miércoles, 26 de octubre de 2016

Un dia en la vida de un refugiado en París

"El campamento se ha convertido en "la casa"de Mohamedin
desde su llegada a la capital a principios de septiembre..."
Al norte de París, en el barrio de Jaurès, las tiendas de campaña se acumulan  a lo largo de la avenida de Flandre. Un caos de sofás, colchones, mantas y tendales; una repro-ducción a escala de la jungla de Calais en la que viven cerca de mil refugiados. El campamento se ha convertido en "la casa"de Mohamedin desde su llegada a la capital a principios de septiembre. El joven sudanés de 22 años se encuentra en pleno proceso de solicitud de derecho de asilo tras escapar de su ciudad de origen, Nyala, la mayor de Darfur. La región lleva años siendo maltratada por el Gobierno central y las milicias progubernamentales que han arrasado ciudades enteras y convertido el sur del país en un gran campo de refugiados. "Primero fuímos de Sudán a Libia en coche, después de Libia a Italia en barco y al final de Italia a Francia a pie", relata sentado en un banco al lado de su tienda de campaña. Ahí pasa los días con "sus chicos", un grupo de darfuríes que, como èl, llegaron a Francia huyendo de la persecución. Una vez en la autoproclamada patria de los Derechos Humanos, Mohamedin vive en un limbo a la espera de la decisión de la oficina francesa de protección de refugiados...En total, la solicitud podría llevarle un año o más, pero el joven sudanés es optimista. Tras dos años de Estudios Ingleses en la Universidad de Nyala, Mohamedin tiene un nuevo objetivo:" En el futuro quiero ser periodista y contar la historia de Darfur", asegura. "Necesito enviar un mensaje sobre lo que está pasando alli". Mientras tanto sobrevive gracias a varias asociaciones y la solidaridad de particulares. Por las mañanas, si se levanta pronto, se acerca a Puerta de la Villette, a las afueras de París, donde una oenegé reparte desayunos a centenares de personas que viven en la precariedad. Hoy no pudo ir: tras pasar al noche con fiebre, no tiene fuerzas para desplazarse  hasta el punto de repartición . Hace varios días que sufre una neumonía a la que ahora se le ha unido la varicela. Pero Mohamedin no está solo: tiene a Geneviève, su "mamá francesa", como él la llama. La profesora de 55 años lleva ocupándose de él  y varios de sus amigos desde poco después de su llegada al campamento de Jaurès. Hoy ha venido de visita para darle medicamentos e invitarle a su casa. Allí podrá ducharse, comer y dormir bajo techo hasta que se sienta mejor. "Ponte la bufanda" le dice, gesticulando, mientras cruza la calle hasta su tienda.  Geneviève vive a diez minutos a pie del campamento, una situación que le ha impedido apartar la mirada de la miseria acumulada en la avenida de Flandre. "Me ayuda en todo, cuando estoy enfermo, con mis documentos....", explica Mohamedin.....
Alexandra Fernández. París. La Voz de Galicia, lunes 17 de octubre de 2016  

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