De esa manera, El juicio del perro, obra que, además está extraída de un caso real, se convierte en algo más que una comedia ligera y casi siempre divertida, a la que su directora saca un partido por momentos sorprendente. Como es de esperar, el peregrinaje por los juzgados con el chucho y su dueño tiene un punto que pasa por las particularidades del sistema judicial -jueces, fiscales y abogados en particular-, con el añadido de numerosas puyas, lanzadas como quien no quiere la cosa, orientadas a la sociedad, la política y sus contradicciones. Lo de menos es casi lo que rodea al pobre can, lo atractivo es el lío que se montan los Homo sapiens.
La trama va bien gradada, progresa adecuadamente -eso no quita una cierta sobreexposición de la protagonista y algún personaje desdibujado-, la cámara se mueve con una soltura muy natural y se agradece a la autora que respete el espíritu del buen género sin concesiones al trazo grueso y el recurso a la risotada. Si es que al final esto no va de animales, va de todos.
M. A. Fernández. La Voz de Galicia, sábado, 18 de enero de 2025.
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