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Antoine Gallimard, nieto del fundador. |
Con más de un siglo de historia Gallimard es una de las grandes empresas culturales de Europa. Defiende un oficio familiar y artesanal frente a la maquinaria del marketing. De Proust a Le Clézio sus autores conforman el olimpo de las letras galas. Su historia empieza en un patio interior de París, ocupado por un jardín con cuatro setos tallados en formas cónicas que delimitan los extremos del parterre. Cuando era un niño Antoine solía jugar en este exclusivo pensil que comunicaba con el palacete donde se encontraba el despacho de su padre. Antes lo ocupó su abuelo, fundador de la insigne editorial que sigue llevando el apellido familiar como si fuera un estandarte. Sentado en el mismo lugar, sólo unas cuantas décadas más tarde, Gallimard recuerda cómo hacía los deberes en un rincón de la mesa, ocupada hoy por una montaña de portadas en amarillo crema, el color corporativo. Cuando sacaba buenas notas su abuelo le regalaba un volumen de La Pléiade, la lujosa colección en papel biblia que reúne las obras completas de los grandes de la literatura... Antoine Gallimard lleva casi treinta años al frente de la editorial francesa, más célebre y prestigiosa, que cuenta con un catálogo incomparable. En el figuran Sartre, Céline, Camus, Cocteau, Saint-Exupéry, Duras, De Beauvoir, Simenon, Kundera, Modiano o Le Clézio. Gallimard nació en 1911 como anexo editorial a la Nouvelle Revue Française, revista fundada por André Gide a principios del siglo pasado. Se marcó un primer tanto publicando las obras de Proust y Paul Valéry. André Malraux y Raymond Queneau formaron parte de su comité de lectura que se reunía una vez por semana para escoger entre los manuscritos recibidos. Hoy acumula numerosos nobel y un total de 37 premios Goncourt, además d un volumen de negocio que roza los 200 millones d euros anuales. Sin embargo, Antoine Gallimard nunca estuvo destinado a ocupar el sitio de su padre. El delfín inicialmente designado era su hermano Christian, el primogénito. Un desacuerdo empresarial forzó su salida y abrió un conflicto entre los cuatro herederos. Ganó Antoine, apoyado por una de sus hermanas. Con los otros dos, sigue sin hablarse.
Después tuvo que ganarse el cargo a pulso. "Hubo muchos escépticos. Se dudó de que tuviera las espaldas suficientemente anchas para dirigir una editorial tan difícil. Tal vez, porque es un hombre muy sobrio y reservado, que no impone demasiado físicamente y que no grita cuando habla", recuerda el crítico literario Bernard Pivot, quien califica el resultado de su acción como "un éxito magnífico"."Gallimard ha sido un tipo listo. Ha sabido rodearse de personas aptas, imponerse ante la batalla de egos, y, sobre todo, evitar que la editorial termine en manos de banqueros". En las últimas décadas, ha absorbido a los accionista minoritarios para reforzar su control, además de adquirir sellos como Flammarion o P.O.L., una pequeña editorial que publica la obra de Georges Perec o Emmanuel Carrère... Su editorial es dinástica, y a mucha honra. No esconde que, en un futuro próximo, le gustaría que le sucediera su hija Charlotte, de 36 años, hoy al frente de una de las filiales del grupo, Casterman. "Me quedan 5 o 6 años de oficio. En todo caso, no más de 10. En Francia existe al tendencia a eternizarse en los cargos. Yo siempre digo que un faraón solo podía reinar 7 años, y yo ya llevo casi 30", concluye antes de despedirse.
Alex Vicente. El País Semanal, domingo 11 de junio de 2017
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