lunes, 22 de agosto de 2022

Entre la vida y la muerte

De Giordano Gederlini, nacido en Chile, aunque afincado desde muy pequeño en Bélgica, conocemos su trabajo como guionista de Los miserables (Ladj Li, 2019), aunque no su estreno en pantalla grande, Samurais (2002), inédito en España. Parece sentirse muy cómodo con el thrillerlo confirma como valor a seguir por su esfuerzo en resultar diferente, sorprendiendo en varios frentes. Un fulano con un pasado oscuro -convincente De la Torre- al que asesinan a su hijoy se plantea tomarse la justicia por su mano, pasando por la policía, no es el colmo de la originalidad pero lo son sus matices. Sin abandonar ese grato aroma a serie B, conciso y sucio y en el que apenas sobran planos. También evita cantadas en plan ocurren-cosas- porque-al-guionista-le-da-gana y procura mantenerse en un carril verosímil que es muy de agradecer. Que un tipo conviva con una bala en la cabeza cuentan que no es descabellado.

Desde los primeros minutos ya intuimos que el personaje  no parece el tópico proletario mindundi, en este caso conductor de metro. Pronto sabremos que es un emigrante español, pero iremos desentrañando su identidad a medida que la trama avanza. Si en el uso de la cámara, el director en ningún momento se pone estupendo, huye de la cargante dronitis y usa una luz sin estridencias -buena parte de la historia trans curre en escenarios nocturnos-, es en algo tan común al género como las armas y las peleas donde se contiene. El cine made in Hollywood se excede en acrobacias, coreografías y tiroteos, con la coartada de garantizar espectáculo. Aquí el contacto físico es realista, uno se imagina que así es como alguien se defiende cuando siente peligrar su vida. El riesgo de spolier impide ir más allá, pero añadamos que en cuanto sabemos qué ocurre con Castañeda todo adquiere sentido.

Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, viernes 15 de julio de 2022.

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