Órgano de la catedral de Notre Dame. |
Durante siglos, la música, destinada principalmente al culto divino, había sido monódica. Pero en Notre Dame, Magister Perotinus Magnus compuso piezas como Viderunt omnes y Sederunt principes a cuatro voces. Esto debió causar auténtico estupor o admiración entre quienes lo escucharon por primera vez, a finales del siglo XII. Y esta nueva música rápidamente se extendió por todas las iglesias, llegando a Escocia, Alemania o Castilla. De hecho en España hay muchos ejemplos de la música de la Escuela de Notre Dame, en el Códice de Las Huelgas en Burgos; el Códice de Madrid, de la Biblioteca Nacional, o en le monasterio de Silos.
También está en España el Códice Calixtino de Santiago de Compostela, la que es considerad como la primera obra polifónica de la historia. Se trata de Congaudeant catholici, a tres voces. Está datada en 1163, justo cuando Maurice de Sully colocaba la primera piedra de la catedral de Notre Dame, Se sabe que en aquella época en París había un cantor llamado Magister Albertus. Precisamente la rúbrica que firma ese Congaudeant catholici del Codex Calixtinus es Magister Albertus Parisiensis.
Las principales fuentes musicales de Notre Dame, afortunadamente no se encontraban en la catedral cuando sufrió el aparatoso incendio de hace cinco años, sino que estaban custodiadas en Alemania, Italia y España: Wolfenbüttel, Florencia y Madrid. En bibliotecas de estas ciudades se encuentran las obras a dos, a tres y cuatro voces escritas por Magister Leoninus y Magister Perotinus Magnus de las que hablan las fuentes.
Todo lo que sabemos sobre Leonín y Perotín nos ha llegado por un documento conservado en la British Library, en el cual un monje inglés que había estudiado en Notre Dame hace balance de lo allí aprendido. Este manuscrito es conocido como Anónimo IV y ha sido estudiado, transcrito y traducido por el profesor Juan Carlos Asensio, una de las principales autoridades en la materia. Reza el documento: "Leonín era, según dicen, un excelente organista (compositor de organa), que hizo el gran libro de Organum para el gradual y el antifonario con el fin de realzar el oficio divino. Estuvo en uso hasta la época de Perotín (...) Este maestro Perotín hizo los mejores quadrupla (organa a cuatro voces) como Viderunt y Sederunt, con abundancia de colores de naturaleza musical (...) El libro o los libros del maestro Perotín estuvieron en uso hasta la época del maestro Roberto de Sabilon y en el coro de la catedral de París de la Bendita Virgen desde su época hasta hoy".
El París de Perotín era una bulliciosa ciudad poblada por mercaderes, clérigos , estudisntes, artesanos y todo tipo de gentes que acudían atraídas por la rica actividad económica y cultural allí desarrollada. Un lugar al que llegaban estudiantes de música, mnjes y escolares de toda Europa, con el fin de formarse con estos grandes maestros de la Escuela de Notre Dame. La fama de la catedral se debí principalmente al desarrollo del organum, un nuevo tipo de composición que origin´p las primerasa obras polifónicas a cuatro voces de la historia de la música y que, debido a la gran dificultad que entrañaba su ejecución, tenía que ser entonadas por cantore profesionales. Eran, además piezasque, a pesar de sus limitados recursos de notación , tenían gran extensión, unos doce minutos (440 compases en transcripción moderna). Durante muchas generaciones posteriores no volverían a componerse obras de gran formato tan grande. Estos organa a cuatro partes de Perotín resultaron tan novedosos y sorprendentesque, por primera vez, el arzobispo de París ordenó que fueran ejecutados anualmente. Ya no eran una creación específica para un determinado momento, sino que iban a perdurar a lo largo de los años. Y el nombre de su compositor sería recordado.
Perotín compuso su Viderunt omnes a cuatro voces para ser entonado en Notre Dame durante la misa del 25 de diciembre de 1198. No podemos saber lo que sintieron quienes se encontraban en el interior de la catedral cuando, tras la lectura de la epístola, comenzase a sonar esta pieza de tanta fuerza. Pero seguro que debieron de percibir por primera vez cómo el poder divino a través de la música generaba en ellos una sensación tan elevada como los altos arcos y bóvedas que sosteníanse magno templo de la cristiandad. Algo casi milagroso.
Sergio Pagán. Madrid. El País, miércoles 4 de diciembre de 2024.
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