martes, 16 de agosto de 2022

Una fotógrafa de moda en la trinchera

Retrato de Lee Miller posando para "Vogue"
 en su etapa como modelo, en 1931.
(De Lee Miller Archives.)

No fue solo una de las incontables modelos de Piccaso, ni tampoco únicamente la compañera de surrealistas como Man Ray. Ya hace un par de décadas que la historia del arte ha sacado a Lee Miller de la reductora casilla que ocupan las musas, ese término propio de otro siglo, para ensalzar su trabajo como fotógrafa de moda al servicio de las mejores revistas femeninas y también como reportera en la Europa de la II Guerra Mundial, aunque su trabajo siga siendo menos conocido y aplaudido que el de muchos de los artistas varones a los que frecuentó. Los Encuentros de Arlés, principal festival dedicado a la imagen en el continente europeo, consagran ahora a la estadounidense una exposición concebida como gesto definitivo para reafirmar su contribución a la cultura visual del siglo XX.

Gaëlle Morel, comisaria de una exposición que podrá visitarse en la ciudad francesa hasta el 25 de septiembre, señala: "Mi objetivo fue mostrar solo su trabajo, dejando fuera el glamour, los detalles biográficos y sensacionalistas, su relación con Man Ray y sus problemas de salud mental cuando volvió de la guerra". La muestra se centra en el periodo comprendido entre 1932, cuando interrumpe su actividad como modelo y crea un estudio en Nueva York, y 1945, año a partir del que abandona gradualmente la fotografía, traumatizada por su experiencia en los campos de concentración de Dachau y Buchenwald, de los que Miller fue uno de los primeros testimonios externos. "Les suplico que crean que es verdad", decía su primer telegrama desde esos lugares. Sus imágenes sirvieron para demostrar que los hornos de destrucción existían.

La muestra con casi 200 imágenes y documentos, refleja sus dos almas en dos mitades simétricas. Están las exquisitas series de moda con las que se hizo conocida en los años treinta y las campañas al servicio de casas como Chanel o Schiaparelli. Y luego, en un giro radical, sus imágenes llenas de trenes al infierno, cadáveres en ristra y prisioneros demacrados. La muestra resulta algo esquizofrénica. ¡Qué le pasó por la cabeza en el invierno de 1941 para dejarlo todo y con dos rolleiflex colgando del cuello, pedir una acreditación de reportera de guerra para Vogue? "No era un caso extraño. En ese contexto, los fotógrafos eran artesanos capaces de pasar de una práctica a otra. Además tenía la voluntad de participar, de dejar un testimonio de la guerra haciendo lo que sabía hacer", responde Morel que descarta la pista de una supuesta frustración provocada por la moda para entender ese cambio repentino. En realidad siguió trabajando en los dos campos con normalidad. En distintas fotos de 1944 se la observa retratando las playas de Normandía, dedicando una serie a la última colección de prendas de lana  en su estudio londinense y luego visitando a Piccaso en su estudio de París. En una carta  recogida en la muestra, garabateada por la legendaria editora jefa de Vogue Edna Woolman Chase, durante una visita al peluquero, la felicita por su trabajo en el frente, pero le pide más fotos de niños haciendo monerías frente a la cámara...

Una de las series más sobrecogedoras expuestas en Arlés está protagonizada por las mujeres acusadas de colaborar con los nazis (o, peor aún, de haber tenido relaciones con ellos). Tras la Liberación, las afeitaron, les dibujaron cruces gamadas en la cabeza y luego las pasearon por las calles francesas. Miller las observa con una mezcla de escarnio y empatía. Después de la guerra Miller se retiró a una granja de Sussex (Reino Unido) con su marido, el pintor Roland Penrose, y se dedicó a cocinar, hasta graduarse en la prestigiosa escuela Le Cordon Bleu de París. Murió en 1977 en un relativo olvido, habiendo abandonado la fotografía y dejando un archivo de 60.000 negativos. Cuando su hijo las descubrió las propuso al MoMA de nueva York. Le respondieron que no tenían interés: su madre no era más que "una nota a pie de página en la vida de Man Ray". Los Encuentros de Arlés rehabilitan ahora a Miller de una vez por todas, en una edición que celebra el trabajo de las mujeres fotógrafas el siglo XX con muestras dedicadas a la prestigiosa colección vienesa Verbund, que recoge el trabajo de decenas de fotógrafas feministas de los años setenta... "Es uno de los ejes que quiero desarrollar. Se trata de mirar al pasado para ver mejor el presente y el futuro", afirma el director del festival Christoph Wiesner que inauguró esta edición a principios de julio llamando a "rebelarse contra el culto al genio masculino"...

Álex Vicente. Arlés. El País, jueves 28 de julio de 2022.


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