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"Mi único infierno soy yo, mi única salida es el otro" |
Cuando alguien se autorretrata con la terrible frase: " Mi único infierno soy yo, mi única salida es el otro", el tono de la conversación está claro desde el principio. No hay trampas posibles con Antoine d'Agata (Marsella, 1961) que para corroborar con gestos lo dicho se retira la manga de la camisa y enseña las venas. D'Agata no solo es una gran estrella de la agencia Magnum y un artista y un ser humano sensible y frágil hasta más allá de lo razonable. También es un yonqui de la fotografía... Todo queda bastante bien resumido en su actual muestra Corpus en el Círculo de Bellas Artes de Madrid como en el libro Lilith, arranque de la colección 64P. Fotoensayos puesta en pie por la editorial La Fábrica. No se entrevista a Antoine D'Agata, un tipo a la vez salvaje y educado hasta la extenuación. Se le deja hablar y balbucear verdades como puños mientras te mira asustado: "A menudo mi arte ha sido mal entendido, reducido a una simple estética. Y eso es frustrante, porque lo que persigo es una dimensión política, teórica, y una ambición de destruir la fotografía tal y como la conocemos, pero la gente prefiere hablar del romanticismo de la noche, de la droga..." Lo suyo es la lucha. "Mi papel es contaminar la fotografía contemporánea, los medios artísticos.... lo que yo hago es un antídoto, un anticuerpo del arte contemporáneo. No quiero convencer ni seducir a nadie". Desde que era un adolescente marsellés y mucho antes de convertirse en fotógrafo, se formó a través de varios movimientos : el punk, el movimiento situacionista y la violencia callejera. Marsella, su ciudad era, en aquella época un contexto muy violento, muy difícil. "En aquel tiempo solo me interesaba ir hasta el final, siempre que al final hubiera una revolución, una guerra, siempre en los márgenes, siempre en el ámbito de la noche, así que cuando apareció en mi vida la fotografía se hizo a partir de esos mismos elementos. Sigo en ello: es un rollo político.... un acto de afirmación ...." Para el fotógrafo , el arte ya no es una cuestión de mirada sino de posición y de compromiso. "El arte solo se justifica ya como acto de supervivencia, no se trata de contar cosas bonitas, se trata de contar cosas que nadie quiere ver, de hacer guiones de vida que puedan ser tan salvajes como un escrito de Bataille, de Artaud, de Céline, de Lautréamont...
Borja Hermoso. El País, domingo 11 de junio de 2017
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