sábado, 24 de junio de 2017

De vinos con Gardel


Su registro civil dice que el cantante de tango nació en Toulouse, la Ciudad Rosa, llamada así por el color que la tiñe al caer el sol y famosa por su ambiente animado. Quizá este dato no acabe de convencer a argentinos y uruguayos, pero según reza en el Registro Civil de Toulouse, Carlos Gardel nació en esta ciudad del suroeste de Francia el 11 de diciembre de 1890. Su madre, eso sí, emigró a los dos años a Buenos Aires, españolizando el nombre de su retoño, Charles Romuald Gardes, por aquello de la integración. El caso es que en Toulouse no dudan de la nacionalidad del cantante de tango más famoso, cuya imagen aparece en cafés, bares, murales, menús, asociaciones de amigos del artista.... Y hay constancia de que estuvo aquí cinco veces. No falta una parada en la casa en la que vivió en Du Canon d'Arcole, 4, ni un festival anual del baile que popularizó que, para más señas, se fusiona con otro de los hitos de la ciudad: la creación en 1918 de la compañía Aéropostale, pionera de los vuelos entre Europa y América. Nombre del festival: Tangopostale. En la aerolínea trabajó como piloto Saint-Exupéry. Siempre que venía a Toulouse dormía en la habitación 32 del hotel Le Grand Balcon. Hoy lleva su nombre. Las reminiscencias aéreas explican que la urbe sea el epicentro de la aeronáutica europea, albergando la sede de Airbus, donde se ve el montaje del A380, el avión de pasajeros más grande del mundo. Luego está la Ciudad del Espacio, un centro sobre la conquista espacial con hueco para la nave Soyuz. Para situarse, la industria aeroespacial da trabajo a 85.000 personas, "el 25 por ciento del empleo del sector en Europa" como señala Sylvie Rouillon, vicepresidenta de la mancomunidad Toulouse Métropole, lo que genera una interesante oferta de ocio, cultura, hostelería y shopping. El boom aeronáutico, unido a los 90.000 universitarios de la ciudad, la cuarta de Francia, hacen que el animado ambiente de las callejuelas medievales que rodean la Plaza del Capitolio, en el casco antiguo, sea una de sus señas de identidad. El mejor momento para disfrutar de sus terrazas, vinotecas, cafés, anticuarios, librerías... es al caer la tarde, cuando el reflejo del sol sobre los bellos edificios de ladrillo tiñe todo de rosa.... También está ligado al violeta, ya que el cultivo en masa de esta planta surgió aquí hacia 1850. Confirma su origen Hélène Vié, encargada de la Maison de la Violette, una gabarra de los años 30, amarrada en el Canal de Midi donde comprar  té de violeta, perfume, mostaza, licor... Como colofón, y ya que estamos  en el río Garona, columna vertebral de la urbe, lo suyo es imitar a los lugareños y tumbarse al sol en sus orillas. Si es con un picnic al lado, mucho mejor.
I. García. Viajes. El Mundo, 30 de mayo de 2017

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