lunes, 10 de octubre de 2016

De visita por la Revolución francesa

Fotograma de Los visitantes la lían
Los visitantes la lían. Excesi-vamente larga y repetitiva hasta la saciedad. Esta es la primera impresión que podemos sacar de la nueva aventura del conde Godofredo de Miramonte, el Audaz, y su fiel sirviente Delcojón, el Bribón. Transcurridos veintitrés años desde el (pasable) filme original y dieciocho desde su (totalmente prescindible) segunda parte, el trío Poiré-Clavier-Reno retoma mismos personajes y situaciones, para proponer una nueva incur-sión de estos viajeros del tiempo de origen medieval. La primera impresión perdura y se confirma en el -chillón a la par que paradójicamente apático- desarrollo de la película; tras sus andanzas por los años noventa, noble y sirviente van a parar en esta ocasión (retomando el punto final de la segunda parte) al París de la Revolución francesa, en los convulsos tiempos del período del Terror, en los que Robespierre campa a sus anchas complicándole la vida a nuestros protagonistas. Los líos vienen a ser los de siempre (señores guarros y malolientes del medievo en épocas más civilizadas) y los chistes se repiten hasta la saciedad, predominando la burla a costa de figuras insignes de la Revolución francesa (incluyendo a Marat y su baño) o menciones a los sarracenos. Tomando el humor escatalógico por bandera, abundan los chistes con pus y caca, que alcanzan su culmen en las -supuestamente cómicas- luchas con estiércol. Humor grueso y poco agradecido, donde la coralidad del reparto no beneficia al conjunto (al fin y al cabo Reno y Clavier son los pilares de la función), y en el que se diluye el mensaje de la lucha por el poder que perdura a través de los tiempos, donde los vasallos toman el lugar de los señores por el mismo esquema de apropiación de lo ajeno y la explotación del más débil. Lo peor, un final abierto que parece augurar una cuarta parte.
Sabela Pillado. La Voz de Galicia, domingo 11 de septiembre de 2016.

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