viernes, 31 de enero de 2025

Paco Ibáñez, el juglar rojo

Paco Ibañez en el concierto del 16 de enero en el Palau.
(Lorêna Sopena/ Europa Press)

El juglar rojo que cantó y sigue cantando a Lorca, a Góngora, a Alberti, a Neruda y a los otros grandes de la poesía en español cumplió hace poco 90 años, de los que ha empleado más de 60 en pisar escenarios de medio mundo y publicar un buen puñado de discos a caballo entre la creación musical y el activismo político, para él inseparables. Ahora lo celebra con un nuevo álbum en ciernes y una serie de conciertos. Tiene 90 años en el DNI pero, asegura, 30 en el espíritu.

Paco Ibáñez se morirá -y los demás también- sin saber porque su adorado tío Ramón, un kashero cascarrabias del pueblo de Aduna (Gipuzkoa), cada vez que él le preguntaba "¿Zer moduz, osaba?" ( Qué tal estás, tío?), le contestaba "¡Gaizkiiii"!  ( ¡Maaaal!). Pero qué otra cosa es la vida que las grandes preguntas sin respuesta o con respuesta indescifrable. Él, al contrario que el osaba Ramón, se encuentra bien, gracias. Si no, no se explicaría que los noventa años que cumplió el 20 de noviembre los afronte ni más ni menos que preparando un nuevo disco -Érase una vez- con alguna composición inédita y nuevos arreglos y adaptaciones de temas viejos, y con una mini gira que le llevará, de momento, a Barcelona (Palau de la Música, 16 de enero), Madrid (Teatro Coliseum, 27 de enero) y Bilbao (Teatro Campos Elíseos, 15 de febrero), aunque ya tiene previsto otro recital sin fecha confirmada en París.

Para quien -en tiempos como estos de genios musicales españoles y latinos a repetición y fotocopiamente ocupando sin desmayo la primera plana- no conozca a Paco Ibáñez, hay que empezar diciendo que hablamos de un pionero. Él fue el cantautor que empezó a poner voz y guitarra hace más de 60 años a los grandes de la poesía en español. Desde Góngora y Lorca hasta a José Agustín Goytisolo y Gil de Biedma pasando por Neruda, Rubén Darío, Blas de Otero, Cernuda, Alberti o Miguel Hernández, su timbre ronco y feroz ha retumbado en escenarios de medio mundo y en sucesivos discos ya convertidos en clásicos, siempre en un cruce de caminos entre la creación musical y un incansable activismo de izquierdas que lo convirtió en presa recurrente de la censura franquista.

Nacido en Valencia de un valenciano y una guipuzcoana que se habían conocido en París, su bio grafía marea un poco. Tras vivir en Valencia y en Barcelona, la familia se exilió en Francia tras la derrota de la República en la Guerra Civil. El padre, un ebanista anarquista del que aprendería el oficio, fue detenido e internado en los campos de trabajo de Saint-Cyprien y Argelès-sur-Mer, en el sur de Francia. Fue cuando la madre y los hijos regresaron a España, instalándose en San Sebastián. El pequeño Paco fue enviado entonces a Apakintza, el caserío familiar de Aduna, con sus tíos y abuelos. Allí cantando a las vacas y a las ovejas, se fraguó el vascoparlante que es (habla castellano, euskera, catalán, francés, italiano y hebreo), recuerdos que recogería en 1999 en su disco Oroitzen (Recordando). En 1948, su madre, sus tres hermanos y él cruzaron la frontera y se reunieron en Perpiñán con el padre. Tras unos años allí, marcharon a vivir a París, ciudad que cambiaría la vida de Paco Ibáñez. Allí conoció, en 1955 y durante un concierto en la sala Olympia,  a Georges Brassens, que a la postre sería el clic que le llevará a dedicarse a la canción.

El músico que se marchó A galopar con Alberti ha vivido en Valencia, Barcelona, Madrid, Perpiñán, Aduna, París y ahora, desde hace dos años, lo hace con su compañera Julia en Camallera, un pueblecito perdido del Alt Empordá...

Borja Hermoso El País Semanal, 9 de enero de 2025.

jueves, 30 de enero de 2025

Hervé Tullet, Artista y autor de libros infantiles

Melena blanca, vaqueros llenos de pintura, gafas al estilo Le Corbusier. "Soy divertido pero no simpático, me gusta la distancia", dice Hervé Tullet (Avranches, 1958), artista, rockstar de literatura infantil y un tipo encantador. Sus libros, vendidos por millones en todo el mundo, son una fabulosa experiencia. Sin personaje, ni trama, solo manchas e interpelación (toca el círculo amarillo, sopla, di ¡oh!). La magia ocurre al pasar cada una de las páginas. Este fin de semana, Tullet recala en el festival Abrapalabra en La Casa Encendida de Madrid donde las entradas para interactuar con él se esfumaron en una hora. Sus talleres son un jolgorio de ruidos guturales, movimientos y creatividad. Y eso que no recuerda nada de cuando era niño. "Mi infancia es un desierto, no entendía nada, era como sino existiera, solo recuerdo que me aburría". "Pero hay que aburrirse para tener ideas".

P.- ¿Cómo eran sus padres?

R.- Gente agradable. Mi padre tenía un ultramarinos. Mi madre estaba muy traumatizada por la guerra y eso llevó a cierto silencio, una falta de comunicación... Quizás por ello lo primero que yo intenté hacer con mis hijos fue darles recuerdos.

P.-¿Desarrolló con ellos su conexión con la infancia?

R.- Sí, mis hijos fueron un descubrimiento enorme. Me sorprendió lo cerca que me sentía de ellos. Los disfruté mucho de pequeños. Empecé a hacer libros infantiles cuando nació el primero, Leo, que ahora es mi manager.                                                                            

P.- De aquel primer libro, Cómo conoció Papá a Mamá (1994), ha dicho que ya contenía todo.

R.- La narración ocurre a través de un agujero troquelado. Las ideas existen entre las páginas. Y ya aparecían los puntos y la voz que interpela al lector. Además, está muy mal dibujado. No saber dibujar me ha hecho más creativo, tuve que encontrar mi propia solución para transmitir ideas evitando el dibujo, sin elefantes ni princesas... Fue una suerte, cree un vocabulario propio y muy preciso de puntos, líneas, manchas , arrugas o agujeros.                                                                                                                                                                                                                                                 P.- Además de 80 libros, publica juegos, hace talleres, exposiciones, performances. ¿Usted que es?

R.- Voy descubriendo mientras hago cosas. Fui publicista , ilustrador, autor de libros infantiles...,ahora digo que soy artista, pero tal vez soy también un actor que hago teatro.

P.- ¿Qué opina de la etiqueta de "literatura infantil"?

R,- La encuentro estrecha. No buscó las estanterías para niños cuando voy a una librería. Me interesa más el diálogo entre adultos y niños. Estoy más interesado en mí mismo. Pero la mirada de los niños es fascinante, lo acepta todo y ofrece  una manera maravillosa de empujar tus límites...

Patricia Gosálvez . Madrid. El País, domingo, 15 de diciembre de 2024.

miércoles, 29 de enero de 2025

Simone Veil: Auschwitz ni la mató ni la calló

Habían pasado quince años de la liberación del campo la primera vez que Simone Veil (Niza,1927-París, 2017) volvió a Auschwitz. Los rusos había organizado los primeros fastos conmemorativos en una Polonia sometida al control soviético y Veil, que trabajaba en el Ministerio de Justicia francés, sustituía al ministro Edmond Michelet, superviviente también, en su caso de Dachau, que no había podido viajar al país. Veil volvió más veces a Auschwitz, pero tuvo que esperar al 60º aniversario, en 2005, para que el destino de los pueblos exterminados sistemáticamente -judíos como ella, pero también gitanos-, soslayado durante los años rojos para no ensombrecer el calvario de los miles de presos políticos, tuviera, en su opinión, un reconocimiento justo. Aquel día la acompañaban sus nietos. Por primera vez recordaba, por voluntad política de los polacos", la deportación judía "ocupó un lugar importante y, sobre todo, la conmemoración tuvo una dimensión internacional". 

Uno de los asuntos que vertebra Solo la esperanza calma el dolor (Lumen) el libro-testimonio de Veil, es precisamente el antagonismo interesado entre las víctimas. Cuenta Veil que, al volver de los campos y pasar por la Federación Nacional de Deportados Resistentes, en París, las echaban de allí en cuanto descubrían su origen: "Prácticamente nos llamaban sucias judías, diciéndonos: "No, aquí es la Resistencia". Enseguida dejó de mostrar el brazo tatuado, pues así se ahorraba los comentarios hirientes: "¡Ah, creíamos que estaban todos muertos, mira por dónde, hay algunos que han sobrevivido!", le decían. Veil nunca negó el heroísmo de los luchadores antifascistas,  que fueron deportados y fusilados, pasaron largo tiempo en prisión, fueron torturados". Pero no se cansó de insistir  en la singularidad del exterminio planificado de pueblos y etnias. "Siempre he dicho que los miembros de la Resistencia eran héroes porque sabían muy bien a lo que se arriesgaban", decía. Ellos, en cambio, eran solo víctimas. La deportación de los judíos fue, en su opinión, muy diferente: "En primer lugar, porque detuvieron a personas con bebés de solo dos, tres semanas o unos meses, y porque la gente que llegaba a Auschwitz o, peor aún, a Majdanek o a Treblinka, era sistemáticamente exterminada". El asesinato de los bebés causó un tormento indeleble en la política francesa, que nunca dejó de señalar esos crímenes como un rasgo definitorio del Holocausto. "Llevo mucho tiempo diciéndolo, y vuelvo a decirlo: en mi lecho de muerte creo que pensaré en eso, no en mis padres. En el hecho en sí. Los bebés. Un millón y medio de niños. Así, gratuitamente". Se entiende, pues, el dolor que le causaron ciertas reacciones a la "ley Veil", de 1972, con la que, siendo ministra de Sanidad en el Gobierno de Giscard d'Estaing, impulsó la despenalización del aborto en Francia...

