El puente de San Pedro da la bienvenida a los peregrinos a su llegada a Portomarín. |
Algunos corrían escaleras arriba, otros las miraban desde abajo entre suspiros. "¡Venga! El último empujón", gritaban. "¿Por dónde vendrá el resto?", preguntaban. Personas mayores, familias con niños, grupos de jóvenes, excursiones, peregrinos solitarios, bieigrinos... "En el Camino estamos todos representados", bromeaban unos cordobeses.
Portomarín se convirtió el pasado jueves en escenario de las llegadas masivas que se prevén registrar en la catedral. Quienes quieren llegar a la capital gallega en su día grande debían de partir de Sarria para completar las cinco etapas como mínimo que los separaban de la compostela. Es el caso de un grupo de toledanos que se protegían del calor en una terraza, "No conozco Santiago, así que ¿qué mejor manera de conocerlo que llegar haciendo el Camino y el día del Apóstol?", contaba una de ellas...
Aunque la estampa de Portomarín era como la de una fiesta, con un queso de tetilla hinchable incluido para dejar a los visitantes con buen sabor de boca, hay quienes portan en sus mochilas razones para peregrinar más allá de las vacaciones. Es el caso de dos hermanas francesas que salieron de Saint-Jean-Pied-de-Port. Su hermano sufrió un ictus y quedó en silla de ruedas, así que ellas decidieron hacer el Camino por él "y por todas as personas que no pueden caminar". También en Francia comenzó a pedalear Charles, un brasileño que "no sabría describir tanta emoción".
Dos años después, el Apóstol vuelve a atraer la mirada del mundo. Algo notan en la localidad. "Portomarín estaría muerto si no fuese por los peregrinos", comentaba un vecino. A su edad, ha visto cómo el Camino transformaba su pueblo natal, Ese que pese a encontrarse anegado bajo el Miño, los peregrinos pueden ver hoy a causa de la sequía.
Rebeca Cordobés. Portomarín. La Voz de Galicia, domingo 24 de julio de 2022
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