Las cartas de amor de un joven francés enviadas en plena Segunda Guerra Mundial a su amada, que Cécile Filippi de 25 años halló en un vertedero más de siete décadas después, han sido salvadas de la destrucción y se encuentran ya en manos de la familia, rastreada gracias a las redes sociales. Entre medias, una historia viral en vísperas de la Navidad que recuerda que las redes sociales no sacan solo lo peor de uno mismo.
"Cuando veo transcurrir días tan bellos, en los que podríamos pasar nuestra juventud tranquilamente, me parece que es más que la sangre lo que pierdo, mi pequeña Aimée, no puedes imaginarte cuánto miedo me da y qué harto estoy de estar aquí". Durante la guerra, Pierre no pensaba en otra cosa que en su amada, llamada precisamente así, Aimée. Tanto que llegó a escribir casi 200 cartas entre 1942 y 1945. La historia de esta pareja, por una vez tuvo un final feliz. Pierre sobrevivió, se casó con Aimée y tuvieron dos hijas. Acabó el conflicto mundial, retornó la normalidad y llevaron una vida anónima y apacible. El testimonio de su temprano amor, esas misivas guardadas cuidadosamente en sus sobres correspondientes quedó enterrado en una caja en el ático de la casa familiar cerca de Saint-Jean d'Angély, en el suroeste de Francia. Ni siquiera sus descendientes conocían su existencia. Hasta que Filippi las salvó de la destrucción, gracia a una concatenación de casualidades y un poco de curiosidad sana.
De hecho, Filippi ni siquiera debía estar allí. Esta joven de 25 años trabaja en una oficina de estudios medioambientales en Aix-en-Provence, en la otra punta del país. Eran otros colegas los que deberían haberse desplazado hasta Saint-Jean-d'Angély para participar en un "trabajo experimental", durante una semana, en el vertedero local, cuanta por teléfono. Pero por culpa del coronavirus, sus compañeros no pudieron viajar y le tocó a ella. Apenas llevaba dos días cuando apareció por el vertedero un hombre con un cargamento de viejos periódicos, algunos de los años sesenta, hallados en el desván de una casa que había comprado para renovar. Ni siquiera había mirado el contenido. Por suerte, Filippi y otra compañera, Adélie Breuil, sí se fijaron. Y descubrieron que, bajo todos esos periódicos, había una caja llena de cartas viejas, casi 200, dirigidas a la misma destinataria: "Mademoiselle Aimée Randonnet".
Al ver que eran cartas de amor, no pudo evitar echarse a llorar, contó en Twitter... Decidíó buscar a la familia. Y apostó por la red social. "No pensé que fuera a funcionar, sobre todo porque no tengo muchos seguidores en Twitter, pero me dije que valía la pena intentarlo", comenta. Y vaya si funcionó: su mensaje fue retuiteado más de 12.000 veces en menos de 24 horas. Y llegó hasta Jean-Christophe Popinot. Este "empresario y descubridor de talentos", como se describe en Twitter, es sobrino-nieto de Aimée. Y reveló el motivo de que las cartas acabaran casi en la basura: de las dos hijas de Aimée y Pierre, Claudine, la única aún viva, vació la casa antes de venderla, pero "no reparó en esa caja del desván". Ella "ni siquiera conocía la existencia de esas cartas", explicó en otro tuit.
Claudine "está leyendo las cartas con sus hijos y nietos. Está emocionada y conmovida. No sabía que su padre fuera un poeta" ha contado Popinot el final de la historia, cómo no, en Twitter.
Silvia Ayuso. El País, martes 8 de diciembre de 2020.
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