Las entrevistas que recoge el libro -presentadas como monólogos independientes- son parte de un proyecto de la Fondation de la Mémoire de la Shoah, que incluye ciento quince testimonios de "deportados, de niños escondidos, de Justos entre las Naciones y de actores de la memoria". Pueden consultarse íntegras en Internet.  

Veil recuerda su infancia bajo el sol de Niza y las vacaciones junto al mar, la vida despreocupada en una familia laica y burguesa, patriota y republicana; la guerra, la expulsión del instituto, la clandestinidad  y el arresto, el destino desconocido de su padre y su hermano (deportados a los países bálticos), la muerte de su madre (de tifus, en el último mes, infernal, antes de la liberación), la suerte de sus dos hermanas y, por último, la liberación, los estudios y el comienzo de su compromiso político.

El 13 de abril de 1944 Veil fue deportada a Auschwitz junto a su hermana y su madre. Tenía dieciséis años, estaba bronceada y por alguna razón, no le raparon el pelo. Gozaba de buena salud. Esto, a la postre, sería su salvación. Un día la jefa del campo, una prisionera polaca llamada Stenia, sacó a Simone de una fila y le dijo: "Eres demasiado guapa para morir aquí". Le ofreció un traslado y Veil le contestó que no se iría sin su madre y hermana. Stenia aceptó. Antes de irse las tres pasaron revisión médica con Mengele. Las desnudaron y Mengele apartó a su madre. Entonces Stenia se acercó a Mengele y le dijo algo al oído. Y acto seguido trasladaron a las tres a Brobek, un campo más pequeño y menos duro. Estuvieron allí hasta el 18 de enero de 1945, cuando empezaron las marchas de la muerte. Veil, su hermana y su madre llegaron a Bergen-Belsen, donde se quedaron hasta la liberación del campo en abril. Más de un mes después las repatriaron a Francia.

Veil termina su relato reconociendo, por un lado, la importancia de la creación de Israel ("el lugar donde mis compañeras polacas podían vivir") y, por otro, "el valor de los franceses de a pie". Hubo denuncias, dice, pero en general, la sociedad estuvo a la altura. Gracias a las familias que escondieron a los perseguidos en sus casas, que allanaron la huida de muchos a Suiza o España, Francia tuvo una de las tasas de supervivencia de judíos más altas de Europa: de un 75% según Serge Klarsfeld. El dato contrasta con el 25% de supervivientes de Países Bajos y con el 45% de judíos belgas; también, por supuesto, con el caso de los judíos polacos, rumanos o húngaros, exterminados en su mayoría. "Eso demuestra, si duda, que hubo mucha solidaridad", concluye.

Alberto Gordo. El Cultural, 12-1-2025.

martes, 28 de enero de 2025

Chiharu Shiota, los hilos de la vida

Enmarañada en una cosmovisión trascendental en la que conviven Eros y Tánatos, la artista japonesa presenta en el Grand Palais de París sus dibujos en el aire de hasta 200 km de lana roja, con los que busca curar traumas y desenredar nudos.

La exposición en París de Chiharu Shiota (Osaka, Japón 1972) -una de las aristas más relevantes de la escena internacional- es sin duda todo un acontecimiento. Su itinerario creativo comenzó en los años noventa, pero pronto se desplazó  de Japón a Alemania. Allí estudió con Marina Abramovic en Hamburgo, después se instaló en 1997 en Berlín, donde ha seguido residiendo hasta hoy, siendo también discípula  de Rebecca Horn. Todos estos datos son relevantes, porque la obra de Shiota está caracterizada por una tonalidad femenina, influida también por Louise Bourgeois y Ana Mendieta. Es también oportuno recordar el gran impacto que produjo su exposición en el Pabellón de Japón la Bienal de Venecia  de 2015, con The Key in the Hand  (La llave en la mano) en la que 180. 000 llaves suspendidas de hilos rojos colgaban sobre dos barcas que representaban dos manos. E, igualmente, hay que señalar que su obra ha contado con bastantes exposiciones en España, la última Cada quien, un universo en Barcelona, en la Fundación Tàpies.

La muestra en París en el Grand Palais, monumento cuya renovación se da casi por finalizada, se presenta como un preestreno de la reapertura con su programación propia. Es el resultado de una colaboración con el Mori Art Museum de Tokio, cuya directora, Mami Kataoka, se ha encargado del comisariado. Organizada en once secciones, en ella se presentan 167 obras y proyectos, que permiten un recorrido por toda la trayectoria de Shiota, desde sus inicios  como artista en 1990 hasta la actualidad.

Es particularmente relevante la reconstrucción de la performance y la instalación de Becoming Painting (Devenir pintura) (1994), que Shiota considera como el arranque de su trabajo artístico específico, después de haber querido ir más allá de la fijación  en la distancia de la pintura, con un desplazamiento personal al interior del cuadro. Su rostro y su cuerpo están completamente impregnados de rojo que surte desde los hilos rojos colgados del techo.

En ese despliegue se sitúan las dos grandes e inmersivas instalaciones con hilos, que parece que miden más de 200 kilómetros de longitud en grandes salas: Uncertain Journey (Viaje incierto) (2016-2024) e In Silence (En silencio) (2002-2024). En la primera vamos andando entre figuras alámbricas de barcas sobre las que caen desde el techo grandes racimos de hilos rojos. La segunda brota del recuerdo del incendio en la casa de sus vecinos cuando era niña. (...)

En síntesis, la forma expresiva central de Shiota es la instalación, pero siempre con un trasfondo en el que resuenan los ecos de la performance y el arte del cuerpo. Así crea ambientes con entramados de lana, negros o rojos, que entrelazan objetos evocadores: instrumentos de música, vestidos de muñecas, zapatos, sillas, ventanas rotas , cartas, laves... Entramados de hilos concebidos como una prolongación de su propio cuerpo ausente, ya que como ella misma indica: "Duermo dentro de las instalaciones para completarlas".

Esos hilos o redes, que tiene una analogía evidente con la tela de araña de Louise Bourgeois, son en sí mismos una evocación de los hilos o redes que tejen las relaciones interpersonales. Shiota los considera un espejo de los sentimientos: "Los hilos están tejidos entre sí. Se enredan. Se desgarran. Se desatan. Son como un espejo de los sentimientos". Y con ellos nos traen, en definitiva, una reverberación del tejido de la vida, de la trama de la memoria. Con la forma de un dibujo que flota: "Con el hilo estoy dibujando en el aire".

A través de los hilos, tejer y destejer la memoria. Evocar emociones y sentimientos y, de un modo persistente, la presencia o la ausencia. Ahí nos lleva esta artista ejemplar: en el arte que flota y nos rodea tejamos todos los hilos de la vida.

José Jiménez. El Cultural, 17-1-2025.

lunes, 27 de enero de 2025

"La semilla de la higuera sagrada"

El director Mohammed Rasoulof y Mahsad Rostami con una foto del actor
Missagh Zareh, actores de La semilla de la higuera sagrada. (REUTERS)
A Mohammed Rasoulof (Shiraz, Irán,1972) le fue confiscado el pasaporte hace siete años. Fue entonces cuando decidió irse a vivir un tiempo a una isla al sur de su país donde descubrió un árbol "extraordinario" . Se trataba del ficus religiosa, un ejemplar cuyas simientes, trabadas en las heces de las aves, caen sobre otros árboles, a los que con el tiempo envuelven con sus ramas y terminan estrangulando para ocupar su espacio. El ciclo vital de la especie se le antojó una metáfora de la dinámica opresiva del régimen teocrático y misógino iraní. Esta analogía le inspiró el título de la última película, La semilla de la higuera sagrada, que se estrena este viernes tras ganar el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes, el del Público a la mejor película europea en el de San Sebastián y ser elegida para representar a Alemania en los Oscar.

El sociólogo y cineasta se exilió en Berlín al poco de terminar el rodaje de manera clandestina, ya que en 2017 el régimen iraní le había prohibido volver a  ponerse tras la cámara. Sentenciado a ocho años de prisión y azotes, Rasoulof escapó a pie por las montañas durante una travesía de 28 días. Su largometraje revive "años de enfrentamiento con los servicios secretos  y con la censura cultural " en el contexto de las protestas a raíz de la muerte de la joven Mahsa Amini mientras estaba custodiada por la policía de la moral por no llevar bien puesto el hijab.

P.- Su película está protagonizada por un grupo familiar conformado por una madre y sus dos hijas. ¿Estuvo condicionado el género de la prole por el movimiento Mujer, vida y libertad?

R.- Cuando empezaron las manifestaciones tras la muerte de Mahsa Amini, yo estaba en la cárcel. Dentro de la prisión de Evin  tuve una experiencia muy rara y única: seguir lo que estaba pasando en la sociedad desde mi cautiverio. Oía que eran chicas jóvenes. Cuando al fin me liberaron, la única vía para entender lo ocurrido  eran los vídeos anónimos en las redes sociales que la gente de a pie había grabado. Las imágenes de la valentía de esas niñas me resultaron muy inspiradoras. Los nuevos movimientos de liberación en Irán le deben mucho a las mujeres y las protagonistas femeninas le dan un nivel metafórico a mi película.

