sábado, 10 de junio de 2017

Arbois, un pueblo con encanto

Arbois
No hace falta entrar hasta la plaza principal para entender que Arbois, con sus 3.500 habitantes, juega con ventaja. Rodeado de viñas, bosques y pastizales con hectáreas de sobra para esta raza de vacas sumamente fotogénica llamada montbéliarde (culpables en parte de esa delicia llamada queso comté), desde sus alrededores Arbois irradia un aura de pueblo acogedor y lírico al que no le falta el murmullo del agua ni su restaurante dos estrellas Michelin, ni por supuesto el carácter libre del macizo del Jura y más concretamente de la región del Revermont, donde los prados llanos se adueñan de la panorámicas. A nadie le extraña que el año pasado fuese elegido como el cuarto destino más apreciado por los franceses. En la Place de Faramand conviene tomar un café en el Bistrot des Claquets, un bar a la antigua que mantiene impoluto un agradable universo brocantier. Estamos muy cerca de la Rue de l'Hôtel-de-Ville y la iglesia de Saint-Just, una joya del románico en la que destaca la torre del campanario de 75 metros, todo un atrevimiento para el siglo XII. Basta seguir la calle para llegar a la Place del Liberté, punto crucial donde llama la atención Hirsinger, una chocolatería fuera de lo común  abierta desde 1900 y hoy a cargo de Edouard Hirsinger quien desde 1996 ostenta el título de Meilleur Ouvrier de France en el Métier de Chocolatier Confiseur... La Cave du Comté es una fromagerie de la que sale una pareja de japoneses cargados de comté, morbier, bleu de gex... La Cave de la Reine Jeanne es una impresionante bodega gótica en la que desde su construcción a finales del siglo XIV no se ha tocado nada. Son vinos que recuerdan al jerez, a la manzanilla. También en el Cellier des Tiercelines saben lo que hacen. Con buen criterio aconsejan vin de paille, una exquisitez que puede sustituir a un vino dulce de sauternes. Louis Pasteur es uno de los grandes científicos de la historia. A él le debemos descubrimientos como la vacuna de la rabia, que él muy inquieto ¡quería experimentar consigo mismo!. Nació en Dole, a unos 20 minutos de aquí pero a los cinco años se trasladó junto a su familia a una casa de Arbois. Aquí vivió hasta los 17 y, por más que París le retuviera (fue administrador de la École Normale Supérieure) desde que la heredó en 1880 la conservó para pasar en ella largas temporadas. Reservó la habitación más amplia del último piso para instalar el laboratorio y cuidó el jardín con vistas al Cuisance. Visitar hoy esta Maison des Illustres es una experiencia luminosa. A 20 minutos de Arbois se encuentra Salins-les-Bains. Pueblo peculiar por la disposición de sus edificios monumentales y fundamental en la región por la sal. Las antiguas salinas (patrimonio mundial) se hallan en el centro, alrededor del cual se articula el resto, lo que da cuenta de la trascendencia que tuvieron hasta 1958...
Use Lahoz. El Viajero. El País, viernes 26-05-17

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