lunes, 8 de octubre de 2018

Enamorado de mi mujer


Daniel es un editor maduro que saliendo de su oficina parisina, se da de bruces con Patrick, viejo amigo de la familia, divorciado de su primera mujer y ahora -le cuenta- vive con una novia mucho más joven, que al parecer le cambió la vida. Le sugiere quedar a cenar para presentársela, pero Daniel tiene un problema: su mujer odia a Patrick por haber dejado a su pareja, que además era su mejor amiga. En fin, que la cena acaba celebrándose en casa del editor y Daniel queda fascinado con Emma, esa nueva conquista a la que viste con notable acierto nuestra Adriana Ugarte, como Sandrine Kiberlain niquela a la atribulada anfitriona.
Desde ese momento el protagonista se mostrará ensimismado durante toda la noche, imaginándose que es él, y no su amigo, quien se liga a ese bombón, naturalmente ante el mosqueo de su señora, tomada por los celos y sacando punto a todo cuanto hace... la otra. Con esos mimbres trenza su relato el otro Daniel , el apellidado Auteuil, cuatro largos como director y casi un centenar de títulos como actor desde su debut como secundario en La agresión (1975) junto a Catherine Deneuve y Jean-Louis Trintignant.
El novelista y dramaturgo Florian Zeller adopta su propia obra teatral, en un texto que Auteuil resuelve a trompicones, no tanto por falta de oficio, que lo tiene y notorio, sino por lo arriesgado de jugar con dos niveles: el real y el imaginario. Lo que otros solventan manejando la luz o el sonido como trazo diferencial para que el espectador no acabe hecho un lío, él prefiere dejarlo a la inteligencia del público o usando como transición su propio rostro ensimismado mientras deambula por su ensoñación de Romeo ligándose a Julieta y de paso lamentando su rutinaria vida marital. No es una comedia sentimental totalmente fallida porque tiene momentos delirantes a los que Depardieu aporta un registro bien definido, pero el vaivén entre realidad y ficción acaba resultando excesivo. A cambio Auteuil sí acierta en su retrato de la burguesía víctima de sus tedios y sus frustraciones, con unos varones que se alborotan cuando la lascivia embota los sentidos. 
Miguel Anxo Fernández. La voz de Galicia, lunes 8 de octubre de 2018 

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