P.- La película empieza como un drama doméstico y evoluciona hacia el thriller. Era su intención hacer crecer en la audiencia la conciencia política  para luego trasladarle  lo que viven las personas disidentes en su propio país?

R.- Es exactamente eso (...)

P.- La actriz que interpreta a la madre de la familia, Soheila Golestani, fue detenida por aparecer en un vídeo de protesta sin velo. ¿Influyó este arresto en el guión?

R.- La única posibilidad para sacar adelante La semilla de la higuera era trabajar con gente que compartía mi visión y que miraba en la misma dirección. La mayoría de las personas que han formado parte de este proyecto, tanto mujeres como hombres, creían en el movimiento. Golestani, efectivamente, fue encarcelada y tuvo un papel muy importante en la difusión de Mujer, vida y libertad. La actriz que da vida a la hermana mayor, Setareh Malek, también tomó parte en las manifestaciones y le pegaron en la calle, y la que interpreta a la benjamina, Mahsa Rostami, es una chica muy valiente que estuvo involucrada en el movimiento y, cuando murió su padre durante la Covid, publicó un vídeo en el que hablaba con toda libertad...

Begoña Donat. El Cultural, 17-1-2025.

domingo, 26 de enero de 2025

Empezar el año viajando por Italia con el libro de un francés

2 de enero, 2025.

 -Regreso de Madrid donde  he pasado 4 días con mi hijo. Llueve en Santiago y su comarca. Mi coche sigue en el taller esperando las piezas que no llegan en estos días difíciles para asuntos de comercio.  Mi hija y su familia se van a Madrid para celebrar, en su casa, y con los niños, la llegada de los R. Magos. Me dispongo a pasar unos días en casa leyendo, mejor, releyendo Veiller sur elle, de Jean-Baptiste Andrea, premio Goncourt 2023, sobre el que hablaremos en el club de lectura el próximo martes, 14 de enero. Y como, en esta ocasión, puedo hacerlo, decido leerlo, son 580 páginas, de un tirón,  con las pausas justas para el sueño. Para comer tengo los restos de las fiestas, así que poco tiempo dedico a ello.  Tres días, en los que mi alimento es sobre todo este  exquisito libro.


Veiller sur  elle / Cuidarla,  nos cuenta la historia de Mimo, un niño que nace pobre, pero con un don en sus  manos, que, con su talento pronto llegará a ser un gran escultor, el creador de la Pietá Vitaliani.  Es también la historia de Viola, heredera de una familia noble. La historia de su encuentro con Mimo para el que parecían predestinados. Viola descubre que son gemelos cósmicos. "Nacieron el mismo día, el mismo mes, el mismo año. Lo que quiere decir que estarán unidos, más allá del tiempo y del espacio por una fuerza que los sobrepasa y que nadie podrá romper nunca". Una novela ambientada en la Italia de entreguerras. Este libro de Jean-Baptiste Andrea puede leerse como la invitación a un viaje,  por la Italia de esa época.  Esa es la opción que he escogido, acompañar a Mimo, siguiendo la ruta que marcó su vida.

 1904. Il Francese, así le llamaban, apodo que, según el mismo Mimo nos cuenta, detestaba. Todas sus alegrías y sus dramas son de Italia. "Soy de una tierra en la que la belleza siempre está acorralada. Italia, mi país. Pero es un hecho, nací en Francia en 1904. Mis padres se fueron de Liguria buscando fortuna 15 años antes. En 1914, el Estado francés declaró Francés a mi padre que partió a una Guerra de la que nunca volvió al Vallée de la Maurienne donde vivíamos. Nunca hablé bien el francés. Dejaron de llamarme Francese desde 1946.  Mi madre me hizo regresar a Italia ya que, por mi amor por la piedra, sería escultor como mi padre. Me llamo Michelangelo Vitaliani". Debido a su pequeña estatura, todos le llaman Mimo.

1916. Descubrió su país en 1916, en plena Guerra. Su madre lo despidió en la estación de Módena, prometiéndole que en unos días se reuniría con él. Su tío Alberto, también escultor, iba a hacerse cargo de él. Tuvieron que pasar veinte años para el reencuentro con su madre. En esa primera etapa de su  viaje  le acompaña un conocido de sus padres, un hombre de bien. Se apean en la estación de Turín donde Mimo aterriza con los brazos en cruz sobre el andén. Atraviesan la ciudad en tranvía hasta el extrarradio, recorriendo los últimos tres kilómetros a pie, hasta el taller de su supuesto tío, que no era su tío, y que rechaza acogerlo como aprendiz. Acabará cediendo a cambio del dinero que la madre de Mimo, todos sus ahorros, había entregado a su acompañante. "Durante casi un año viví a la sombra de este hombre, Alberto, borracho y violento.  Para  él cocinaba, limpiaba, transportaba, repartía los encargos, soportando las burlas por mi talla. Tío Alberto me prohibía tocar sus herramientas. Cuando vio que sabía tratar la piedra, me molió a golpes  e insultos".

Una mañana de diciembre 1917. Después de un viaje de tres días, sin paradas, Pietra de Alba apareció, recortada en la luz del alba sobre su enorme roca. Pietra no estaba colgada de un promontorio rocoso, sino puesta en el borde de una llanura, entre el recinto del pueblo y el límite del promontorio, la montaña con sus laderas cubiertas de un bosque de un verde casi tan negro como los animales que por allí rondaban. Pietra de Alba tan bella, con su piedra un poco rosa, millares de albas se habían incrustado en ella. Dos edificios notables enseguida se veían. Una fabulosa iglesia barroca, con su fachada de mármol rojo y verde consagrada a su patrón, San Pietro delle Lacrime, construida alrededor de 1750. Al salir de Pietra vimos el segundo edificio, la villa Orsini que se elevaba en el entrada del bosque, a unos dos kilómetros de las últimas casa del pueblo. El taller, recién comprado por Alberto, se situaba fuera del pueblo. Se les ha unido un  tercer "socio" que trabaja la madera, Vittorio. Listos para los primeros clientes, ofrecen sus servicios a la Iglesia y a los Orsini.

El 12 de diciembre muere el hijo más joven de los Orsini que había dejado su casa para alistarse  como voluntario en el frente de la guerra. Muere en un accidente de tren, la mayor catástrofe ferroviaria de Francia. Alberto, Mimo y Vittorio asisten al funeral, una semana después, en la iglesia de Pietra. Mimo se para ante una estatua. Una Pietá. Una representación de la mater dolorosa. Una madre que llora por su hijo al pie de la cruz. Así se lo explica el cura, don Anselmo que ha visto al chico observando atento la estatua. Y es entonces cuando recibe su primer encargo como aprendiz de escultor: un angelote.  En el exterior de la iglesia hay una fuente con cuatro delfines, cada uno con su angelote, pero el cuarto se ha perdido, el cura  se lo pide  a Mimo.  También en esos días nace la amistad con Viola, sus primeras citas en el cementerio, los primeros libros, de la biblioteca de los Orsini, que ella  le deja en el tronco vacío de un árbol del camino. Han cerrado un pacto que será su secreto: siempre se dirán la verdad.

1919. La guerre est finie. En el taller de Alberto no hay mucho trabajo. Mimo lleva a cabo los escasos encargos de escultura que les llegan allí. "Trabajamos poco en los primeros meses de 1920".Viola Y Mimo tiene 15 años, pronto 16. Cada uno prepara su regalo. Aprovechando la ausencia de Alberto, Mimo esculpe un precioso bloque de mármol del que va a emerger la osa  con la que sorprenderá a los Orsini, "su primera verdadera obra" que será instalada cerca del estanque que rodea la vivienda, delante del salón. El 22 de noviembre, fecha del cumpleaños, entre los invitados que admiran la escultura, se encuentra  un obispo, Monseigneur  Pacelli, uno de los que más la valora. El oso figura en el escudo de la familia de Viola.

Varios días después, una mañana, Alberto me  ordenó que me reuniese con él  en el coche y con mi maleta. - ¿ A dónde vamos? - Tú vas a Florencia! Vas a hacer un recado para mí. Alberto le encomienda la compra de dos hermosos bloques de mármol de Carrara en el taller de Filippo Metti. El marqués Orsini le ha pagado el triple de lo  que vale el bloque que Mimo ha utilizado  para la osa. Después de 8 horas de trayecto, Mimo desembarca en la estación de Florencia donde tienen lugar dos encuentros. El primero con el propietario de un circo que le ofrece trabajo. El segundo, Philippo Metti que lo lleva a su taller. Mimo comprende entonces que no ha venido a Florencia por un encargo, Alberto ha alquilado sus servicios en el taller de Metti y aunque no quería quedarse porque Viola lo necesitaba aceptó su propuesta de trabajo.

Florencia. "Atravesamos la ciudad a pie. La ciudad se deslizaba en mí  para no abandonarme jamás... Ni la grandeza de Roma ni la magia de Venecia o la locura de Nápoles, nunca me hicieron olvidar Florencia". Son los años negros de Florencia, de la vida dura en el taller, donde tiene que empezar cortando bloques, aunque pronto descubran su buen hacer. La rivalidad con Neri, el jefe del taller envenena el trabajo del aprendiz, dedicando las noches a beber para no pensar en Viola... Son también los años del deslumbramiento ante Fray Angélico...

