Padre e hijo, supervivientes. CNN |
En el trabajo que ha hecho Emmanuel Carrère para contar lo sucedido durante ese tiempo en el tribunal francés, y que se ha recogido puntualmente por este periódico, se ha servido de la finura de un bisturí para ir separando una capa tras de otra de cuanto se contaba con el afán de acceder así a cada minúsculo rincón de los hechos, y descubrir sus zonas oscuras o encontrar a veces, algunos puntos luminosos. En su última entrega comentaba que en la sala del juicio se había desarrollado algo sagrado. Realizaron una larga travesía por un paisaje devastado por el sufrimiento y la sinrazón y salieron de alguna manera transformados.
Como no podía ser de otra manera, se habló en el juicio de padres e hijos. En diciembre compareció Azdyne, un hombre poco religioso y que no es pobre, y que incluso alguna vez como Carrère, llegó a disfrazarse de Papa Noël en Navidad. Su hijo quedó pulverizado tras estallar el cinturón de explosivos que llevaba encima en la sala Bataclan, justo en el mismo momento en que el padre veía por televisión el partido de fútbol entre Alemania y Francia. Samy Animour había sido un "adolescente triste" y pronto empezó a radicalizarse, escuchaba por internet los predicadores salafistas, defendía su conversión al islam, y, en otoño de 2913, se fue a Siria. Se afilió a Jabbat: al Nusra, la filial que tiene allí Al Queda. Un día, cuando sus padres conectaron con él por Skype, vieron detrás del chico una hilera de Kaláshnikov, Azdyne decidió viajar allí para traérselo de regreso.
Dice Carrère que se da por hecho que "los hijos no son responsables de los crímenes de los padres". Si un hijo se convierte en asesino, en cambio, "sospechamos que su familia tiene algo que ver". Carrère observa que los testimonios de Azdyne fueron un poco contradictorios, pero destaca un momento decisivo: el encuentro del padre "en el pedregal sirio con el glacial Samy que camina con muletas y se ha pasado definitivamente al otro bando". No pudo hacer nada. En la última imagen que les llegó a aquellos padres de su hijo, aparecía riéndose mientras decapitaba a un prisionero en un vídeo reivindicativo del Estado Islámico. Padres, hijos, el embrollo de la familia y la culpabilidad: no se puede ni imaginar la hondura del desgarro.
José Andrés Rojo, El País, 15 de julio de 2022.
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