Pocas veces vi un ejemplo tan claro de lo que Samuel Huntington acuñó como choque de civilizaciones. De guante blanco, eso sí. Palacio del Elíseo, lunes, rueda de prensa. Los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, y Egipto, Abdel Fattah al-Sissi, llevan 33 minutos dándose jabón. Un periodista egipcio hace la última pregunta: "Los musulmanes han sido ofendidos por las caricaturas del Profeta. No he escuchado disculpa alguna".
Macron: "Un periodista, un dibujante escriben y dibujan libremente (...) Una caricatura no es un mensaje de Francia al mundo musulmán. Es expresión libre de alguien que provoca, blasfema. En mi país, está en su derecho. Porque aquí no rige la ley del Islam sino la que el pueblo soberano ha escogido para sí mismo. Yo no la voy a cambiar por usted. No lo tome como una provocación del presidente de la República o del pueblo francés (....)Los Derechos del Hombre son esto. Uno puede provocar, incluso escandalizar. Pero otro le puede responder porque se respetan y se hablan en paz. Es la aportación de la filosofía de la Ilustración y de los Derechos del Hombre a la Paz Universal, que yo defenderé siempre y en todo lugar".
Al Sissi: "Un hombre tiene derecho a tener la religión que quiera pero los valores humanos están hechos por el Hombre y pueden ser cambiados mientras que los valores religiosos son de origen celestial, por tanto, sagrados y tienen supremacía sobre todo. Igualar valores humanos y religiosos requiere un debate tranquilo y objetivo. Si al expresarse hiere los sentimientos de cientos de millones y cree que eso no necesita revisarse en razón de los valores de Francia... Esto necesita una reflexión más amplia".
Macron: "Ahí hay un riesgo de balbuceo de nuestra Historia. Nosotros consideramos el valor del Hombre superior a todo. Es lo que hizo universales los Derechos del Hombre, lo que fundamenta la Carta de las Naciones Unidas. Nada puede estar por encima del respeto del Hombre y de la dignidad de la persona humana. Haya respeto de unos a otros pero, en el orden de la política, la religión no entra. Nunca una religión tiene derecho a declarar una guerra porque se rían de ella. Si la religión suplanta a la política no estamos en una democracia, sino en una teocracia".
¿Usted quién cree que tiene razón? En la cuadrilla, pensamos que Macron. Pero no hay que irse a Egipto para encontrar fundamentalistas. Aquí al lado, hay quien considera un sacrilegio que en la pizzería no le atiendan en catalán y quien antepone la nación catalana a los derechos de los ciudadanos.
Iñaki Gil. El Mundo, lunes 14 de diciembre de 2020,
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