Otoño de 1921. "Dos acontecimientos hicieron explotar mi vida. El 7 de noviembre, Mussolini creó el Partido nacional fascista con esos jefecillos que impusieron el terror en el país. El ambiente en el taller se me hizo insoportable hasta tal punto que me vi obligado a abandonar el trabajo e irme del taller". Llega una carta de Viola pidiéndole que dejase de escribirle. Sin dinero, todo lo gasta en beber, una centena de liras han desaparecido en la última pelea nocturna. "No volveré a Pietra de Alba". Para sobrevivir se dirige al Circo Bizarro cuyo propietario le había ofrecido trabajo a su llegada, en la estación de Florencia...

Uno de febrero de 1923. Francesco Orsini, el hermano de Viola, recién ordenado sacerdote, que se está formando en Roma, viene a buscarlo al circo y le comunica que Alberto "su supuesto tío" le ha dado su taller. Francesco ha venido para ofrecerle trabajo. No sólo los Orsini se interesan por Mimo, también la Iglesia. Monseigneur Pacelli que ya había apreciado la escultura de la Osa,  busca un artista de confianza para los jardines del Vaticano.. Esta fue la propuesta: "Hay muchas obras que crear. Otras para restaurar. Podrás trabajar en Pietra de Alba o en el taller puesto a tu disposición en el Vaticano, donde dispondrás de aprendices jóvenes para ayudarte en Roma. Te ofrecemos  un contrato  por dos mil liras al mes..."

sábado, 25 de enero de 2025

Sociedad Textil Lonia compra la casa francesa Christian Lacroix

Una tienda de la firma Christian Lacroix. EP

Sociedad Textil Lonia (STL), el grupo gallego que está detrás de las marcas CH Carolina Herrera y Purificación García, acaba de llegar a un acuerdo para adquirir el 100% de Christian Lacroix, la emblemática marca de lujo francesa fundada en 1987. De este modo, la compañía orensana -que alcanzó unos beneficios de 55,5 millones de euros en el último ejercicio- quiere ampliar su grupo de marcas y reforzar su presencia internacional en el mundo de la alta moda.

"Nos ilusiona enormemente incorporar el legado y la imaginación de la Maison Lacroix a nuestro proyecto empresarial. Daremos lo mejor de nosotros para que el talento único de su creador y su invaluable aportación al mundo de la moda alcancen todo su potencial", señalaron, tras una transacción privada de la que no han trascendido cifras, según fuentes de STL .

Para la compañía -participada por los hermanos Jesús, Javier y Josefina Domínguez y por el grupo Puig- la adquisición supone, en sus propias palabras, asumir un legado de emoción, belleza y creatividad: "Las creaciones de Lacroix, nacido en Arles, encarnan en combinaciones espectaculares sus raíces provenzales, su pasión por la cultura española y su fascinación por el arte y el savoir-faire. Una constante en todo su trabajo que se refleja a través de una refinada capacidad para mezclar diferentes culturas y el amor por la artesanía y la teatralidad".

Tras la compra, fuentes del grupo, con sede en O Pereiro de Aguiar, han destacado la riqueza de archivos e historia de la marca de alta costura francesa.

La compra de la Maison Lacroix es un hito para Sociedad Textil Lonia, que nació en Orense en 1997 como un proyecto dedicado al diseño, la producción y la venta de colecciones de accesorios y ropa de mujer y hombre. Ha desarrollado sus marcas a largo plazo y de forma exclusiva a través de sus propias tiendas. En este momento, tiene más de 600 puntos de venta en 43 países y suma 2.500 trabajadores.

La operación supone que un grupo empresarial referente del ready to wear  o prêt-à-porter (la ropa producida en serie, con un sistema de patronaje y en distintos tallajes, en una fábrica) se haga con un icono de la alta costura.

La casa francesa Christian Lacroix se declaró en suspensión de pagos en el 2009, en un momento en el que era propiedad del grupo estadounidense Falic, que la había adquirido cinco años antes al consorcio del lujo Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH). No han trascendido los detalles de la operación que acaba de cerrar el grupo gallego con Falic- cuyo dueño es el rey de las tiendas libres de impuestos-, pero supone que se convierte en propietario del nombre de la casa francesa y de sus archivos.

Considerado uno de los diseñadores más relevantes del siglo XX,  su influencia y la admiración por su obra no fueron suficientes para combatir los problemas económicos de su firma, acrecentados en un momento de crisis económica. Presentó su última colección de alta costura en 2009 y cerró muchos de sus puntos de venta. Ha seguido vinculado al mundo de la moda, pero no a través de la marca que lleva su nombre. En todo caso, sí ha estado al tanto de la operación. "La familia española propietaria de STL, ha tenido la elegancia de ponerse en contacto conmigo antes del anuncio oficial de la adquisición. Probablemente nos reuniremos pronto de manera informal", declaró Lacroix a Vogue Business.

Orense. La Voz de Galicia, miércoles 8 de enero de 2025.

viernes, 24 de enero de 2025

Tempestad y empuje del Cirque du Soleil

Los espectáculos son organismos vivos: nacen, crecen y alcanzan su madurez plena si permanecen el tiempo suficiente en cartel. Tal puede decirse de Alegría, la obra más celebrada del Cirque du Soleil, dirigida en 1994 por Franco Dragone, representada durante dos décadas y reestrenada en 2019 en Montreal. Ejecutados por otros intérpretes, en una nueva escenografía, con un vestuario completamente diferente e iluminados de distinta manera, los números que se mantienen de la versión original cambian ahora de carácter, tono y color. Otros se han transformado de cabo a rabo.

Para muchos de quienes vimos alguna de las representaciones ofrecidas por Cirque du Soleil en la España de 1998, esta Alegría. In a New Light resulta una obra nueva, que deja mejor paladar, porque es más netamente circense, aunque no exista unanimidad al respecto, pues muchas personas que eran jovencísimas entonces guardan un recuerdo idealizado del que fue su primer contacto con el arte redondo por excelencia. Sin embargo, a la función de antaño cabe achacarle un exceso de narratividad, mientras que su celebrada  banda sonora resultaba harto almibarada para algunos paladares, cosa que no sucede con la adaptación musical de ahora, más nutritiva.

Poco importa que en las acciones teatrales situadas entre los números acrobáticos se siga atisbando el hilo de un relato, porque este tiene  escasa importancia: de hecho, la anécdota argumental  de Alegría solo se entiende después de leer alguna publicación donde se hace su exégesis. Los números, en cambio, no requieren explicaciones: entran por ojos, oídos y piel. Se entienden con el corazón. (...)

En Alegría hay un número ingrávido en el que rueda  Cyr pilotada por el francés Ghislain Ramage parece moverse por inercia. También acontece una vigorosa escena tribal de malabares con antorchas y con fakir, interpretada porFalakino Solomona Penesa, de Samoa. Suspenden el ánimo: una hoolahopera china, una contorsionista mongola que hace figuras cubistas consigo misma y una pareja  rusa aérea (Yulia Makeeva y Alexey Turchenko), que encarna por duplicado, suspensa en las alturas, el arquetipo leonardino de la proporción áurea.

Los payasos españoles Pablo Gomis López y Pablo Bermejo, luminosos y melancólicos, se meten al público en el bolsillo, como todos sus compañeros. Cada número es despedido con una ovación. El de dobles trapecios volantes venezolanos y brasileños quita el hipo y cierra la noche por todo lo alto.

Alegría, In a New Light. Puerta de Ángel. Madrid. Hasta el 16 de febrero.

Javier Vallejo. Babelia. El País, sábado 4 de enero de 2025.

jueves, 23 de enero de 2025

"Un gran señor" En la muerte del padre

Nina Bouraoui (Rennes, 1967) es una escritora francesa, construyendo una obra inteligente y penetrante. Hija de madre francesa y de padre argelino, un alto funcionario internacional, vivió su infancia entre Francia, Argelia, Suiza y los Emiratos. Instalada en París desde los catorce años, estudió derecho y filosofía. Su primera obra, La voyeuse interdite, recibió el Premio Inter 1991 y está traducida al catalán como La mirada prohibida (Les Hores, 2019); por Mis malos pensamientos (Tránsito, 2022) obtuvo el prestigioso Premio Renaudot en 2005; en castellano se ha publicado también Rehenes (Seix Barral, 2021), Premio Anaïs Nin 2020. Con Un gran señor se redondea en España una obra de fina sensibilidad, en la senda de Duras y Annie Ernaux, enmarcada en la literatura del "yo". Curiosamente ha escrito canciones para Céline Dion.

La historia que relata Un gran señor transcurre en unos días de 2022, los anteriores a la muerte de Rachid Bouraoui padre de la escritora. Entre la ternura y el dolor, la habitación 119 del Centro de Cuidados Paliativos Jeanne- Garnier de París, es el eje del relato. Pero, aunque se trate de un libro de duelo, Un gran señor nace bajo el signo de la vida. Bouraoui habla de sí misma y de su experiencia interior, y lo hace con sobriedad, sin patetismo y con una visión esperanzada. Lejos de todo narcisismo, la escritora ofrece aquí su indefensión ante la muerte inminente del padre, su vul nerabilidad y su deseo de acompañarle hasta el final:"No duermo, no concilio el sueño, lo ahuyento cuando llega: si me quedo despierta, él no morirá", escribe.

