Los dos parten de arquetipos teatrales para trasladarlos a la realidad del presente. Py narra las desventuras de un arlequín, personaje que ha atravesado cinco siglos en el teatro europeo, convertido aquí en un repartidor de comida a domicilio que se enfrenta a las últimas ramificaciones del capitalismo. El director teatral se inspiró en las interpretaciones que hizo Picasso de ese rol inventado por la commedia de l'arte, al que el pintor consideraba, igual que Py, la quinta esencia de lo que es un artista", por el combate permanente contra el orden social que escondían sus aparentes bufonadas. "Este tipo de obras solo se pueden representar en Aviñón. Aquí el espectador está más disponible, más concentrado para vivir estas aventuras", afirma el director. "No se vive la misma catarsis con una obra de una hora que con una de cinco o seis. En el segundo caso se instaura un vínculo con el público que no tiene nada que ver con el consumo e incluso con la idea del espectáculo".
Por su parte Falguières dirige una obra pensada como "una declaración de amor al teatro", llena de guiños a Homero, Molière o los hermanos Grimm, formada por siete capítulos en los que llevaba ocho años trabajando. En esta larga pieza de 13 horas, un personaje pretérito, la princesa Anne, y otro perteneciente al presente, el actor Gabriel, tratan de encontrarse a medio camino entre pasado y presente para salvar sus mundos respectivos. El director se inspiró en los folletines del siglo XIX y en el lenguaje de las series para encontrar un formato accesible fundamentado en el relato, y que a la vez permitiera contar con el tiempo suficiente para profundizar en sus protagonistas. "La larga duración acaba llevando a una especie de trance, tanto a los actores como al público. Sucede algo que nos transciende en el sentido poético. A veces uno tiene la sensación de estar en un sueño", afirma Falguières.
Para Py, el teatro no es la única disciplina artística capaz de hacer funcionar esos relatos largos. Para demostrarlo ahí están las obras literarias de millares de páginas o el llamado binge watching, la ingesta desmedida de episodios, tan de moda desde que el consumo de series se convirtió en poco menos que una droga. "La diferencia es que aquí no estamos solos en nuestras casas o delante de una pantalla, sino en una sala oscura llena de desconocidos y lejos de nuestro hogar. Es una experiencia de otro orden . En los próximos años se va a producir una lucha entre el mundo virtual y la vida teatral", pronostica el director.
En ese sentido, la duración descomunal de estas obras puede ser entendida como un gesto militante. "Es una manera de confiar en la inteligencia del público, que ya quiere consumir solo productos prefabricados", concluye Py, que a lo largo de su mandato como director artístico ha tratado de dotar a este festival de una pátina política. "Hemos defendido a los migrantes, el feminismo, los derechos LGTBI. Hemos rejuvenecido al Público y hemos demostrado que este no es un festivalelitista para un puñado de entendidos. Hoy tenemos a un disidente de Putin, Kirill Serébrennikov, en el Palacio de los Papas. La fuerza política del festival es cada vez más importante", asegura su director saliente, que en 2023 será sustituido por el portugués Tiago Rodrigues...
Álex Vicente. Aviñón. El País, miércoles 15 de julio de 2022,
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