lunes, 27 de enero de 2025

"La semilla de la higuera sagrada"

El director Mohammed Rasoulof y Mahsad Rostami con una foto del actor
Missagh Zareh, actores de La semilla de la higuera sagrada. (REUTERS)
A Mohammed Rasoulof (Shiraz, Irán,1972) le fue confiscado el pasaporte hace siete años. Fue entonces cuando decidió irse a vivir un tiempo a una isla al sur de su país donde descubrió un árbol "extraordinario" . Se trataba del ficus religiosa, un ejemplar cuyas simientes, trabadas en las heces de las aves, caen sobre otros árboles, a los que con el tiempo envuelven con sus ramas y terminan estrangulando para ocupar su espacio. El ciclo vital de la especie se le antojó una metáfora de la dinámica opresiva del régimen teocrático y misógino iraní. Esta analogía le inspiró el título de la última película, La semilla de la higuera sagrada, que se estrena este viernes tras ganar el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes, el del Público a la mejor película europea en el de San Sebastián y ser elegida para representar a Alemania en los Oscar.

El sociólogo y cineasta se exilió en Berlín al poco de terminar el rodaje de manera clandestina, ya que en 2017 el régimen iraní le había prohibido volver a  ponerse tras la cámara. Sentenciado a ocho años de prisión y azotes, Rasoulof escapó a pie por las montañas durante una travesía de 28 días. Su largometraje revive "años de enfrentamiento con los servicios secretos  y con la censura cultural " en el contexto de las protestas a raíz de la muerte de la joven Mahsa Amini mientras estaba custodiada por la policía de la moral por no llevar bien puesto el hijab.

P.- Su película está protagonizada por un grupo familiar conformado por una madre y sus dos hijas. ¿Estuvo condicionado el género de la prole por el movimiento Mujer, vida y libertad?

R.- Cuando empezaron las manifestaciones tras la muerte de Mahsa Amini, yo estaba en la cárcel. Dentro de la prisión de Evin  tuve una experiencia muy rara y única: seguir lo que estaba pasando en la sociedad desde mi cautiverio. Oía que eran chicas jóvenes. Cuando al fin me liberaron, la única vía para entender lo ocurrido  eran los vídeos anónimos en las redes sociales que la gente de a pie había grabado. Las imágenes de la valentía de esas niñas me resultaron muy inspiradoras. Los nuevos movimientos de liberación en Irán le deben mucho a las mujeres y las protagonistas femeninas le dan un nivel metafórico a mi película.

P.- La película empieza como un drama doméstico y evoluciona hacia el thriller. Era su intención hacer crecer en la audiencia la conciencia política  para luego trasladarle  lo que viven las personas disidentes en su propio país?

R.- Es exactamente eso (...)

P.- La actriz que interpreta a la madre de la familia, Soheila Golestani, fue detenida por aparecer en un vídeo de protesta sin velo. ¿Influyó este arresto en el guión?

R.- La única posibilidad para sacar adelante La semilla de la higuera era trabajar con gente que compartía mi visión y que miraba en la misma dirección. La mayoría de las personas que han formado parte de este proyecto, tanto mujeres como hombres, creían en el movimiento. Golestani, efectivamente, fue encarcelada y tuvo un papel muy importante en la difusión de Mujer, vida y libertad. La actriz que da vida a la hermana mayor, Setareh Malek, también tomó parte en las manifestaciones y le pegaron en la calle, y la que interpreta a la benjamina, Mahsa Rostami, es una chica muy valiente que estuvo involucrada en el movimiento y, cuando murió su padre durante la Covid, publicó un vídeo en el que hablaba con toda libertad...

Begoña Donat. El Cultural, 17-1-2025.

No hay comentarios:

Publicar un comentario