Ante la pérdida anunciada de un ser querido, Bouraoui quiere mantener vivos los recuerdos y convertir a su padre en un héroe, con su halo de prestigio y también con su caída en el olvido. Hay un espacio cerrado cuando en una habitación de hospital se espera la despedida  irrevocable de un familiar. Un tempo diferente al del exterior, un aturdimiento personal, una suerte de lugar acristalado que nos separa del resto de las cosas. Nina Bouraoui acota esa situación y consigue transmitir universalidad."La enfermedad, la muerte construyen una comunidad, la de los inconsolables que se reconocen, se ayudan entre sí, avanzan agarrados de la mano, en una oscuridad ajena a quien no ha sido golpeado por el destino".

Como entre niebla, fuera de la habitación 119, donde también se resignan la madre y la hermana de Nina Bouraoui, están las caminatas por París ("quiero sanar el cuerpo de mi padre con el mío, camino muchos kilómetros, ejercicio que él practicaba"); los familiares de otros enfermos en paliativos, con los que comparten las palabras de consuelo; la Amiga, así con mayúsculas, que escucha y apoya; la amada más lejana en Aix, cuando la narradora se pregunta si el amor sobrevive tras  la pena: "No sabía si el deseo se llevaría bien con la muerte, si sería posible vivirlo, hacer que existiera". La relación entre hijas y padres, en ocasiones tan íntima, cobra aquí todo su sentido. "¿Pueden las hijas vivir bien sin la mirada de un padre? ¿Acaso los padres son los únicos que consiguen enjugar las lágrimas, consolar los corazones lastimados?" 

Los veranos en Argel, los viajes del padre, político, diplomático. Gobernador del Banco Central de Argelia, la aceptación del padre de la homosexualidad de la joven escritora, el orgullo paterno de cada uno de los libros de la hija, las confidencias de él cuando se sentía olvidado: "Al escucharlo percibía la soledad de un hombre que no había perdido a los suyos, sino la mirada de su país sobre él". Una despedida hermosa y un homenaje al padre amado.

Lourdes Ventura. El Cultural, 10-1-2025.

miércoles, 22 de enero de 2025

Teoría del desapego

Si no crees en la humanidad, no puedes creer en la literatura", sostiene Constance Debré. En su novela Love Me Tender, un fenómeno en Francia, refleja su propio viaje que la llevó a dejar la abogacía por la escritura y la heterosexualidad por el lesbianismo, y el dolor que supuso la pérdida de la custodia de su hijo.

 "Ganas 10 años al salir del armario, todo el mundo lo sabe", escribe Constance Debré en Love Me Tender (Alph Decay), el libro que la convirtió en una estrella literaria en Francia. Pensamos de inmediato en esa frase al avistar a la escritora en un viejo bistró de su nuevo barrio, un enclave gentrificado del noroeste de París. Nadie diría que tiene 52 años. Lleva la cabeza rapada, un traje negro estricto, recto y holgado, que viste con una rara elegancia  -después de todo, su madre fue la modelo francesa Maylis Ybarnégaray- y un tatuaje al cuello como declaración de intenciones: plutôt-crever ("antes muerta")

 -Heredera de una conocida dinastía de políticos de centroderecha -su abuelo fue Michel Debré, primer ministro de De Gaulle y redactor de la Constitución de la V República-, la escritora saltó a la fama con este libro escrito en clave de autoficción, en el que narra cómo a los 40 años, abandonó su exitosa carrera como abogada penalista para dedicarse a la literatura. Por el camino asumió su lesbianismo, que exploró a través de una larga serie de relaciones breves, y perdió la custodia de su hijo. La obra refleja la feroz batalla judicial que la enfrentó a su exmarido, resentido por su cambio de orientación sexual, que utilizó los tribunales y manipuló al niño para alejarlo de ella. Entre juicios kafkianos y exámenes psicológicos para evaluar su salud mental. Debré traza en Love Me Tender -elogiado por autores como Colm Tóibín, Eileen Myles y Maggie Nelson- una especie de camino hacia el ascetismo que habla, en realidad, de lo que la sociedad sigue esperando de una mujer y de una madre.

-Para empezar, ¿qué la impulsó a romper con su  vida profesional como abogada?

-Hubo ruptura, pero tampoco tanta. Pasar de ser abogada penalista a escritora, salvo por el hecho de que de repente dejas de tener dinero, para mí es casi lo mismo. Ambos oficios consisten en trabajar con el lenguaje, con la idea del bien, el mal y lo justo. Como abogada defensora, mi labor era proteger a los acusados, algo que considero casi cristiano. Escribo de manera casi similar, buscando transmitir al lector algo de humanidad. Si no crees en la humanidad, no puedes creer en la literatura.

De hecho, en su libro abundan las referencias a la literatura clásica y a la religión

-Es la primera vez que me lo dicen en una entrevista. ¿Por qué? No tengo ni idea. En Francia, el mundo literario está muy alejado de estas cuestiones, nunca piensan en la religión. Mi libro anterior Playboy, era una versión particular de las Confesiones de San Agustín. Love Me Tender lo escribí justo después y se inscribe en la continuidad con esa obra previa. Me interesa mucho ese tipo de relato de conversión: ocurre algo que cambia al personaje, y que divide su vida en un antes y un después.

-En este caso, ese acontecimiento fue la pérdida de la custodia de su hijo. Aunque el libro también habla de otras cosas: de empezar de cero, de cambiar de vida.

-Exacto, habla de perderlo todo, incluido mi hijo. Mi referente fue La Odisea y las pruebas que debe superar Ulises. Esos desafíos hacen que uno se convierta en lo que es. Me interesa mucho esa idea, sobre todo en una época en la que nos escandalizamos ante cualquier adversidad. Quería narrar el viaje de un personaje enfrentado a algo muy doloroso y sin solución posible, y mostrar cómo puede construir algo nuevo a partir de esa pérdida.

-¿Podemos leerlo como como una defensa del ascetismo?

-Sí. Ese desapego de lo material ha existido en todas las civilizaciones, en el ascetismo griego, en las religiones monoteístas, en todas las prácticas de ayuno y abstinencia. Para mí, siempre ha sido una inclinación natural. Me siento muy cercana a esos gestos que también nos recuerdan que vivimos en un mundo grotesco...

Álex Vicente. Smoda. El País, 22 de diciembre de 2024.

martes, 21 de enero de 2025

El libro de la artista

Valérie Mréjen

Ojo a las derivas del mercado del arte, donde entra para quedarse un serio y orgulloso competidor, aunque décadas atrás ya gozara de una fuerza dominante, pero, tras la embestida de los grandes formatos empaquetados en lustrosos cubos blancos,  permaneció discretamente debajo de su  propia influencia por la insuficiente voluntad de los galeristas, también de los propios autores.  Se trata del libro de artista, curioso artefacto que solemos apartar cruelmente de nuestra vista cuando vistamos una galería o un museo, un formato que nunca puede ser accidental porque dice casi todo de la sensibilidad artística de quien lo firma. Escritura, fotografía, grabado, dibujo; cualquier trazo confinado en un libro o cuaderno se ve absolutamente inundado por una personalidad, sin trucos. El libro de artista es el índice-huella de toda una obra, el espejo al borde delo que sucede después a gran escala, un objeto, una película o una instalación. Biografía más o menos parcial y muy autorizada, afirmación indiscutible donde todo parece tener importancia. 

La escritora francesa Valérie Mréjen (París, 1969 es también autora de unos cuantos libros de artista. En realidad, ella es lo que comúnmente llamamos artista visual, más específicamente cineasta. Su página web contiene algunas imágenes de sus luminosos ejemplares, como el editado a cuatro manos con Annie Zadek, Beau temps chaud propice à l'amour, donde junta poemas y postales o el refinado Oiseau rare, cuyas protagonistas son las tórtolas parisienses. La noticia es que Mréjen publica ahora una novela convencional sin dejar de ser un libro de (la) artista, el relato de la peripecia estudiantil de una joven desde que es admitida en la prestigiosa Facultad de Bellas Artes de Cergy, cercana a París, hasta que logra exhibir su trabajo en una galería.

Poco de lo que Mréjen cuenta sorprenderá al lector. y, en verdad, lo que acontece en ese mundillo es extrapolable a cualquier ámbito creativo, solo  que en el terreno de la plástica contemporánea  te dan más fácilmente gato por liebre, y esto no solo ha ocurrido con el criptoarte, desaparecido sin el más mínimo patetismo, también en esas carreras fulgurantes de artistas que son solo exhibir sus nalgas o las de un dictador muerto provocan una incontrolable lujuria en los bolsillos de ignorantes y especuladores.

Valérie Mréjen es autora de cinco novelas breves publicadas bajo el sello de Periférica. Es inevitable valorar la coherencia de su escritora autobiográfica,  desde el primer relato, Mi abuelo (1999), un álbum familiar donde melancolía y sátira se saldan en piedad natural, al penúltimo en torno al nacimiento y crianza de su hija, Tercera persona (2021). Completado (provisionalmente?) el léxico familiar -al abuelo le sucedió el padre, después el novio y la madre (fallecida cuando la autora era adolescente)-, ahora en La joven artista Mréjen repasa sus recuerdos como estudiante de arte con parecida sensibilidad a la que exhibe en sus películas.

Conociendo como se fraguan las carreras de la mayoría de los artistas, la taumaturgia de este libro está en llevar a terreno raso tanta fatuidad y miserias, y al tiempo a explorar su antítesis en tercera persona: la artista que triunfa sobre sus circunstancias. Su mejor libro como artista.

