jueves, 16 de marzo de 2017

Cielo abierto

Antonio Iturbe reivindica el legado moral de Antoine de Saint-Exupéry. Hoy parece una obviedad que el autor de El principito pusiera por encima de cualquier bandera o causa el valor de una vida humana, cualquiera que ella sea. Y ni hablar cuando las bajas se contabilizan en ejércitos o divisiones completas. Una postura moral antibelicista que lo colocó en un lugar muy incómodo en la Francia ocupada, y puede que eso haya influido en parte en el trato póstumo un tanto marginal que le dieron sus conciudadanos, aunque el piloto Antoine de Saint-Exupéry no iba escaso de valor ni le quitó el cuerpo jamás a lo que tocaba, a pesar de que se negara a empuñar las armas. De hecho cumplía su misión de reconocimiento aéreo el 31 de julio de 1944 cuando presuntamente fue abatido por un caza de la Luftwaffe, eso nunca se sabrá con certeza. "Era una época en que todo se polarizaba, como aquí con las dos Españas, cuando fueron tre o más. Saint-Exupéry no estaba con el régimen marioneta de Vichy como le acusaban, porque le ofrecieron cargos que rechazó; pero tampoco con la grandeza patriótica de Charles de Gaulle, explica el flamante Premio de Biblioteca Breve 2017, narrador barcelonés nacido en Zaragoza en 1967 y hombre orquesta del periodismo literario llamado igual que el legendario piloto: Antonio Iturbe. Y del autor de Vuelo nocturno (1931) Iturbe sabe un buen trecho, no solo porque lo lee con pasión del derecho y del revés desde pequeño y además lo investigó a conciencia para escribir A cielo abierto (Seix Barral), la novela premiada, que no es otra cosa que una novela de aventuras basada en su vida y en la de otros dos buenos amigos del piloto y pioneros de la aviación civil: Jean Mermoz y Henri Guillaumet; sino porque se identifica plenamente con la posición moral del autor de Tierra de hombres (1939).....
Matías Néspolo. Barcelona. El Mundo, miércoles 15 de marzo de 2017

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