P,- En el libro dice que esa sospecha es "quizá la más antigua del mundo". ¿De dónde surge la obsesión por vivir una vida plena frente a una supuesta vida de segunda?
R.- No sé si hablaría de obsesión, que me parece una palabra un poco dura, pero sí es un tema que aparece muy pronto en la historia del pensamiento. Platón ya habla de ello, aunque para él la vida auténtica sea el más allá, lo que llega tras la muerte. Rimbaud, Proust y Adorno también mencionan el tema, pero no se detienen mucho en él. Yo he querido convertirlo en una herramienta de reflexión existencial y política.
P.- Escribió el libro justo antes del confinamiento. ¿Ha intensificado la pandemia nuestra aspiración a esa vida plena?
R.- La pandemia ha llevado a confundir la vida con la vitalidad, lo vivo y lo vital. Para mí, solo cuenta lo primero. Me he querido alejar tanto del platonismo como del vitalismo exuberante de Nietzsche. La vida no es solo el vitalismo, va mucho más allá.
P.- ¿En qué nos han cambiado los últimos dos años y medio?
R.- Asistimos a una imposición de la virtualidad, de la conexión permanente, cuando lo que habría que hacer es despertar el poderío de la vida sin replegarla en lo digital. La pérdida y la ausencia son muy importantes: intensifican todavía más la vida auténtica, la hacen emerger. La comodidad de lo virtual me parece peligrosa.
P.- Con las crisis sucesivas y la guerra en Europa, muchos tuvimos la sensación de encontrarnos dentro de una ficción. Escribe que ese sentimiento de simulacro no es nuevo.
R.- Así es. El riesgo es que eso conlleve un desencanto, una decepción generalizada, cuando lo que toca ahora es hacer obras en nuestras vidas, reformarlas. En Europa, la filosofía ha evitado hablar de cómo vivir porque no tenía las herramientas para hacerlo. Tradicionalmente esa cuestión se había dejado en manos de la religión. Con el retroceso de lo religioso en nuestras sociedades, ¿quién está asumiendo ese papel? La autoayuda.
P.-En el libro es muy crítico con el llamado desarrollo personal, que tilda de pseudofilosfía. ¿Sus autores son charlatanes?
R.-Sí. Han creado un mercado de la felicidad, un pensamiento único que nos vende una falsa sabiduría de la vida Me parece deplorable, lo que hacen no equivale en ningún caso al pensamiento. Son neoestoicos o neoepicúreos, en el mejor de los casos, pero sin el rigor que tuvieron los griegos. Para mí, el pensamiento debe resistir al mercado, al comercio. La autoayuda es poco más que un esparadrapo, una tirita...
p.- ¿Existe una buena forma de vida y otra mala?
R.- Eso creían los griegos, pero por suerte ya hemos superado su ética de la felicidad. Es mejor alejarse dde la dramatización permanente. Yo no creo en la felicidad ni en la desgracia . No me pregunte si soy feliz, me parece una pregunta sin sentido. Tampoco creo en los objetivos que muchos se imponen para dar sentido a sus vidas. Creo más bien, en tener recursos , en contar con una serie de herramientas para que la vida se vuelva más intensa...
Álex Vicente. Conversaciones con filósofos. El País, domingo7 de agosto de 2022.
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