Ángela Molina. Babelia. El País, 11 de enero de 2025.

lunes, 20 de enero de 2025

"El juicio del perro". De hombres y canes

Leo que fue en Misuri, EE.UU, en 1870, en donde se acuñó la frase "el perro es el mejor amigo del hombre", y desde entonces ahí sigue. Avril es una joven abogada especializada en animales, porque está muy sensibilizada con el tema y porque le va la marcha. Por eso acepta defender al extravagante cliente que entra en su despacho acompañado de un perro, al que, como exige la ley , pretenden sacrificar por reincidente: mordió a tres personas. Es la base argumental sobre la que la actriz franco suiza Laetitia Dosch dirige su ópera prima y muestra su capacidad para contar una historia refrescante, con un aquel original y a la que exprime, más allá de la temática animal, llevándola al terreno de la parábola social y desembocando en una conclusión no por sabida menos interesante: lo más  humanos son bastante más retorcidos que los canes.

De esa manera, El juicio del perro, obra que, además está extraída de un caso real, se convierte en algo más que una comedia ligera y casi siempre divertida, a la que su directora saca un partido por momentos sorprendente. Como es de esperar, el peregrinaje por los juzgados con el chucho y su dueño tiene un punto que pasa por las particularidades del sistema judicial -jueces, fiscales y abogados en particular-, con el añadido de numerosas puyas, lanzadas como quien no quiere la cosa, orientadas a la sociedad, la política y sus contradicciones. Lo de menos es casi lo que rodea al pobre can, lo atractivo es el lío que se montan los Homo sapiens.

La trama va bien gradada, progresa adecuadamente -eso no quita una cierta sobreexposición de la protagonista y algún personaje desdibujado-, la cámara se mueve con una soltura muy natural y se agradece a la autora que respete el espíritu del buen género sin concesiones al trazo grueso y el recurso a la risotada. Si es que al final esto no va de animales, va de todos.

M. A. Fernández. La Voz de Galicia, sábado, 18 de enero de 2025.

domingo, 19 de enero de 2025

Una década después del atentado contra Charlie Hebdo

Michel Houellebecq: "Nada ha cambiado. El islamismo ha seguido avanzando, aunque la gente diga 'Nunca más' cada vez que a un profesor le cortan el cuello". El  7 de enero de 2015 prácticamente al mismo tiempo  que se perpetuaba el ataque reivindicado por Al Qaeda, el libro de Houellebecq, Sumisión, se ponía a la venta. Nos encontramos con él en un café del barrio de Denfert-Rochereau mientras François Bayrou puede convertirse en primer ministro de Francia. Entre las muchas profecías de Sumisión, tal vez no sea ésta la más inquietante.

P.- ¿Recuerda cuando terminó de escribirla?

R.- Realmente no recuerdo ese período. Cuando escribo un libro dejo de informarme por completo de lo que está sucediendo en el mundo. Hago una pausa en la información en el momento en que empiezo el libro. De lo contrario me estorbaría.

P.- Se aísla del mundo exterior pero lo capta todo.

 R.- Primero lo percibo. Pero en algún momento tienes que dejar de interpretarlo y decirte a tí mismo que los grandes cambios no se producen todas las semanas. Sin embargo, es cierto que ciertas cosas han cambiado. Han llegado nuevos migrantes. En ese momento no había chechenos ni afganos en Francia.

P.- Cuando terminó el libro ¿era consciente de que causaría controversia, de que era explosivo?

R.-Sí. Me llamó la atención el hecho de que cuando salí de Francia en 1999 no se hablaba en absoluto del islam. Y cuando regresé 12 años después solo se hablaba de esto, todo el tiempo.  Sabía que sería un libro explosivo. Tal vez no hasta ese punto, pero... sí

P.- La polémica por supuesta islamofobia comenzó incluso antes de que el libro  llegara a las librerías. ¿Qué le pareció?

R.- Los críticos no leen mucho los libros, en eso estamos de acuerdo, ¿no? En muchos aspectos, la presidencia de Mohamed  Ben Abbes (el jefe de Estado musulmán imaginado por Houellebecq ) es un éxito total. Y el proyecto de reconstitución del Imperio Romano es en sí mismo bastante grandioso, con la idea de incorporar a Marruecos y Turquía a la Unión Europea, de crear una especie de unión mediterránea europea. No es un proyecto estúpido en absoluto. En el libro el presidente es presentado como una especie de genio político. Es cierto, hablar de islamofobia es extraño. Y tras la publicación, me dije a mí mismo que el atentado contra Charlie Hebdo condicionó la forma en que el libro fue recibido. Para mí es un recuerdo un poco pesadillesco.

P.- Entiendo

R.- Algunas personas parecen haber nacido para estar en el centro de la Historia, para quedar atrapadas en el engranaje histórico. Para alguien que escribe libros, sin embargo, es algo completamente asombroso, impredecible y aterrador.

P.- Después de 10 años, cuando piensa en ese día, ¿cómo se siente? La mañana del atentado contra Charlie Hebdo fue la misma del lanzamiento de su esperado libro, que imaginaba una conquista islámica. Extraordinaria coincidencia.

R.- Sí, y si lo vemos al detalle es incluso peor. Philippe Lançon cuenta en su libro El colgajo que justo antes del atentado, en la redacción, discutieron sobre Sumisión. La mañana del atentado me entrevistaron en los estudios de radio France Inter y un periodista me reprochó groseramente  que exagerara el peligro que representaban los musulmanes. Así que fue algo muy violento.

P.- Y en el número de Charlie Hebdo que se publicó esa mañana había una reseña de su libro.

R.- Peor aún: ocupé toda la portada retratado como un mago. De hecho no me vi tan en plan profético, sino que creo que anticipe un fenómeno que ha ido a más progresivamente. Para que realmente hubiera un gobierno musulmán, los musulmanes tendrían que ponerse de acuerdo entre ellos. Sería posible en la forma en la que describo, sobre una base moderada. Pero por ahora, los musulmanes en Francia están divididos. Y luego los migrantes pueden variar según la época. Siempre se dice que los franceses fracasan en su misión de impedir que los migrantes lleguen a Inglaterra. No fracasan al 100% porque el barrio hindú de París (situado cerca de la Gare du Nord) era pequeño hace unos años y ha crecido. Hay quienes se quedan en Francia al no poder llegar a Inglaterra.

P.- El argumento central de Sumisión  es la importancia de la educación y la penetración del Islam en la sociedad a través de la Universidad. Una intuición notable, viendo lo que está sucediendo en los campus y universidades occidentales, particularmente después del 7 de octubre.

R,- Sí es cierto. Mi documentación es muy incompleta. Se basaba en paseos por el campus  Censier (París). De hecho detecté algunas evidencias. Había más chicas con velo de las que me había imaginado. Y algunos carteles que llamaban al boicot de las universidades israelíes y cosas así. Me dije a mi mismo, son pequeñas señales de algo. Era el año 2014. Y hoy esta tendencia se ha intensificado mucho.

P.- ¿Por qué, en su opinión?

R.- Por razones que no entiendo del todo. Cuando era joven, es decir hace mucho tiempo, los de la izquierda no eran antisemitas en absoluto. No podía ser, era impensable. Alguien debe de haber cambiado a la gente de izquierdas. Cuando yo estaba en la escuela secundaria había muchos trotskistas, sí, pero no habrían sido de Hamas.

P.- Y sin embargo, hoy las universidades están en el corazón de la cuestión del antisemitismo, en Francia y en Occidente.

R.- Este fenómeno tiene raíces que no entiendo del todo y que no conciernen a la izquierda. Por ejemplo, no creo que el anticapitalismo sea tan frecuente en Estados Unidos. Pero las manifestaciones a favor de Palestina son aún más fuertes allí. No hay duda de que subyace una forma de culpa occidental. Y Francia tiene una peculiaridad: Argelia. Se pone poco énfasis en que la guerra de Argelia fue nuestro último  acontecimiento dramático. Millones de personas llegaron a Francia, fue u éxodo masivo. Este es el origen de la extrema derecha moderna. No es Pétain, es Argelia.

P.- Hablando de Argelia ¿qué piensa  del caso Boualem Sansal, el escritor franco argelino encarcelado por delitos de opinión?

R.- Sansal es muy valiente y durante años me he estado preguntando ¿por qué se queda en Argelia? Hay una cierta grandeza en que permanezca en su propio país como un rebelde. Siempre pensé que en 1940 era más valiente quedarse en Francia que ir a Londres, por ejemplo, pero yo no tengo ese tipo de coraje...

Stefano Montefiori. Corriere della Sera, 8, 1, 2025.

sábado, 18 de enero de 2025

Iparralde o el arte del "bien manger"

El chef Luke Dolphin conversa con unos clientes el el restaurante Pluvióse
de San Juan de Luz..(Alex Iturralde)
El País Vasco francés se ha convertido en un imán para los chefs obsesionados con la tradición, el producto local y el buen vivir, creando la receta perfecta para una revolución culinaria. Visitamos los fogones donde los protagonistas se suben cada servicio a una nueva ola de la cocina vascofrancesa. Fuera del restaurante, las pintorescas y curvadas calles están encaladas, decoradas con adornos vascos rojos o verdes y alguna que otra pizarra anunciando gâteau basque o piperade. Dentro, bajando por unos escalones de una cocina poco iluminada llena de tarros sin etiquetar, me encuentro mirando fijamente a los ojos de un atún, tan brillante y reluciente que -pienso para mis adentros- a lo mejor sigue vivo.

