglaterra por  el duque Guillermo  desde 1064  al desenlace en la batalla de Hastings, al sur de Inglaterra, 1066. Me pregunto que recuerdos guardarán aquellos alumnos que visitaron conmigo esa miniatura maravillosa que esconde Bayeux que además de ser un documento sobre la época es un monumento del trabajo paciente que realizaron  unas manos de mujer.


Hace años, entre mediados de los 90 y principios de los 2000, la Consellería de Educación de Galicia había firmado un convenio con la región francesa Pays de la Loire dentro de un proyecto más amplio, El Arco Atlántico, que promovió intercambios de alumnos y de profesores entre las dos regiones. En el verano de 1998 recibimos una llamada en la Asociación de Profesores de Francés de la Consellería invitándonos a participar en un intercambio puesto a puesto entre profesores porque las plazas de ese año no estaban cubiertas. Tres semanas completas en un centro francés como profesores de español mientras otros tantos profesores franceses ocuparían nuestros puestos.  Me asignaron una plaza en un instituto de centro de Nantes, Talensac. Esa estancia me permitió conocer la ciudad que no había podido apreciar en mis pasos frecuentes hacia Bretaña. Algunos de los profesores del grupo de Galicia, creo que eramos 15 en total, nos vimos alguna vez  y en uno de esos encuentros fuimos un día a Angers. Si las primeras semanas nos recibió un otoño cálido y dorado como la tarde  que estuve en Clisson con su castillo y su villa de estilo italiano, el día de Angers fue todo lo contrario gris y helado. Allí comprendí porque los libros que hablaban de Francia en el colegio decían que la Loire marcaba la línea entre los dos países, la Francia del norte y la del sur, le Midi. En eso pensaba mirando el río de plata, a los pies del Château. Ese Château que guarda  otro tesoro, otra tapicería, esta vez de grandes proporciones, 140 metros en origen, 106 conservados hasta hoy. Compuesta de 6 piezas que conllevan (las dos que están completas) 14 cuadros de unos 4 metros y medio de alto, ocupando el conjunto original una superficie total de 850 metros cuadrados. La Tapicería de la Apocalipsis.  Encargada por Louis d'Anjou a Jean de Bruges, pintor del rey, Charles V, el tejido fue confiado al taller parisino de Nicolas Bataille. La técnica  es la de la "tapisserie de lice", empleando unos grandes telares verticales sobre los que se montan los hilos de lana sin color; sobre esa base el "licier" teje los fondos y los motivos  con hilos de lana de colores. Las grandes proporciones pero sobre todo el color, los fondos alternando el rojo y el azul confieren al espacio un aire de ensueño que envuelve el texto de la Apocalipsis según San Juan, sus visiones, en las que las referencias, los guiños sobre la vida política del siglo XIV son frecuentes, convirtiendo la tapicería en un documento histórico.

Estrella de Diego, escribía no hace mucho (El País, 2-7-16) sobre el oficio de tejer, tradicionalmente "morada de las mujeres" con motivo de la exposición Adiós al rombo (Teresa Lanceta en La casa encendida en Madrid, que se cerró el 17 de septiembre) : "Las tejedoras absortas en sus quehaceres atávicos entretejen las narraciones del mundo y el orden de las palabras y las cosas...."

Carmen Glez Teixeira

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