Lo había pescado el chef Luke Dolphin el día anterior, lo que se le nota en los ojos  cuando lo enseña con el orgullo de un padre. Después de varios años en Bidart con su restaurante de culto L'Antre. Luke pasó meses explorando y cocinando como un nómada antes de abrir en San Juan de Luz el diminuto local Pluviôse. Ahora está obsesionado con hacer las cosas a su aire, lo que no supone ningún problema: es el único empleado del  restaurante.

El local de dos niveles tiene una cocina  en la planta baja y cuatro asientos en el mostrador del chef, donde uno tiene las mismas probabilidades de comer queso casero con tomates recogidos solo unas horas antes como unos recortes de atún curado durante 17 días, ensartado en una brocheta con guindillas en escabeche casero y tomate verde como si fuera una gilda. El tomate verde es una oferta curiosa incluso para Francia, pero este está envejecido desde 2018 con un perfil de sabor que se acerca más a la aceituna verde y se vuelve aún más intenso con el tiempo...

Sentada en esta cocina subterránea que parece más bien la de una casa particular, caigo en la cuenta  mientras mastico es el epítome del lujo actual. En cada bocado de atún se saborea una conexión con la tierra y la comunidad locales que no rompen ni los mayoristas, ni los proveedores, ni siquiera, a menudo, los productores.

Pluviôse es tan solo uno de la colección de restaurantes que han abierto en Iparralde, en el País Vasco francés, y que persiguen esta forma alternativa... Hay que dirigirse a Arcangues, recorriendo una descuidada carretera del País Vasco francés que lleva directamente hasta las puertas de una mansión del siglo XV, Gaztelur. Este lujoso palacete, repleto en su interior, es la sede oficial de Culinaria, un ecléctico grupo de talentos reunidos en torno a González y Borja Susilla (Restaurante Tula, en Jávea. España).

"Vi este sitio hace 12 años", cuenta González ,  "y me dije que algún día haría algo aquí". Bajo la dirección de los dos españoles y de Fabrice Idiart (Moulin d'Alotz), lo que antes eran mesas recubiertas con manteles para adaptarse a las blancas normas de la Guía Michelin ahora se han simplificado, al igual que la carta. La estrella de Gaztelur es ahora el arroz seco que puede considerarse como una paella...Cuando uno se sienta en Gaztelur, en unas mesas redondas de ensueño con vajillas de porcelana vintage y globos flotando en lo alto, trata instintivamente de prolongar la experiencia con unos exquisitos entrantes...

A pocas manzanas de Pluviôse se encuentra Petit Grill Basque. Si se asoman al escaparate, verán telas de cuadros en el techo y pinturas folclóricas vascas en la pared, que proyectan un aire de calma como si nada hubiera cambiado e décadas. Sin embargo, una mirada más atenta revela un ideal proustiano de restaurante : una cocina moderna y sin complicaciones representada por una carta de entrantes, cuatro platos principales y platos del día garabateados en una pizarra.  Un lugar sencillo y típico con una peculiaridad: el chef, Aizpitarte, que está en la cocina ha venido directamente de su restaurante de París incluido en la lista de los 50 mejores restaurantes del mundo a esta, su nueva casa.

Petit Grill Basque provoca la impresión de ser un restaurante  que solo podría existir en el País Vasco. Tradicionalmente, las familias vascas legan la casa familiar al hijo mayor dando prioridad a mantener intacto el baserri (caserío) sobre cualquier tipo de democracia sucesoria. Los vascos bailan siguiendo los mismos pasos que hace siglos, aunque ahora lo hacen con vaqueros y botas de montaña. Nada es más fuerte para un vasco que los lazos de la tradición...

Marti Buckley. El País Semanal, 3 de enero de 2025

viernes, 17 de enero de 2025

Festival de Nîmes . Treinta y cinco años de arte

Haciendo un recorrido por la programación del Festival de Nîmes, que celebra entre el 9 y el 18 de enero sus 35 años de vida, destacamos la presencia de Rocío Molina, que anuncia su Trilogía sobre la guitarra, un espectáculo en tres capítulos o sesiones,  con las guitarras de Rafael Riqueni,  Óscar Lago y Yerai Cortés.

Israel Galván presenta su Edad de Oro, estrenado hace veinte años en el Festival de Jerez y que ahora el artista revisa a través de nuevas estructuras dancísticas con el cante de María Marín y la guitarra de un clásico, Rafael Rodríguez.

También en esta edición, el festival dedica una mirada a la trayectoria del bailaor y coreógrafo Andrés Marín con tres títulos: Matarife/Paraíso, coprotagonizado junto a Ana Morales y la colaboración especial de Antonio Campos. Un aire de signos y Recto y sol. "En Un Aire de signos, utilizaré un espacio del Museo de Arte Contemporánea de Nîmes, diseñado por Norman Foster, y es un acercamiento a la bailaora y bailarina Antonia Mercé. La Argentina, a través de la interpretación que hizo del maestro de butoh Kazuo Ohno, el cual comenzó a bailar cuando la vio y por eso le dedicó la pieza Admirando a La Argentina. Se trata de un estudio sobre lo español y lo oriental, utilizando fórmulas tan sutiles como sugerentes". En la Sala Odeón, Andrés Marín pondrá Recto y solo, que "habla sobre la vida de Vicente Escudero y su acercamiento a la raíz pero, a la vez su uinterés por lo contemporáneo. En ese contraste  me aproximo a los orígenes más desnudos  para crear un lenguaje  muy austero pero, a la vez, abierto y libre".

Con la guitarra de Emilio Caracafé, El Niño de Elche ofrece el concierto Cante a lo gitano, que es el título del disco que cierra su trilogía flamenca, y el utrerano Perrate, tan habitual últimamente en Nìmes como el El Niño de Elche, interviene en dos piezas: Jolifanto, con el dúo catalán Za!, y De Utrera a las Tres Mil, con Emilio Caracafé. En el apartado del cante también se anuncia el concierto de la jerezana María Terremoto con la guitarra de Nono Jero.

J. M. Velázquez -Gaztelu. El Cultural, 3-1-2025. 

jueves, 16 de enero de 2025

Vida, Vejez Y Muerte De Una Mujer Del Pueblo

Vida, vejez y muerte de una mujer del pueblo. La dignidad de ser hijo. Didier Eribon (Reims, 1953) circunscribe este segmento de sus memorias a los últimos días de vida de su madre. Su salud se ha deteriorado significativamente, pero se niega a que sus hijos la lleven a una residencia. El filósofo e historiador francés prescinde del sentimentalismo para contar, si afectación, verdades tan incómodas como el desprecio de esta sociedad por los ancianos y la repulsión  que nos provoca la enfermedad, incluso si se trata de una madre. Conmueve la honestidad con la que el autor encara, sin subterfugios, el sentimiento de culpa. Le atormenta la certeza de que su madre, condenada por por sus propios hijos  a la soledad gélida de un geriátrico, viviera un infierno en el ocaso de su vida. La sospecha de haber sido responsable le martiriza, pero nunca incurre en la autocompasión. Su poderoso estilo -frases de largo aliento, precisas, sin ornamentos superfluos - está en este libro al servicio del diagnóstico social. La situación de su madre motiva una feroz  crítica al sistema sanitario francés, que ejerce "un maltrato sistémico" sobre las personas  dependientes a través de "la lógica económica del gasto mínimo y el beneficio máximo".

Apoyado en abundantes referencias filosóficas, Eribon reflexiona acerca de las sociedades industrializadas, donde los individuos están cada vez más aislados, a partir de la biografía proletaria de su madre, trabajadora en una fábrica después de ser criada en un orfanato. La literatura confesional, a menudo en entredicho, se justifica por textos como este, que no pierden  de vista los conflictos de nuestro tiempo -la salud mental, la relación con los muertos...- y, sin embargo, se revelan atemporales y por tanto trascendentes.

 Miguel Cano. El Cultural, 27-12-2024.

miércoles, 15 de enero de 2025

Una retratista española para los políticos europeos

Cuando Rita Martorell piensa en Luxemburgo, le viene a la mente la expresión "capital de Europa", la ciudad que originó el pensamiento del luxemburgués Robert Schuman, uno de los padres fundadores de la comunidad europea. Por eso esta artista nacida en Zúrich en 1971 pero criada desde niña en Cataluña ha elegido esta ciudad para presentar su última colección, European Portraits, en una exposición en el espacio In Art (hasta el día 29) que recoge una selección de sus retratos políticos y personalidades españolas y europeas. Jean-Claude Junker, Eduardo Punset, Fernando Morán o Baltasar Garzón son algunos de los protagonistas. Aunque al final de la sala, en un segundo plano, se esconde de un retrato adicional, su autorretrato. Un guiño con el que la artista se incluye en la muestra. 

Los retratos de la exeurodiputada Concepció Ferrer y del abogado y 
economista Eduard Punset. ((Foto: Rita Martorell) 

El interés de Rita Martorell por el retratismo comenzó a tomar forma durante su juventud en Barcelona. Ya en sus primeras obras se notaba su inclinación por la figura humana. Su padre que era gran amigo de Eduardo Punset, animó a la joven a retratar al economista y divulgador científico. "Todo empezó con la pintura de Punset. Nunca hubiera pensado que trascendería tanto, tuvo mucho éxito en la sociedad de entonces", recuerda la artista. Una cosa llevó a la otra y la artista comenzó a retratar a otros políticos y personalidades de la ciudad, como Marta Ferrusola, Joaquim Nadal, Pere Macías, Durán Lleida, Arcadi Calzada o Carles Gasóliba. Comenzó así, sin querer, una trayectoria profesional de dos décadas.

Martorell estudió artes en la escuela Massana de Barcelona, pero fue su formación en Estrasburgo la que la acercaría a la política internacional. Allí comenzó a retratar a políticos europeos, en parte gracias  a que el eurodiputado Carles Gasòliba la recomendó a sus colegas del Parlamento Europeo. Muchos europarlamentarios se mostraron entusiasmados con la idea de ser retratados por la artista. Sin dar abasto, Martorell  decidió abrir dos estudios  en Estrasburgo y también  trabajó para el Parlamento Europeo. "Allí creé estos retratos, y decidieron organizar una exposición en el año 2000 en el Parlamento Europeo de Estrasburgo. Fue iniciativa más de los políticos que mía, yo desconocía incluso que podía exponer  mis retratos en las instituciones". 

 Tras irrumpir en la escena del retratismo institucional, a la artista se le encomendó un retrato especial, el de Gerardo Fernández Albor, ex presidente gallego, quien recibió numerosas condecoraciones por su labor como presidente de la comisión que reunificaría a la Alemania dividida. La idea fue de Norbert Lammert, expresidente alemán, quien quiso incluir  el retrato del gallego en la Galería de Ilustres del Bundestag (Parlamento alemán), donde todavía cuelga su retrato.

Con cierto sentido de pudor, Martorell reconoce que ha pasado los últimos 25 años de su carrera observando íntimamente a políticos nacionales e internacionales. En 2023, la artista había presentado Portrait of Politicians Past and Present en el Parlamento Europeo de Bruselas, y este 2024 ha decidido cerrar el ciclo con la exhibición European  Portraits, que resume una selección  de 15 retratos representativos de su trabajo vinculado a la política europea.

La mayoría de los retratos  estaban en activo en sus cargos  cuando ella los pintó, por lo que el artista  recalca que no siempre fue fácil  trabajar con ellos, aunque sí inspirador: "Veo en las personas la historia que acarrean a sus espaldas, muchas experiencias humanas. Es impresionante  hablar con personas que tienen pasión por su labor".

Con esta exposición,  la artista dice que cierra el ciclo de la pintura política para empezar a fijarse  en otras figuras representativas de la cultura . Con ilusión en la mirada , Martorell revela: "Me gustaría retratar a Pedro Almodovar. Es una persona que me fascina".

Belén Obregón. Luxemburgo. El País, miércoles 20 de noviembre de 2024.

martes, 14 de enero de 2025

Fondation Cartier Pour L'Art Contemporain

Vista digital del vestíbulo de la Fondation Cartier pour L'Art Contemporaine
en el Palais Royal según el proyecto de Jean Nouvel.

Hace cuatro años, la muerte del antiquísimo cedro que plantó Chateaubriand en su finca de París dejó sin uno de sus pilares al edificio que se levanta allí desde 1994, la sede de la Fondation Cartier, proyectada por Jean Nouvel como un marco de vidrio y acero para el majestuoso árbol del autor de Memorias  de ultratumba . Igual de emblemático, pero seguro que más duradero, es el emplazamiento que ha escogido la Fondation para su nueva sede parisina: el antiguo Gran Hôtel del Louvre, un edificio del siglo XIX que incluso tiene su propia conexión con las letras francesas por haber inspirado El paraíso de las damas de Zola en la época en que funcionaba como grandes almacenes. Situada en frente del Museo del Louvre en la Place du Palais Royal, y con más de seis mil metros cuadrados para espacios expositivos, esta ballena de cornisas haussmannianas contiene ya en sus entrañas el incipiente diseño de Jean Nouvel, a quien treinta años después la Fondation Cartier ha vuelto a encargar este proyecto. Se inaugurará el año que viene con el objetivo de reafirmar el prominente papel que desempeña la Fondation en el arte contemporáneo desde 1984 (la sede estaba entonces en Jouy-en-Josas), cuando quedó inaugurada con la exposición del escultor francés César que muestra la foto de la página derecha. Para ello, Jean Nouvel, autor de otras intervenciones en edificios históricos como la ampliación del Reina Sofía de Madrid, ha prometido que el nuevo edificio de la Fondation Cartier tendrá "el espacio con todas las maneras de exponer arte más diversas" del mundo, y que su diseño  será tan espectacular que los artistas que expongan allí se verán compelidos a probar "un nivel de valentía y coraje que no siempre tienen que demostrar en otros sitios institucionales". Al fin y al cabo, él creo una obra maestra de 17 pisos a partir de un árbol.

Diego Parrado. pressreader.com, 24 de octubre de 2024.

lunes, 13 de enero de 2025

"Oh, Canada" un relato de masculinad culpable

Paul Schader es uno de los grandes retratistas de los recovecos de la masculinidad contemporánea. Su filmografía (del guion de Taxi driver en adelante) está ligada a personajes marcados por la soledad y una identidad atormentada. También por la gestión de la culpa y la salvación, de las segundas oportunidades. En Oh, Canada, ofrece un interesante giro, el de un hombre socialmente reverenciado que, ante el acecho de la muerte, decide desmontar su mito.

Para encarnar a ese héroe dispuesto a inmolarse, Schrader ha acudido al actor cuya exitosa carrera despegó bajo sus alas hace 44 años con American Gigoló, Richard Gere. La expectación ante el reencuentro entre intérprete y director era lógica y, aunque Oh, Canada acaba sabiendo a poco, tiene momentos de peso en su manera ruda de despojar de grandeza al héroe. La película está basada en el novela de Russell Banks Los abandonos. La historia es la de Leonard Fife, un prófugo y desertor que en 1968 abandonó Estados Unidos para no ir a la Guerra de Vietnam y que en Canadá acabó convertido en un famoso documentalista y activista.

Siguiendo el ritual intimista de una confesión desnuda y cruda, Gere interpreta de forma sobria y conmovedora a este hombre que in extremis decide ajustar cuentas consigo mismo. Fife necesita expiar su pasado y desde su casa en Montreal relata su vida ante una cámara y un número reducido de personas, entre ellas, su esposa (Uma Thurman ). El vehículo será una última entrevista concedida a un antiguo alumno (Michel Imperioli) marcada por el frágil estado de salud del maestro y el efecto de los medicamentos.

Schrader plantea el zigzag entre presente y pasado con una serie de flashbacks. Es en este doble relato donde la película pierde intensidad, el doble personaje no acaba de ser uno. Aún así, el nuevo antihéroe de Schrader cala en el espectador, quizá porque añade una nueva pieza al puzle de su larga obsesión con la masculinidad y sus remordimientos.

Elsa Fernández Santos, El País, martes 24 de diciembre.

domingo, 12 de enero de 2025

Francia rinde honores de Estado a Marc Bloch

El historiador francés Marc Bloch (1880-1944) entra en el Panteón de figuras ilustres de Francia según anunció el presidente de Francia, Emmanuel Macron, el 23 de noviembre. Se cumplen ahora 80 años desde que Chauvrais, uno de sus nombres bajo la ocupación alemana, fue detenido, interrogado por el jefe de la Gestapo, Klaus Barbie, y finalmente ejecutado junto a un grupo de unas treinta personas. Acababa de terminar el borrador de dos obras fundamentales para entender nuestro tiempo: La extraña derrota, sobre el colapso de Francia ante el nazismo e Introducción a la historia, una defensa del trabajo del historiador contra el oscurantismo y el odio.

La suya es una vida ligada al oficio y a la historia de Europa. Nace en Alsacia, en el seno de una familia judía, aunque pronto se traslada a París, donde su padre enseña Historia Antigua. Bloch sigue el camino trazado por la élite intelectual y política francesa e ingresa en La Escuela Normal Superior, pero se decanta por la enseñanza, su gran pasión; ejerce en los liceos de Montpellier y de Amiens, hasta que estalla la Gran Guerra. El capitán Bloch vuelve condecorado a su región natal, donde ingresa en la Universidad de Estrasburgo. Allí entra en contacto con un grupo de científicos sociales, muchos de ellos alemanes, que quieren dejar atrás sus viejas disciplinas, partícipes del contexto previo a la guerra. Durante años fomentan el intercambio de métodos entre la economía, la geografía, la sociología y la psicología. En esa época conoce a su gran amigo, Lucien Febvre, con quien funda, en 1929, la revista Anales.

En una década publica su gran obra, La sociedad feudal, y accede a la Cátedra de Historia Económica de La Sorbona. Pero apenas tiene tiempo de disfrutar porque en septiembre estalla, de nuevo la guerra. El capitán Bloch, a pesar de tener más de 50 años y seis hijos, se presenta voluntario. En el frente, asiste a una retirada continua, de Bélgica a Dunkerque, que deja paralizado al ejército y al país. Describe con enorme lucidez las razones de una derrota sin paliativos que nadie quiere reconocer. La estrategia militar francesa, confiada en la vieja defensiva  de las trincheras, es un gran error.

"El triunfo de los alemanes fue, fundamentalmente, una victoria intelectual", escribe Bloch que encuentra la misma actitud del alto mando en la política, la diplomacia y una buena parte de la sociedad francesa. Pétain, el héroe de Verdun pide el armisticio con Alemania, en medio de una atmósfera de guerra interior. 

Comienza el colaboracionismo y las leyes raciales en Francia. Tras el estatuto de los judíos elaborado por el régimen de Vichy, en octubre de 1940, Bloch es expulsado de la Universidad. A duras penas consigue trasladarse con su familia al centro de una Francia partida en dos.